Como parte de su política anexionista en América Latina, el hundimiento del acorazado de la marina de guerra de Estados Unidos USS "Maine" en el puerto de La Habana, el 15/2/1898, fue la excusa usada por Estados Unidos para iniciar la guerra hispanoamericana por la que España perdería su poder colonial en América.
Con el pretexto de realizar una "visita amistosa", su llegada a La Habana el 25 de enero de 1898 fue una provocación contra España y formaba parte del plan para la intervención de Estados Unidos en la guerra que libraba Cuba por su independencia de la Corona Española.
La presencia del buque de guerra en aguas cubanas se logró bajo presión del gobierno estadounidense sobre las autoridades españolas en la Isla, como lo devela el Capitán de Navío Charles D. Sigbee, Comandante del "Maine", en su escrito: El Maine, un relato de su destrucción en el puerto de La Habana.
El 15/2/1898, sobre las 9:40 de la noche, una violenta explosión se escuchó en La Habana. De los 328 alistados en la tripulación, en el siniestro perecieron las tres cuartas partes - 254 tripulantes y 6 oficiales. Más tarde fallecerían 6 tripulantes que estaban gravemente heridos.
El escenario creado por los medios, políticos y militares estadounidenses contribuyó a que la administración del presidente William McKinley pidiera autorización al Congreso para terminar la guerra en Cuba, a la vez que solicitaba emplear, con esos fines, a las fuerzas militares y navales estadounidenses.
Como resultado de la derrota de España, el 10/12/1898 se firmó el tratado de París, con el cual España perdió Cuba, Filipinas, Guam y Puerto Rico - que fueron oficialmente entregadas a los EE.UU. por 20 millones de dólares.
El hundimiento del "Maine" cumplía así su función de servir de pretexto a la intervención y a la instauración de gobiernos cubanos que obedecían a las imposiciones de Washington, hasta la independencia plena de Cuba con el triunfo de la Revolución Cubana el 1/1/1959.