La llegada de los expedicionarios del yate Granma marcó el inicio de la lucha guerrillera en la Sierra Maestra y que derrocó con su triunfo la dictadura de Fulgencio Batista.
El #YateGranma tocó tierras cubanas el 2 de diciembre de 1956, luego de una travesía de ocho días desde Tuxpan. No solo de 82 hombres venía lleno el barco, también de temores y valentías. Hoy, a 63 años de ese desembarco, liderado por Fidel Castro, recordamos esa gran historia.
El mar aguardaba a los expedicionarios con una ferocidad nada halagüeña que junto al peso del barco y roturas en el motor retrasaron la llegada prevista para el 30 de noviembre. Tocaron tierra cubana dos días más tarde. El Comandante de la Revolución, Juan Almeida Bosques describió en una ocasión cómo al desembarcar el agua daba por la barbilla.
“Primero el agua les da por la cintura, al pecho, a la barbilla […] Nuevamente bajo el cuello, al pecho. Con la soga que tienen en la mano llegan al mangle y la amarran. Ahora bajan uno a uno. Los hombres más gruesos al tirarse se entierran en el fango, los más livianos tienen que ayudarlos a salir”, recordó Almeida.
Las fuerzas de la dictadura batistiana conocieron de la noticia del desembarco por Playas las Coloradas al oriente del país, sin embargo pese al fuego de la aviación emprendieron su propósito de alcanzar la Sierra Maestra que sería el escenario principal de lucha en los próximos dos años.
Sobre el desembarco escribiría después el Che Guevara: “Quedamos en tierra firme, a la deriva, dando traspiés, constituyendo un ejército de sombras, de fantasmas, que caminaban como siguiendo el impulso de algún mecanismo psíquico”.
La llegada de esta fuerza vigorosa, entrenada y consciente marcó el inicio de la derrota del dictador Fulgencio Batista. A partir de ese momento comenzó la guerra de guerrillas en las lomas del oriente de Cuba. En esos apartados lares, la sangre y el sudor de hombres y mujeres forjaron la Revolución que alcanzara su triunfo el 1 de enero de 1959.
La libertad es un derecho de los hombres; más, de esta Isla, condición natural. Quienes la habitan y honran como Patria ven su destino infinito e indomable, como el mar.