Tribuna de La Habana, 22 de Enero 2020. El museo fue inaugurado el 6 de enero de 1986, cuando se cumplía el centenario de la abolición oficial de la esclavitud en la Isla. “No fue una fecha casual, fue bien pensada por el historiador Doctor Eusebio Leal Spengler.
La Casa de África guarda una colección importante de objetos, atesora mensajes que van más allá de lo material. “Este museo tiene la particularidad –lo digo con toda autoridad–, de ser el único en el mundo donde la totalidad de las piezas africanas han sido regalos y donaciones del pueblo de ese continente al de Cuba. Tal vez otros tienen objetos con un mayor valor etnográfico, pero no tienen el valor de la solidaridad; este es un museo de la solidaridad”, sostiene su director, Alberto Granado Duque.
El museo fue inaugurado el 6 de enero de 1986, cuando se cumplía el centenario de la abolición oficial de la esclavitud en la Isla. “No fue una fecha casual, fue bien pensada por el historiador Doctor Eusebio Leal Spengler y el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque. La escogieron porque ese día los hombres y mujeres esclavizados, no trabajaban y se les permitía celebrar el Día de Reyes, tocar el tambor y recordar su pasado. Entonces, parecía que la esclavitud, fuera otra, pero no había cambiado nada”, explica Granado.
Atesora una relevante riqueza etnográfica, conocida como la Colección Fernando Ortiz; aunque “Ortiz no fue un coleccionista, él trabajó con los objetos que le traían los practicantes, creyentes y las personas que le informaban sobre estos cultos, historias y procesos etnoculturales, y tenía como regalos, y que utilizaron también Argeliers León y otros investigadores”, destacó Granado.
“A veces decimos que el que no tiene de Congo, tiene de Carabalí, pero tal vez ni sabemos quiénes son. Entonces, el papel del museo no es solamente mostrar sus colecciones, sino salir afuera y trabajar con la comunidad. Este es un museo comunitario”, sostiene. Por ello, promueve proyectos para “darles herramientas a los jóvenes para trabajar con elementos de estas culturas ancestrales africanas: la elaboración de tejidos, la tintura en paños, el cabello y la cocina”.
Defiende desde hace muchos años el proyecto, concebido por la Oficina del Historiador de la Ciudad, de aulas-museos. Niñas y niños acuden de lunes a viernes y “participan en la vida cotidiana del museo y se insertan, no solo para aprender aquí matemática, español y todas sus asignaturas, sino también sobre patrimonio, la historia de África y sus líderes”.