Combate de Alegría de Pío. En la mañana del 5 de diciembre de 1956, los 82 expedicionarios del Granma acamparon a la orilla de un cañaveral, en un lugar conocido como Alegría de Pío, preparándose para descansar del extenuante recorrido desde los mangles cenagosos de playa Las Coloradas, y esperar la noche.
Poco después del mediodía se escucharon los primeros disparos, generalizándose de inmediato un cerrado tiroteo. El fuego intenso del Ejército fue combinado con frecuentes llamadas para que los sitiados se rindieran, y en aquellos instantes se oyó la voz del capitán Juan Almeida Bosque “Aquí no se rinde nadie”, Fidel trató de reagrupar a los expedicionarios en un cañaveral cercano, al que sólo había que llegar cruzando una guardarraya, pero no pudo lograrlo y cada cual se retiró como pudo.
En medio de la confusión los combatientes, divididos en varios grupos, lograron escapar y se internaron en los montes cercanos. Poco después el cañaveral era pasto de las llamas. Alegría de Pío fue el bautismo de fuego, de los revolucionarios que desembarcaron del yate Granma por la playa las Coloradas. Así se inició la forja de lo que sería el Ejército Rebelde.