Esta, la última misiva escrita por su hijo a Leonor Pérez, resume en cada frase la fortaleza, el ánimo, la esperanza y razones de quien se preparaba para un gran combate: “El deber de un hombre (y el de una mujer, por supuesto) está allí donde es más útil”. Y lo extraordinario, que lo acompañe siempre, el recuerdo de su madre.
En estos tiempos en que #SomosSalud y que los galenos cubanos vuelven a escribir emocionantes páginas, ya sea dentro o fuera de la pequeña y solidaria Isla del Caribe, cabe la evocación a la epístola martiana, cuyo mensaje alienta y reconforta, a pesar de la gravedad de las situaciones: “Tengo razón para ir más contento y seguro de lo que usted pudiera imaginarse”.
Probablemente, muchos de estos heraldos de la salud y la vida que marcharon a Italia, Surinam, Jamaica o el IPK a luchar contra el COVID-19, les faltó tiempo para despedirse de sus seres queridos. Postergaron los abrazos para cuando regresen vencedores del dolor y de la muerte. Dirán a sus madres que estarán cerca o en la eternidad: “No son inútiles la verdad y la ternura. No padezca.”