Compañero Miguel Díaz-Canel Bermúdez, presidente de la República
Su Excelencia Monseñor Paul Richard Gallagher, Secretario para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales de la Santa Sede.
Monseñor Arturo Camilleri, Nuncio Apostólico.
Excelentísimos Señores Embajadores
Su Eminencia Cardenal Juan de la Caridad García Rodríguez, Arzobispo de La Habana.
Monseñor Marcelo Arturo González Amador, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba y Obispo de Santa Clara.
Distinguidos invitados:
Compañeras y compañeros:
En los albores de la nación cubana, cuando el ideal de la independencia de la isla y luchar por ella, era tan heroico como fundacional, el presbítero Félix Varela y Morales sentenció: “La patria a nadie debe, todos sus hijos le deben sus servicios”, y la vocación de entrega y consagración, de hacer el bien común, se fue prefigurando la cultura y la idiosincrasia cubanas.
Aquel maestro, pastor de voluntades ávidas de libertad, aquel “patriota entero”, como lo definiera José Martí, motivó en uno de sus discípulos más aventajados, José de la Luz y Caballero, la célebre frase con que la historia lo ha consagrado ante el mundo: “…mientras se piense en la Isla de Cuba, se pensará en quien nos enseñó primero en pensar”. Aquel fue, es y será para todos los tiempos nuestro Padre Varela, “cuyo milagro es Cuba”, como advirtiera el inolvidable Eusebio Leal Spengler, Historiador de La Habana.
El Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, bautizado así por el pueblo, ante la imagen de la Virgen de la Caridad pidió la divina intercesión para la lucha libertadora. Fue reconocida ella después, como la Virgen Mambisa.
Luego, José Martí escribió: “Ser cultos es la única manera de ser libres”. Muy avanzado para su época, escribió sobre las llamadas razas humanas, "Dígase hombre y ya se dicen todos sus derechos". Nos convocó a “conquistar toda la justicia” y “la dignidad plena del hombre”. Su verso “Con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar”, y su axioma “Patria es humanidad”, marcaron nuestro camino.
El Apóstol de la independencia, cuando cayó en combate, llevaba en su pecho la carta inconclusa: “Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber – puesto que lo entiendo y tengo ánimos con qué realizarlo – de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más sobre nuestras tierras de América”. Este es el dilema existencial de Cuba, que llega hasta hoy para marcar nuestro destino.
Cintio Vitier, insigne intelectual y católico, escribió: “el verdadero rostro de la Patria… es el rostro de la justicia y de la libertad” y también “la Nación no tiene otra alternativa: o es independiente o deja de serlo en absoluto”.
Como expresara Fidel en la ceremonia de bienvenida a Su Santidad San Juan Pablo II, el 21 de enero de 1998: “Cuba, en condiciones extremadamente difíciles, llegó a constituir una nación. Luchó sola con insuperable heroísmo por su independencia. Sufrió por ella (…) un verdadero holocausto en los campos de concentración, donde murió una parte considerable de su población, fundamentalmente mujeres, ancianos y niños; crimen de los colonialistas que no por olvidado en la conciencia de la humanidad dejó de ser monstruoso.” (…)
“Hoy, Santidad, continuaba Fidel, de nuevo se intenta el genocidio, pretendiendo rendir por hambre, enfermedad y asfixia económica a todo un pueblo que se niega a someterse a los dictados y al imperio de la más poderosa potencia económica, política y militar de la historia, mucho más poderosa que la antigua Roma, que durante siglos hizo devorar por las fieras a los que se negaban a renegar de su fe. Continuó, como aquellos cristianos atrozmente calumniados para justificar los crímenes, nosotros, tan calumniados como ellos, preferiremos mil veces la muerte antes que renunciar a nuestras convicciones. Igual que la Iglesia, la Revolución tiene también muchos mártires.” (fin de la cita)
El 21 de enero de 1998, en la ceremonia de bienvenida, el Papa San Juan Pablo II dijo, y cito: “Que Cuba se abra con todas sus magnificas posibilidades al mundo, y que el mundo se abra a Cuba”. Cuatro días más tarde, antes de partir, el Sumo Pontífice se refirió a “las medidas económicas restrictivas impuestas desde fuera del país” como: “injustas y éticamente inaceptables”.
El 28 de marzo de 2012, Su Santidad Benedicto XVI, señaló refiriéndose al alma y la sociedad cubanas que “la situación se ve agravada cuando medidas económicas restrictivas impuestas desde fuera del país pesan negativamente sobre la población”.
El 16 de octubre de 2021, el Papa Francisco expresó: "A los poderosos, pido que cesen las agresiones, los bloqueos, sanciones unilaterales contra cualquier país en cualquier lugar de la tierra".
Veintisiete años después de aquellas palabras del líder histórico de la Revolución Cubana, poseen una dramática y descarnada vigencia. El actual gobierno de Estados Unidos acosa, por todas las vías y con todos los medios, al abnegado y noble pueblo de Cuba, sólo por haber elegido su propio futuro. Nuestro país se enfrenta hoy a la más poderosa potencia de la historia, como un nuevo David, que lucha por sobrevivir frente a un gigantesco y abusador Goliat.
El bloqueo económico, comercial y financiero, no es una abstracción filosófica ni un ejercicio de retórica política, se expresa de manera concreta en las carencias de alimentos, medicamentos, electricidad y en otros servicios; provoca sufrimientos a las familias cubanas y obstaculiza los proyectos imprescindibles para la recuperación de la economía y avanzar hacia el bienestar y el desarrollo sostenible.
Contra nuestro país se desata además una feroz campaña de desinformación. Las mentiras contra Cuba son urdidas por aquellos “que no adoran otro Dios que el oro”, como en la antigua Roma. La falsedad ha sido muchas veces en la historia la gran justificadora de los peores crímenes contra los pueblos. Sin razón a Cuba se le calumnia, pero nosotros confiamos en que la verdad, siempre se abre paso.
Presidente:
Excelencia:
Históricamente, las relaciones diplomáticas entre Cuba y la Santa Sede, se han caracterizado por el respeto mutuo y la cooperación bilateral. En la actualidad, cuando existe coincidencia en lo esencial determinante, los vínculos entre la Santa Sede y Cuba se fortalecen aún más y se proyectan hacia el futuro con renovada vitalidad.
Se ha producido la asunción de Su Santidad León XIV, nuevo Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, y el Estado cubano le ha deseado éxitos en su desempeño y le ha invitado a visitar a nuestro pueblo, que le ofrecerá sincero afecto, cálida y respetuosa hospitalidad, y oídos atentos razonadores.
Acompañaremos con sinceridad su llamado a la paz, a la inclusión, a la verdad, al encuentro, a la justicia, y al ejercicio de los derechos humanos por todos los seres humanos.
Ha sido trascendente en nuestra historia la presencia en Cuba de San Juan Pablo II, del Papa Benedicto XVI y de Su Santidad Francisco, y las visitas al Vaticano realizadas por el presidente Fidel Castro Ruz, el presidente Raúl Castro Ruz y el actual presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez.
Memorable fue el encuentro en La Habana en febrero de 2016 entre Su Santidad el Papa Francisco y Su Santidad Kirill, Patriarca de Moscú y de Toda Rusia, que tuvo gran trascendencia e impacto.
Partiendo de estos fundamentos, del diálogo franco y el acercamiento respetuoso, ético y constructivo desarrollado entre la República de Cuba y la Santa Sede, conmemoramos hoy el nonagésimo aniversario de nuestros ininterrumpidos y valiosos nexos diplomáticos.
Presidente:
Excelencia:
El respeto hacia los creyentes y no creyentes ha sido un principio básico de los revolucionarios cubanos. La Constitución consagra y garantiza la plena libertad religiosa y, sobre esa base, el Estado mantiene buenas relaciones con todas las religiones y sus instituciones.
El diálogo que el gobierno cubano mantiene con la Iglesia Católica en nuestro país, se corresponde con el precepto del respeto a la libertad religiosa y de culto. Es sana y provechosa la interacción del Estado con todas las religiones y sus diferentes instituciones representativas.
Cuba ha tenido como su principal objetivo la “dignidad plena” del ser humano, conscientes de que esta no solo se construye sobre bases materiales, sino sobre todo, sobre valores espirituales; conferimos suprema importancia a la familia; cuidamos la niñez como nuestra mayor esperanza y alentamos a la juventud a la participación libre y creadora en nuestra sociedad.
En medio del extraordinario desafío que el bloqueo significa, Cuba ha edificado una obra social reconocida internacionalmente y reafirma su compromiso de llevar adelante un proyecto verdaderamente humanista y solidario que preserve su cooperación con otras naciones, especialmente en el ámbito de la salud.
Esta práctica, de acendrado valor humanista, converge con el principio de la doctrina social de la Iglesia Católica, que propugna el deber de ayudar al prójimo. A partir de la manipulación con fines políticos, tampoco han faltado calumnias, campañas mediáticas ni reiterados intentos de descrédito de esta reconocida y eficaz labor de Cuba en el campo social.
Presidente:
Excelencia:
El Presidente Raúl Castro Ruz, en ocasión de la llegada a Cuba del Papa Francisco, el 19 de septiembre de 2015, llamó la atención acerca del injusto e inmoral sistema internacional, cuando afirmó: “Ha globalizado el capital y convertido en su ídolo al dinero. Hace de los ciudadanos meros consumidores. En vez de difundir el conocimiento y la cultura, los enajena con reflejos y patrones de conducta promovidos por medios que solo sirven a los intereses de sus dueños, las corporaciones transnacionales de la información”. Más adelante agregaría: “Ofende la conciencia humana lo que ocurre con los inmigrantes y los pobres. Estos son los indignados del mundo que claman por sus derechos y el fin de tanta injusticia.”
En 1992, en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, el líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, había anticipado: “Si se quiere salvar a la humanidad de esa autodestrucción, hay que distribuir mejor las riquezas y tecnologías disponibles en el planeta (….) Hágase más racional la vida humana. Aplíquese un orden económico internacional justo. Utilícese toda la ciencia necesaria para un desarrollo sostenido sin contaminación. Páguese la deuda ecológica y no la deuda externa. Desaparezca el hambre y no el hombre”.
Nuestro gobierno ha expresado profunda preocupación por el hecho de que asistimos a la paulatina destrucción de la “Casa Común”, causada por una voraz economía que hace del fomento del consumo desmedido su razón de ser, provocando con ello no sólo la enajenación y cosificación del individuo, sino su conversión en grupos diminutos de depredadores, junto a grandes segmentos de víctimas.
Comunidades enteras padecen la vulneración de sus más elementales derechos, y crímenes como los que ocurren ahora en Gaza, se cometen sin que exista una respuesta efectiva por parte de la comunidad internacional.
La epidemia anticultural destruye la imprescindible diversidad de los sistemas de valores, de las culturas e identidades nacionales y empobrece el horizonte espiritual de los individuos. La homogeneidad no es tal, sobreviene algo peor: la estandarización despersonalizada de la comunidad humana y de las personas, que pierden la capacidad de pensar. Corrientes neofascistas se abren paso.
La preservación de la paz, la superación de la “filosofía del despojo”, la solución política y pacífica de conflictos, el desarme nuclear, la protección del medio ambiente, la defensa y desarrollo del multilateralismo; la oposición al racismo, supremacismo y unilateralismo; la lucha contra la exclusión social, la desigualdad y la pobreza, la protección de la dignidad y los derechos de los migrantes; la cooperación internacional en el enfrentamiento al terrorismo, el acceso al conocimiento, la contención de la codicia de las corporaciones, la sustitución de patrones irracionales e insostenibles de consumo; la democratización y regulación de las redes digitales y de la Inteligencia Artificial son desafíos que debemos enfrentar juntos todos los Estados, abordando los fallos estructurales y éticos del actual orden internacional y la dictadura del sistema financiero.
Para Cuba resulta un deber ineludible defender un orden global basado en el respeto, el diálogo y la cooperación, exento de amenazas, imposiciones y actos de agresión. Resulta perentoria e impostergable la necesidad de practicar la solidaridad.
Consciente de que está en juego la supervivencia de nuestra especie, Cuba, en apego a los principios que han caracterizado la política exterior de la Revolución, continuará contribuyendo a la búsqueda de soluciones a las crisis políticas, económicas, sociales, culturales y ambientales que aquejan a la comunidad internacional. Apreciamos el liderazgo de la Santa Sede ante estos desafíos.
Excelencia:
Su presencia hoy en nuestro país muestra el positivo estado de nuestros nexos. Su visita se produce tras el reciente fallecimiento del Papa Francisco, a quien recordaremos por el amor, la modestia, sabiduría y liderazgo moral que guiaron su vida y Pontificado, pero, también, como hemos señalado, porque tocó el alma de cada cubano, con sus muestras de afecto y comprensión.
En el inicio del Pontificado del Papa León XIV, y en el espíritu del Jubileo de la Esperanza, renovamos nuestra voluntad de fortalecer el diálogo respetuoso, ético y constructivo que caracteriza la relación entre la Santa Sede y la República de Cuba.
Muchas gracias.