Cuba es un país que ha sido víctima de numerosos actos terroristas organizados, financiados y ejecutados desde territorio de los Estados Unidos, por parte de grupos e individuos que han disfrutado allí de tolerancia y protección gubernamental, realidad que es de dominio público. Fue víctima también, en el pasado, del terrorismo de Estado perpetrado directamente por el gobierno de los Estados Unidos, que actuó en ocasiones en contubernio con el crimen organizado de ese país. Por acciones de este tipo han muerto 3478 cubanos y 2099 sufren o han sufrido algún tipo de discapacidad.
El 6 de octubre ha sido declarado en Cuba “Día de las Víctimas del Terrorismo de Estado”, como recordación a los mártires del horrendo crimen ejecutado por agentes al servicio del imperialismo.
Aquellos muchachos, felices con sus medallas, jamás llegaron a Cuba. Tampoco el resto de los ocupantes del vuelo CU-455. Era el miércoles 6 de octubre de 1976, y el avión que traía de vuelta a los campeones estalló, dejando atónitos a los bañistas que disfrutaban las apacibles playas de Barbados. No era un accidente, era un atentado terrorista, un crimen horrendo, un golpe bajo y artero a la Revolución que andaba por sus 17 años de vida; uno de los actos más sangrientos y dolorosos que ha vivido la mayor de las Antillas. Solo el valor de un líder, solo el calor de un pueblo herido, compacto y firme tras la noticia, mantuvo en pie a las familias de las víctimas.
Han pasado 44 años. Pero el dolor perdura. Perdurará por siempre, como recuerdo eterno a los Mártires de Barbados.
Durante la despedida de duelo de las víctimas en la Plaza de la Revolución el 15 de octubre, el Comandante en Jefe Fidel Castro cerró su discurso con palabras que hoy mantienen más vigencia que nunca ante los nuevos herederos del terrorismo anti cubano, que mantienen el legado de odio hacia la Revolución y estimulan acciones terroristas como el ametrallamiento de la embajada cubana en Washington realizada en la madrugada del jueves 30 de abril de este año.
“No podemos decir que el dolor se comparte. El dolor se multiplica. Millones de cubanos lloramos hoy junto a los seres queridos de las víctimas del abominable crimen. ¡Y cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla!