En Jerez, aplausos por bulerías para el Ballet Nacional de Cuba

Viengsay Valdés junto a alumnos y profesores de la Especialidad de Danza Clásica del Conservatorio Profesional de Danza Maribel Gallardo, de Cádiz. Foto: Ahmed Piñeiro Fernández

La maestría de la gran compañía danzaria cubana continúa causando admiración

Al Teatro Villamarta, de Jerez de la Frontera, llegó el Ballet Nacional de Cuba (BNC) en la tarde del jueves, 18 de abril. Para contribuir a la promoción y divulgación de la escuela cubana de ballet, que tiene en el BNC a su máximo exponente, Viengsay Valdés, además de primera bailarina, directora general de la compañía, había autorizado que alumnos y profesores de la especialidad de Danza Clásica del Conservatorio Profesional de Danza Maribel Gallardo, de Cádiz, pudieran presenciar las clases y ensayos previos a la función.

Allí se desempeña como profesora una bailarina cubana que durante muchos años formó parte del BNC: Genesia Kindelán.

«Quiero que estos muchachos, aún muy jovencitos –explicó Viengsay– tengan esta experiencia, tan importante para su vida futura como profesionales de la danza... que se acerquen a la dinámica del entrenamiento diario del bailarín cubano. Será, también, una manera de motivarlos e incentivarlos, y también, de alguna manera, de retroalimentarnos».

Y así fue. Los estudiantes, adolescentes de 12 a 18 años, que cursan la especialidad de ballet, disfrutaron las dos clases impartidas por la profesora Consuelo Domínguez, luego algunos ensayos (además de la tradicional ubicación en el escenario, algunos pasajes de Don Quijote y Giselle) y, posteriormente, de una representación de Don Quijote, que protagonizaron Anette Delgado (Kitri) y Dani Hernández (Basilio), y otras primeras figuras, junto a solistas y al cuerpo de baile.

Al final de la función sucedió algo especial y de alguna manera insólito para la mayoría de los jóvenes bailarines que hoy integran las filas del BNC: el público, puesto de pie, comenzó a ovacionar a los artistas de una manera muy distinta a como suele hacerse tradicionalmente. Habían en ese aplauso muestras de euforia y de complacencia exacerbada, que un golpeteo del suelo con los pies, tan acompasado como las palmadas, hacía más vibrante, espontáneo y festivo.

En Andalucía, especialmente en Cádiz y Jerez, «aplaudir por bulerías» (ese aplauso que tanto llamó la atención de algunos de los bailarines) es el mayor homenaje que se le puede tributar a un artista al final de una actuación.

Pero lo mejor ocurrió después: aquellos estudiantes de ballet a los que se les permitió asistir a las clases y los ensayos, esperaron a los artistas a la salida del teatro. Nuestros bailarines (todos y cada uno) abandonaron el Teatro Villamarta, de Jerez de la Frontera, escoltados por el aplauso y hasta las lágrimas, como una emocionante muestra de admiración y gratitud.

Al día siguiente, por conducto de la maestra Genesia Kindelán, la compañía recibió un mensaje del conservatorio gaditano, en el que se decía:

«Gracias al Ballet Nacional de Cuba, por haber hecho una función tan bella, profesional, y mostrar el talento de sus bailarines. (…) Gracias por tanto arte y hacer de anoche, una noche mágica para el alumnado y el profesorado».

Otro triunfo del Ballet Nacional de Cuba y de la cultura cubana en tierras españolas.

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Comunidad cubana
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