04 Noviembre 2019 — 22:52
Existe un limitado conocimiento de la historia y el alcance de las acciones del gobierno de los Estados Unidos en contra de la Revolución Cubana.
Han sido 60 años de una guerra económica extensiva e intensa, conducida meticulosamente contra un pequeño país por la más formidable superpotencia económica y militar que ha existido jamás. Contra Cuba, provocar la asfixia de la economía, empujar al pueblo al desespero e impulsar la rebeldía contra el sistema sociopolítico construido a partir de 1959, es un objetivo vigente y real.
Para ello, las estructuras del gobierno y el congreso de los Estados Unidos han desarrollado un complejo entramado de prohibiciones, sanciones y agresiones contra Cuba que hacen imposible medir sus consecuencias en términos humanos y que alcanza, al día de hoy, los 922 billones de dólares en perjuicios cuantificables. Este cerco genocida, constituye el principal obstáculo al desarrollo de la nación caribeña y al normal ejercicio de sus relaciones económicas, comerciales y financieras con terceros países.
La actual administración de los Estados Unidos dejó atrás lo que simulaba ser una política coherente de acercamiento a Cuba. Sin tener en cuenta la opinión pública norteamericana y de los propios cubanoamericanos, ampliamente favorable a los vínculos con Cuba, se han tomado desde el junio de 2017 al menos 187 medidas que marchan en sentido contrario a la intención de construir una relación basada en el respeto a la igualdad y soberanía de los Estados. Un sorprendente ritmo de 2 medidas al mes que han tenido como principal referente la aplicación en su totalidad la Ley Helms-Burton (Libertad Act/1996).
La administración Trump, por solo citar unos ejemplos, optó por restringir las licencias de viajes de ciudadanos norteamericanos a Cuba; eliminó las operaciones de compañías de cruceros hacia puertos cubanos; agudizó la persecución y sanciones a entidades bancarias; acosó a empresas aseguradoras y navieras con el fin de limitar la entrada de combustible a Cuba; obligó a empresas de terceros países a cesar contratos de arrendamiento con la aerolínea Cubana de Aviación; prohibió todos los vuelos desde Estados Unidos hacia destinos en Cuba, con excepción de La Habana.
De igual forma, se aprobó la denegación de cualquier reexportación a Cuba de artículos extranjeros que contengan más de un 10 % de componentes estadounidenses; impide la importación y exportación de medicamentos de primera línea desde Cuba hacia los Estados Unidos y viceversa; fomentó campañas de presión y desprestigio sobre los servicios médicos cubanos que Cuba ofrece en el extranjero e impulsó la toma de acción judicial en tribunales estadounidenses contra entidades que “trafiquen” con propiedades nacionalizadas en Cuba en la década de 1960. Esta disposición ataca la libertad de comercio y refuerza el carácter extraterritorial de las sanciones contra Cuba, además de dañar las relaciones económicas y comerciales de la Isla con la comunidad internacional.
En la actual coyuntura, y tal como fue solicitado por la Asamblea de la República -en el voto de Solidariedade n.º 143/XIII Sobre a necessidade de pôr fim ao bloqueio dos Estados Unidos da América à República de Cuba-, se impone el reclamo al gobierno de los EE.UU. para que cumpla con las 27 resoluciones adoptadas por la comunidad internacional en el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas y finalice, sin condicionamiento alguno, su política de bloqueo contra Cuba.
El próximo 7 de noviembre, Cuba presentará por 28va ocasión ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, la resolución titulada: “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”. Será otra victoria de David ante Goliat y una nueva oportunidad para el concierto de naciones de preguntarle al gigante: hasta cuándo?
Embajadora de Cuba en la República Portuguesa
Fuente: https://www.dn.pt/opiniao/opiniao-dn/convidados/ate-quando-o-bloqueio-co...
