Inolvidable Cantor de la Revolución: Eduardo Saborit

Granma, 12 de Mayo 2020. En el aniversario 109 de su natalicio, vale recordar la figura de  Eduardo Saborit Pérez, joven de estirpe campesina que se ganó el nombre de Cantor de la Revolución

La revitalización del Concurso Nacional de Música Campesina Eduardo Saborit, en honor a quien fuera conocido como el Cantor de la Revolución, por parte del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT)  y la Dirección Nacional de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), sin dudas constituye un merecido homenaje a la figura del autor de temas tan emblemáticos como Cuba que linda es Cuba y Conozca a Cuba primero y al extranjero después.

Luego de varios años de ausencia, el tradicional espacio campesino de la televisión cubana Palmas  y Cañas ha vuelto a arropar la realización de este concurso, que en sus inicios  llevó por nombre Concurso Nacional de Composición e Interpretación Eduardo Saborit, y llegó a ocupar teatros tan importantes como el teatro Nacional. De aquí surgieron destacados compositores, composiciones e intérpretes de lo mejor de nuestra música campesina.

Salvando las distancias,  hoy vemos con alegría que vuelve a llegar a todo el país, incluso, con muy acertadas galas finales de competencia y premiación, esta vez en el teatro Lázaro Peña en La Habana, aunque con mayor fuerza solo en el acápite de la interpretación. Pero lo importante es que ha regresado para bien de nuestro género campesino, y para recordar –justamente- a Eduardo Saborit Pérez.

Cuando este 11 de mayo nuestro pensamiento se pose en su figura, en el aniversario 109 de su nacimiento en su Campechuela natal, estaremos trayendo al presente no solo su valiosa obra musical, sino  también, su  larga contribución a la Revolución.

Músico y compositor, dejó en la historia musical cubana una profunda huella, sobre todo, por ser el autor de encendidas composiciones patrióticas que han trascendido en el tiempo y hoy cobran vital importancia dada su contemporaneidad, al reflejar procesos como el desarraigo, la partida, de la Patria que los vio nacer, de cubanos que marchan a vivir al exterior, donde por lo general, continúan extrañando nuestro suelo.

A ellos les dedicó su canción Sin bandera:Qué triste debe ser la primavera para esos que se van equivocados, sabiendo que se encuentran condenados, a vivir eternamente sin bandera. Se pierden el rumor de estas palmeras, se pierden del sinsonte el dulce canto, se pierden tanto, tanto que se pierden hasta el llanto de la madre que se queda.

Hijo de Eduardo Saborit Rodríguez,  músico de profesión y arreglista de órganos,  Saborit Pérez aprendió de joven a tocar la flauta e integró la Banda Municipal bajo la tutela de su propio padre. Sin embargo, cuentan, «desde niño manifestó una clara vocación por la guitarra…».

En Niquero conoció a Zoila Raga con la que después contrajo matrimonio y a Cresencio González, quien fuera su profesor de guitarra e influyera en él como músico y compositor. Con los Raga, se vinculó a las luchas revolucionarias pues estos  eran inquietos revolucionarios que profesaban las ideas del marxismo-leninismo.  Con ellos, en 1935, se vio obligado a emigrar a Manzanillo al ser considerados como enemigos del régimen, por esta misma causa tuvo que trasladarse a Camagüey.

Sus conocimientos de guitarra clásica le permitieron tocar en Santa Clara. Aquí es acogido en la Radioemisora Cadena Azul en la que se relacionó con destacadas personalidades de la música como Sindo Garay y Agustín Lara.  Cuando la cadena trasladó sus estudios para La Habana partió como parte del elenco de esta hacia la capital y siguió componiendo. También realizó programas en la emisora CMQ, en la que dio a conocer su  repertorio de música campesina.

En 1945, al estallar la Segunda Guerra Mundial, Saborit Pérez no dudó en marchar al frente ante el llamado hecho a los artistas para que con su arte estimularan a los soldados en el frente y en los hospitales. Con su inseparable guitarra visitó varios países de Europa. Al retornar a Cuba recorrió la isla con su conjunto campesino.

A partir del triunfo revolucionario del 1ro de Enero de 1959, dedicó su vida y obra a los logros de la Revolución.  Entonces compuso varios himnos que responden a momentos históricos que le tocó vivir, entre ellos, el de la Alfabetización (trabajó como Asesor de toda la Campaña de alfabetización), el del 1ro de Mayo, el de las Brigadas Conrado Benítez, y  el de los Becados.

Entre las canciones que escribió en esta etapa de su vida están: Despertar ( inspirada en una carta que le envía un joven campesino a Fidel expresándole que había despertado de la ignorancia en que había vivido); Cuba que linda es Cuba (la que escribió, en el mismo año de 1959, después de recorrer Hungría, Alemania y la Unión Soviética, todos  países socialistas, además de Finlandia, España y Francia). Esta canción se divulgó mucho durante el XII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, a la que asistió de invitado, y fue interpretada por un coro dirigido por Cuca Rivero. ¿Atrapó a Saborit la nostalgia por su Isla? Compone también Conozca a Cuba primero y al extranjero después, por la cual fue condecorado con la Medalla de Oro de La Habana. Estas dos últimas composiciones suyas le han dado la vuelta al mundo y han hecho que su figura trascienda por siempre.

Poco conocido en su vida es que también escribió canciones dirigidas a los niños: Mi escuelita, Los pioneros, Estrellita roja y  Niñito cubano, de la cual vale recordar la  estrofa que dice: Niñito cubano/ qué piensas hacer/ un mundo más justo/ que el mundo de ayer.

Son muchas las obras compuestas por Eduardo Saborit  Pérez y disímiles los géneros en que incursionó: boleros, sones, guarachas, canciones, sucu-sucu, himnos y marchas. El 5 de marzo de 1963, a la edad de 52 años, le sorprendió la muerte a causa de un infarto. Con su deceso la música y la Revolución perdió a uno de sus mejores y más altos exponentes. Su duelo lo despidió ese grande de la décima campesina que fue Jesús Orta Ruiz (El Indio Naborí).

 

 

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