La vigencia de Maceo se renueva, otra vez, este 7 de diciembre

San Pedro dejó de ser un punto anónimo de la geografía cubana desde aquel 7 de diciembre de 1896. La caída en combate del Lugarteniente General Antonio Maceo y su ayudante Panchito Gómez Toro sembró de pólvora y de historia ese recóndito paraje. Desde su incorporación a la Guerra de los Diez Años hasta su partida, se estima que participó en más de 600 acciones combativas. Al morir, su cuerpo estaba marcado por 26 cicatrices, de ellas, 21 recibidas en la Guerra del 68.

Apenas un hecho elevó la dimensión de Maceo: la Protesta de Baraguá. Cuando Cuba insurrecta parecía bajar la cabeza ante España, su voz no quebró: no hay paz sin independencia y sin abolición de la esclavitud. En Mangos de Baraguá, Oriente, el 15 de marzo de 1878, estuvieron frente a frente los generales Antonio Maceo y Arsenio Martínez Campos. Desde un principio el mambí dejó claro que no había pacto que valiera.

— Pero es que ustedes no conocen las bases del convenio del Zanjón, dijo Martínez Campos.

— Sí y porque las conocemos es que no estamos de acuerdo, replicó Maceo.

Fue entonces cuando Martínez Campos comprendió su errónea apreciación de encontrarse frente a “un mulato arriero que se cree general”; su verbosidad se estrellaba contra la intransigencia revolucionaria del cubano.

Al cumplirse 100 años de la Protesta de Baraguá, el Comandante en Jefe Fidel Castro reflexionó acerca de la entereza de Maceo, cuando señaló: “Hay que decir que dejó realmente a nuestro pueblo una herencia gigantesca, infinita, con esa actitud (…) con la Protesta de Baraguá llegó a su punto más alto, llegó a su clímax, llegó a su cumbre, el espíritu patriótico y revolucionario de nuestro pueblo; y (…) las banderas de la Patria y de la Revolución, de la verdadera Revolución, con independencia y con justicia social, fueron colocadas en su sitial más alto”.

Hoy se revuelven de nuevo los zanjoneros, y tratan de dividir y de confundir. Pero otra vez Maceo, de tanta fuerza en la mente como en el brazo, se levanta hecho millones. Y Panchito Gómez con él, en el Trillo o en cualquier otro parque, universidad o sitio de Cuba.

Maceo impregnó el espíritu y el cuerpo de esta isla, que hoy se levanta contra el enemigo ambicioso. Ya no podrán vencernos. Cualquier día de diciembre, de cualquier año, reiteraremos a los zanjoneros y a sus mentores: ¡No nos entendemos!

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