Ciudad de Panamá, 3 de diciembre de 2025. Integrantes de la Embajada de Cuba en Panamá, autoridades locales y grupos solidarios rindieron hoy homenaje al doctor Carlos J Finlay , destacado científico caribeño en ocasión del Día de la Medicina Latinoamericana.
La fecha, instaurada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en el día del nacimiento del eminente investigador y descubridor del vector de la fiebre amarilla, fue recordada en solemne acto en la plaza Francia, del casco antiguo de este capital al pie de la efigie y tarja que guarda su memoria.
En la velada, la consejera política de la legación diplomática, Laritza Garbey, rememoró uno de los momentos más significativos en la vida de Finlay, el 14 de agosto de 1881, cuando presentó su revolucionaria teoría en la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana.
En su trabajo titulado «El mosquito hipotéticamente considerado como agente de transmisión de la fiebre amarilla», Finlay propuso que esta enfermedad no se transmitía solo por contacto directo entre personas, como se creía comúnmente, sino que un vector biológico, en este caso, la hembra del mosquito Aedes Aegypti, era responsable de su propagación.
A pesar de la incredulidad de muchos académicos presentes, su teoría marcó un hito en la medicina, abriendo nuevas vías para la investigación y el control de enfermedades epidémicas, subrayó.
Garbey además alabó el impacto de aquel descubrimiento que sentó las bases para la erradicación de la fiebre amarilla, una de las enfermedades mortales de la historia, que había causado estragos en diversas regiones, incluyendo Panamá, Río de Janeiro y Nueva Orleans.
Gracias a sus planteamientos, explicó, se logró implementar campañas de saneamiento que resultaron en la disminución drástica de la enfermedad.
Su trabajo fue crucial para el éxito de la construcción del Canal de Panamá, donde el control del mosquito permitió reducir significativamente la mortalidad asociada a la fiebre amarilla, remarcó.
También apuntó que el legado de Finlay se manifiesta en la labor de muchos profesionales que, inspirados por su ejemplo, han trabajado incansablemente para mejorar la salud pública en la región.
Además de su trabajo en epidemiología, Finlay también hizo importantes contribuciones en el campo de la oftalmología. Publicó artículos sobre la extracción de cataratas y desarrolló métodos quirúrgicos innovadores, reveló.
Agregó que también fue pionero en la prevención del tétano en recién nacidos, promoviendo la desinfección rigurosa de manos e instrumentos.
Finlay fue propuesto en siete ocasiones para el Premio Nobel de Fisiología y Medicina entre 1905 y 1915. Aunque no recibió el premio, su trabajo fue reconocido con la Medalla Mary Kingsley, otorgada por el Instituto de Medicina Tropical de Liverpool, y la Orden de la Legión de Honor de Francia.
Por su parte, la Unesco lo considera uno de los seis más grandes microbiólogos de la historia, y su legado sigue siendo objeto de estudio y admiración.
A pesar de los intentos de minimizar su obra y de arrebatarle la paternidad de su teoría, el XII Congreso de Historia de la Medicina celebrado en Roma en 1954 reafirmó su primacía en el descubrimiento de la transmisión de la fiebre amarilla por el mosquito.
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