GUANTÁNAMO.—Qué raro misterio tenemos los cubanos, que en medio de las más complejas y difíciles circunstancias siempre sacamos a relucir esas virtudes que nos caracterizan y nos hacen diferentes.
Varios días de peregrinar por el oriente tras los pasos de Matthew, hacen reforzar el orgullo de haber nacido en esta tierra, imperfecta, como cualquier obra, pero con cosas tan grandes y sencillas y pequeñas, que no caben en estas cuartillas.
Ver a un grupo de niños que lo han perdido casi todo; los libros, la mochila, la mascota de dormir, sus zapatos, y que en medio de su inocencia infantil juegan entre los escombros acompañados por una bandera cubana, conmueve y hace que el corazón lata a mayor velocidad de la acostumbrada.
Qué decir de las interminables caravanas de trabajadores eléctricos, de las comunicaciones, la construcción, transportistas y de innumerables empresas, que como hormigas, y bajo las peores adversidades llegan primeros que nadie a los lugares del desastre, haciendo blandir en sus autos el estandarte de las cinco franjas y la estrella solitaria.
Y cuando piensas que lo has visto o escuchado todo, aparece una nueva anécdota que narra la manera en que las personas se solidarizaron, para lograr la proeza de que un huracán fuerza cuatro no dejara ninguna víctima fatal.
Que 50, 60 y más personas se protegieran en una casa fue algo común, y que allí, en medio de la oscuridad compartieran el dolor, el miedo y lo poco o mucho que tenían; el buchito de café, la toalla o el culero para el niño, entre otros bienes, no se ve en muchas partes.
Ahí está Yaliseidy Londres Cobas, una guantanamera residente en San Germán, una de las zonas más intrincadas de Baracoa, que después de haber recibido en su hogar a más de 60 personas, aun cobija a dos familias que lo perdieron todo, y que para asombro y orgullo nuestro dijo que allí permanecerían hasta que tuvieran donde vivir. Y como ella, cuántas familias más habrá en esta zona.
La explicación a tanta solidaridad y crecimiento espiritual ante la adversidad, la dio un joven motorista guantanamero, quien asombrado ante la interminable caravana de recursos humanos y materiales que transita hacia la Ciudad Primada, Maisí y otros lugares afectados, expresó conmovido: «Caballero, toda Cuba está en Baracoa».