Una ley hecha «a la medida» de un país.
En un mundo marcado por las desigualdades y las heridas abiertas por la discriminación, la violencia, la privación de derechos y el vacío legal con que tropiezan las necesidades de muchísimas personas, plasmar en letra de ley la diversidad que habita en los hogares de un país es, cuando menos, altruista, esperanzador. Cuba lo ha hecho.