Día de fiesta en el colegio electoral del presidente.
Llegó por donde no lo esperaban, una silenciosa calle sin identificación en las esquinas, perpendicular a la bulliciosa Avenida 25, que cruzó caminando como un vecino más, junto a su esposa y uno de los tres hijos que ambos comparten.
En la puerta del colegio electoral, del lado externo de la cerca perimetral, pidieron el último en la breve fila que a esa hora (8:05 de la mañana) sólo formaba una decena de vecinos.