En el Caribe, el dolor nos hizo más fuertes.
BRIDGETOWN.- Cómo imaginar qué siente Tin Cremata mientras el Presidente Díaz-Canel pone la mano en su hombro y la voz se le desgarra. Imposible saberlo.
Justo a su espalda se erige el Monumento a las víctimas del crimen de Barbados, y el Jefe de Estado recuerda al niño que era Tin 46 años atrás, cuando aquel acto de terrorismo lo privó «de su más entrañable compañero de juegos, de su mejor maestro, de su guía», de su padre.


