14 de junio. Este día del año 1845, en Santiago de Cuba, nació el hijo mayor de la familia Maceo-Grajales y años más tarde, en 1928, nació el primogénito de la familia Guevara-de la Serna, en Rosario, Argentina.
Estos hombres no solo comparten su fecha de nacimiento, pero la lista se haría inmensa si fuéramos a enumerar lo que tienen en común. Para los cubanos decir el “Titán de Bronce” o el “Che”, sus respectivos apodos, es ya una señal de mostrar respeto por quienes dedicaron su vida a la lucha por la independencia.
En el centenario de la Protesta de Baraguá, el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, valoró la integridad militar y ética de Maceo: Hay que decir que dejó realmente a nuestro pueblo una herencia gigantesca, infinita, con esa actitud [...] con la Protesta de Baraguá llegó a su punto más alto, llegó a su clímax, llegó a su cumbre, el espíritu patriótico y revolucionario de nuestro pueblo; y [...] las banderas de la patria y de la revolución, de la verdadera revolución, con independencia y con justicia social, fueron colocadas en su sitial más alto.
¿Quién puede imaginarse cómo sería formar parte de la Columna 8 “Ciro Redondo” y extender la guerra hasta el centro de la isla bajo el mando del “Che”? Momento crucial en la lucha revolucionaria que precipitó la caída de la dictadura de Fulgencio Batista. ¿Qué sentiría al compartir esos momentos de la Batalla de Santa Clara en que las tropas tomaron el tren blindado, ese que hoy queda como monumento a las puertas de la ciudad? Imposible revivir aquellos días en la ciudad que hoy guarda sus restos, lugar donde Fidel expresó:
Con emoción profunda vivimos uno de esos instantes que no suelen repetirse. No venimos a despedir al Che y sus heroicos compañeros. Venimos a recibirlos. Veo al Che y a sus hombres como un refuerzo, como un destacamento de combatientes invencibles, que esta vez incluye no solo cubanos, sino también latinoamericanos que llegan a luchar junto a nosotros y a escribir nuevas páginas de historia y de gloria. Veo además al Che como un gigante moral que crece cada día, cuya imagen, cuya fuerza, cuya influencia se han multiplicado por toda la tierra.
¿Cómo podría caber bajo una lápida? ¿Cómo podría caber en esta plaza?
¿Cómo podría caber únicamente en nuestra querida pero pequeña isla?
Solo en el mundo con el cual soñó, para el cual vivió y por el cual luchó hay espacio suficiente para él.
Así viven en nuestra mente y en la historia Antonio Maceo Grajales y Ernesto Guevara de la Serna, dos héroes reconocidos por el pueblo de Cuba. Guerreros que reunieron en su vida las cualidades de ser excelentes estrategas militares, jefes de elevado prestigio e incansables defensores de la libertad.