Crónica de un día impactante

Crónica de un día impactante*

Nunca pensé que podría vivir un día como éste, llegué al Centro de Arte y Cultura Futurama de la Ciudad de México, gracias a que personas extraordinarias me lo facilitaron, era el 3 de mayo de 2025 y se celebraría el XXIX Encuentro Nacional del Movimiento Mexicano de Solidaridad con Cuba, arribé a la sala con bastante tiempo de antelación a la hora citada, por lo que pude accionar mi cámara para dejar constancia gráfica del acontecimiento, el cual se realiza con carácter anual y en ese momento no imaginaba el valor histórico que revestiría después.

Me senté en un lugar cercano a una de las columnas, no deseaba resaltar mi presencia ocupando un asiento más cercano a la tribuna, en definitiva, no pertenecía a ninguna de las organizaciones allí convocadas. La sala comenzó a nutrirse de los delegados al evento, procedentes de todos los estados del país, de pronto me sorprende una sensación extraña, realicé una mirada panorámica y percibo ese erizamiento en mi interior por efecto de aquel un sunami humano que llegaba a mí, ¿cómo era posible que tantas personas procedentes de los más recónditos lugares del país llegaran al lugar, con una sonrisa en sus rostros luego de difíciles travesías? ¿qué mágico lazo hacía posible la hazaña de unir a más de 250 personas?

Como un solo bloque, se reúnen los delegados del MMSC, visitantes de embajadas, principalmente la cubana, directivos de la Asociación José Martí de Cubanos residentes en México, representantes del Partido Socialista, del Partido Comunista y amigos independendientes de Cuba, Colombia, Venezuela y otros países, un arribo de olas a una misma costa, fundidas en abrazos y alegrías por el encuentro, miro este extraordinario panorama y siento que mis ojos se humedecen por la emoción, aunque no imaginaba que algo pudiera superar el sentir de ese momento descubriendo como una sola cosa hacía posible todo eso, un regalo de amor hacia mi tierra.

Se anunció el inicio del acto solicitando a todos su atención, unos muy conocidos acordes se escuchan, seguidos por las notas de mi himno nacional, de pie como todos, empecé a cantar sus letras, solo pude alcanzar la primera estrofa, un nudo cerró mi garganta para no dejar que saliera mi voz, sentí un fuerte golpe en el pecho, parecía que lo apretaba la enorme medalla olímpica de la solidaridad y junto a la última estrofa del himno, brotaron las lágrimas que fui incapaz de impedir rodaran por mi rostro. Posteriormente escuché el himno nacional mexicano y tuve tiempo para apaciguar la emoción que me invadía.

El profesor, escritor, historiador y periodista de Cuba Raúl Antonio Capote Fernández, ofreció una conferencia histórica, demostrativa del origen de la actitud de resistencia del pueblo cubano, relatos nuevos para el auditorio, mientras que, para los cubanos presentes, eran muy conocidos, sin embargo, siempre diferentes al escucharlos cuando llevan otras tonalidades al decir. Posteriormente, la joven Lyl María Pichs Hernández, subdirectora del Programa Martiano en Cuba ofreció otra conferencia sobre el ideario del apóstol, demostrando sus dotes de buena comunicadora, así como su preparación histórica y política.

Luego de estas clases magistrales, pasamos a las mesas de trabajo, la primera destinada a debatir el papel de la juventud mexicana en la guerra mediática y la segunda, con el objetivo de coordinar el trabajo del movimiento a nivel nacional, yo participé en ésta última, sin pensar que la emoción volviera a impactar en mí. Escuché relatos sobre el trabajo que realizaban los diferentes estados allí representados, episodios de lucha contra informaciones mentirosas y distorsionantes sobre la realidad cubana, eventos donde el pueblo mexicano se hizo cargo de defender a los médicos cubanos de posibles daños por parte de elementos desafectos y sus compromisos  de cuidarlos en todos los rincones donde estuvieran los soldados de batas blancas, se generalizó el deseo de luchar al lado de mi pueblo, debatieron cómo hacer más por él,  se manifestó con fuerza el rechazo al bloqueo impuesto por el imperialismo yanqui, era increíble el espíritu que reinó en aquella sala, parecía que eran los propios cubanos quienes se manifestaban con aquella fuerza y amor por la justicia. En varios momentos volví a sentir húmedos mis ojos porque aquellos hombres y mujeres, viviendo tan lejos de mi país, eran capaces de amarlo y luchar por su bienestar, cuánto habían hecho y cuánto más harían por nosotros, sin embargo, los cubanos de a pie, los más humildes, no sabían de las hazañas que nuestro hermanos realizaban y que de conocerlas como yo puede hacerlo, también se emocionarían, sentirían que esa fuerza hermana les abrazaba el corazón y les impulsaba a seguir resistiendo, pero, ¿cómo hacer para que esta realidad llegue a ellos? hoy no tengo la respuesta, solo sé, que de alguna manera la encomiable labor del pueblo mexicano hacia nuestra lucha, de alguna manera les ha de llegar algún día no lejano y tendrán la posibilidad de vivir momentos impactantes junto a ellos.

No es justo lanzar una breve nota en la prensa informando un evento como cualquier otro, si existe tal envergadura, merece que se diga la fuerza de la solidaridad que nace en los humildes y lo que es capaz de hacer el amor puro de corazones lejanos, lo que puede lograr una justa batalla por la justicia y la libertad cuando se unen las manos rompiendo distancias geográficas y diferencias políticas de los estados, los pueblos harán posible la unión verdadera para hacer que la humanidad sea como un inmenso país.

Siempre agradeceré a quienes hicieron posible mi participación en este encuentro por darme la posibilidad de vivir un día impactante e inolvidable que ha fortalecido mi esperanza de un mundo mejor.

 

*Blanca Mederos

Licenciada en Economía y escritora cubana residente en México

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Comunidad cubana
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