Crónicas Vienesas (II) M A U T H A U S E N

Por: Roberto Vizcaíno
Este domingo, 15 de mayo del 2016, constituyó en Austria un día de remembranza histórica. 
Ha tenido lugar un acto solemne en homenaje a la víctimas del genocidio nazi-fascistas que entre 1938 y 1945, enviaron a alrededor de 190 000 personas de 40 naciones a los campos de concentración de Mauthausen y Gusen y exterminaron a más de 90 000, una cifra que los historiadores consideran inconclusa. De ellos, 5 fueron cubanos, capturados en Francia luego de combatir junto al ejército republicano durante la Guerra Civil Española. Sus nombres: Roberto Cortezón Martínez, Félix Llanos Alonso, José Luis Pérez Arocha, Manuel Sola Castillo y Alberto Sánchez Martínez, el único sobreviviente de este grupo, que fuera liberado el 5 de mayo de 1945 cuando tropas aliadas ocuparon el campo y desalojaron a las fuerzas de las SS alemanas. Allí estuvimos los trabajadores de la Embajada de Cuba, cubanos residentes y un nutrido grupo de compañeros de la Solidaridad y las Juventudes Comunistas y Socialistas de Austria. Me sorprendió y satisfizo ver mucha gente joven en el tributo...
En lo personal, ha sido especialmente emotivo. No he podido sustraerme todo el día del recuerdo de mis abuelos, Pedro Vizcaíno y María Luisa Laffita, ya fallecidos, quienes también fueron combatientes internacionalistas en las Brigadas Internacionales durante la Guerra Civil Española. Ellos consiguieron regresar un día a Cuba al término de la contienda con la satisfacción del deber cumplido, pero pudieron ser uno de los tantos caídos en acción o alguno de los presos muertos de Mauthausen.
La participación de cubanos en la Guerra Civil Española, en la defensa de la República contra la invasión fascista, constituye la primera acción internacionalista de la nación cubana. Los historiadores todavía no han concluido las investigaciones para determinar la cifra exacta de los cubanos participantes, pero se sabe que son más de 1500 combatientes, lo que constituye la mayor representación per-cápita de cualquier país en la conflagración,  en correspondencia con su número de habitantes. De ellos, se calcula que más de la cuarta parte perdieron la vida en el campo de batalla. Mi abuela quizás sea la primera combatiente internacionalista de Cuba. Dejo a consideración de los especialistas la confirmación de este dato histórico.
A partir de julio de 1936, los cubanos se fueron incorporando a las filas del ejército republicano divididos en tres grupos: el primero estaba constituido por los que se habían exiliado previamente en España. Este era el caso de mis abuelos, quienes habían tenido que huir de Cuba a la muerte de Antonio Guiteras, pues Fulgencio Batista había dado la orden de capturar vivo o muerto a mi abuelo quien para esa fecha era el Jefe de Acción y Sabotaje de las dos principales organizaciones revolucionarias de la época: Joven Cuba y  Pro Ley y Justicia. 
Estos voluntarios de primera hora siguieron el comportamiento de los nacionales: se integraron a las milicias republicanas, especialmente, el Quinto Regimiento. Un segundo grupo llega desde Estados Unidos y se integra al Batallón Lincoln. El último grupo llega como resultado del trabajo del comité cubano de reclutamiento. 
Usualmente se representa la participación cubana en la Guerra Civil Española en la figura de Pablo de la Torriente Brau. Es una de las tantas simplificaciones innecesarias e injustas que padecemos al contar la historia. Los cubanos representaron más de la mitad de los hispanoamericanos que allí lucharon y murieron. Varios ocuparon altas posiciones de mando en las fuerzas republicanas. Téngase en cuenta que muchos eran estudiantes, luchadores clandestinos y hasta ex-militares que habían conspirado contra la dictadura de Machado, todo lo cual les conferían un elevado grado de conciencia política y experiencia combativa. La inmensa mayoría de los jefes militares cubanos murieron en el campo de batalla, arengando y liderando en primera fila a sus seguidores. Casi nadie sabe del teniente coronel Rodolfo de Armas o del comandante Policarpo Candón. Resulta poco conocido que dos importantes exponentes de nuestra cultura, el pintor Wilfredo Lam y el escultor Pablo Porras Gener estuvieron presentes en varios enfrentamientos. No se habla de Alberto Sánchez Menéndez, uno de los tantos comandantes cubanos, a quien su amigo Pablo Neruda dedicara estas estrofas, al conocer de su muerte en combate:
“Aquí yace para siempre un hombre que entre todos destacó, como una flor sangrienta, como una flor de violentos pétalos abrazadores (…) El humo y la sangre lo han cegado. Ya allí cae, y allí su mujer, la comandante Luna, defiende al atardecer con su ametralladora el sitio donde reposa su amado, defiende el nombre y la sangre del héroe desaparecido.”  
Hay sangre cubana derramada en muchas partes del mundo, sobre todo allí donde hubo que defender una causa noble o principios sagrados de libertad, soberanía y respeto por el ser humano. En Austria, dentro de una ignominiosa fortaleza, otrora campo de concentración, hoy convertida en mausoleo, está también gravada la vocación internacionalista y solidaria del pueblo cubano. 
No podemos permitir que este enorme sacrificio sea jamás olvidado.
Viena, 16 de mayo del 2016.
 
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Comunidad cubana
Solidaridad