Ser cubano o ser cubana, para ella, constituía “privilegio que honra y compromete a quien nació como tal o recibió este don por sus méritos, e implica seguir las huellas, defender el legado de dignidad y coraje de quienes, al sentir el orgullo de serlo, identificaron su Patria y decidieron hacer a Cuba libre, independiente y soberana”.
Cuando una tarde, al regresar de una excursión en la Universidad de Oriente, por cuya creación y oficialización tanto luchó, siendo una de las dos mujeres estudiantes de Ingeniería Química Industrial, dos profesores le preguntaron qué iba a hacer de su vida, la respuesta no se hizo esperar: “Luchar por la verdad y la justicia”.
Por ello, al producirse el Golpe de Estado, el 10 de marzo de 1952, sintió que había llegado el momento “de alzarse, tomar los fusiles e ir a pelear”.
La Universidad y su casa fueron centro de sus primeras manifestaciones espontáneas, como condenar el golpe, editar y repartir panfletos con frases de José María Heredia, organizar las primeras expresiones de rebeldía, y empezar a buscar las maneras de conspirar.
Así se une a Frank País y comienza su actividad clandestina, que va a tener uno de sus puntos culminantes en el alzamiento del 30 de noviembre de 1956, y más adelante en su papel como Coordinadora del Movimiento 26 de Julio en la provincia de Oriente.
Como bien expresó Fidel: “Vilma no se inmutaba ante peligro alguno”.
Quizá cuando la dirección del Movimiento decidió que permaneciera en el II Frente Oriental, sabiendo en riesgo inminente su vida por la persecución de la tiranía, hizo realidad uno de sus más hermosos sueños: combatir en las montañas frente a frente al enemigo. Allí, además, encontró el amor.
Diría nuestro General de Ejército Raúl Castro Ruz, su compañero de toda la vida, al visitar el Memorial erigido en casa de Vilma, cuartel General del Movimiento 26 de Julio en Santiago de Cuba, cinco décadas después:
“Como leyenda viva, al triunfo de la Revolución, las mujeres querían participar, no solo ser beneficiarias, sino hacer la Revolución y se acercan a Vilma, pidiendo organizarse, brindar su aporte, defender la nueva vida.
“He sido testigo durante casi medio siglo de las luchas de Vilma…. Al triunfar la Revolución, se inicia su incesante batalla por las mujeres y los niños cubanos, que la llevó a la fundación y dirección de la Federación de Mujeres Cubanas…”.
De esta curtida revolucionaria, diría el Segundo Secretario del Partido, José Ramón Machado Ventura: “Vivirá entre nosotros con esa imagen natural, que revelaba confianza y optimismo en la Revolución y en el porvenir luminoso de la Patria”.
Y es que Vilma Espín siempre estará presente entre nosotros, en el corazón del pueblo cubano.
(Tomado de Granma)