CUBA, 27 de octubre de 2017.-El pasado 17 de febrero el Departamento de Estado y la Embajada de Estados Unidos en La Habana informaron por primera vez al Ministerio de Relaciones Exteriores y a la sede diplomática de Cuba en Washington, la ocurrencia de presuntos ataques acústicos entre noviembre de 2016 y febrero de 2017.
Según han trasladado las autoridades estadounidenses, estos incidentes se produjeron con el empleo de dispositivos sónicos de largo alcance y ocasionaron afectaciones a la salud de funcionarios de esa sede diplomática y sus familiares.
¿Qué es un ataque acústico? Se define como ataque acústico la emisión de altos decibeles de sonido para generar diferentes reacciones físicas y cognitivas con fines de neutralización, a través del empleo de armas no letales o equipos disponibles en el mercado.
En Cuba no existe este tipo de tecnología y está prohibida la importación comercial de cualquier equipamiento con estas funciones, por lo que su introducción al país solo podría realizarse de manera ilegal.
LA INVESTIGACIÓN
Desde la primera notificación de los alegados eventos acústicos, las autoridades cubanas asumieron con suma seriedad las informaciones trasladadas por los estadounidenses. Se desarrolló una exhaustiva investigación, indicada por la máxima dirección del gobierno cubano, en la que se desplegaron múltiples acciones de instrucción, periciales, técnicas y operativas, para esclarecer los presuntos hechos en un área novedosa, pues no existen precedentes de este tipo de agresiones en Cuba, ni en otras partes del mundo.
Cumpliendo lo establecido en la Ley de Procedimiento Penal vigente en Cuba, se radicó el expediente investigativo número 10/17, en función de aclarar un posible delito de Acto contra los Jefes y representantes diplomáticos de Estados extranjeros.
Al respecto, el Teniente Coronel Francisco Estrada Portales, Jefe de la Sección de Investigación Criminal del Ministerio del Interior, reveló un grupo de acciones de instrucción desarrolladas, entre ellas: la toma de declaraciones a testigos residentes en las zonas colindantes con los lugares de ocurrencia de los hechos; la emisión de despachos a diferentes instituciones para que certificaran asuntos de interés para la investigación; mediciones del espectro radioelectrónico y sonoro en las zonas de ocurrencia de los hechos, así como la toma de muestras específicamente sonoras en esos ambientes.
Asimismo, dijo que cuando las autoridades estadounidenses entregaron muestras de las que habían sido recogidas por ellos en los supuestos eventos acústicos, se le realizaron dictámenes periciales.
Se conformó un Grupo de Trabajo Permanente, responsabilizado con el proceso investigativo, en el que intervinieron diferentes especialidades del Ministerio del Interior, y se constituyó un comité de expertos en temas acústicos integrado por especialistas de los Ministerios de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente y de Salud Pública.
De manera inmediata y ante la situación planteada por la parte estadounidense, el gobierno de Cuba, en cumplimiento de sus obligaciones con la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, incrementó todas las medidas necesarias para impedir cualquier acción contra los diplomáticos de Estados Unidos.
En este sentido, el Teniente Coronel Estrada Portales se refirió a que “en los intercambios con funcionarios de la embajada de Estados Unidos, han reconocido que aprecian el incremento de las medidas de seguridad y protección, y solicitaron que se mantuvieran en función de garantizar la tranquilidad de sus funcionarios diplomáticos en nuestro país”.
¿EQUIPOS, PACIENTES, INTENCIONES, RUIDOS…?
El Departamento de Estado a través de una nota diplomática informó que los supuestos ataques sónicos se realizaban desde equipos acústicos de largo alcance, y no aportó más información al respecto.
Sin embargo, en la investigación desplegada por las autoridades cubanas no se obtuvieron informaciones o elementos que indicaran la existencia de algún equipamiento emisor de sonido como el descrito por la parte estadounidense.
Tampoco se detectaron intenciones o planes de ingresar al país estos dispositivos por fronteras aéreas o marítimas, donde se reforzó la vigilancia en coordinación con la Aduana General de la República.
El gobierno de Estados Unidos también ha manejado públicamente que sus diplomáticos habían presentado variedad de síntomas como: náuseas, mareos, dolor facial, dolor abdominal, afectación auditiva, problemas cognitivos e incluso daños cerebrales, experimentados en circunstancias y contextos muy diversos, lo que hace suponer el presunto empleo de múltiples dispositivos.
Reconocidos científicos del mundo, autores de numerosas investigaciones en diferentes campos del conocimiento como la medicina y la física, asociados a los fenómenos sónicos, han sostenido diversas hipótesis que ponen en duda la ocurrencia de los presuntos ataques acústicos.
Estos especialistas, vinculados a prestigiosas instituciones académicas y centros de investigación, consideran improbable que la gran variedad de síntomas hayan sido provocados por un equipamiento conocido, y explican que no es posible causar daños cerebrales a partir de estos incidentes.
Afirman que la pérdida de la audición solo puede provocarse por la exposición a fuentes audibles y que no constan precedentes médicos de este padecimiento a causa de sonidos inaudibles, como insisten en presentar autoridades y medios de prensa norteamericanos.
Argumentan, además, que no existen armas infrasónicas capaces de provocar las afecciones descritas, lo que ha sido demostrado en experimentos con animales. Tales daños solo podrían producirse con el empleo de potentes equipos de grandes dimensiones, que afectarían a varias personas en un radio de acción determinado y no de manera selectiva como alegan los estadounidenses.
A pesar de los presuntos daños a la salud, ningún funcionario de la Embajada acudió a instituciones hospitalarias donde habitualmente reciben atención médica.
“Y hasta ahora a ninguna unidad de nuestro sistema de salud, ningún paciente nos ha llegado con esa sintomatología asociada a que ha sido supuestamente agredido por un arma sonora”, confirmó la Dra. Martha Beatriz Martínez Torres, quien es especialista en Otorrinolaringología e integrante del comité de expertos creado para la investigación.
En este sentido, el Teniente Coronel Estrada Portales, comentó que se recibió respuesta de la Dirección Municipal de Salud de Playa, donde certificaron que no habían sido atendidos pacientes por patologías que pudieran asociarse con ataques acústicos o ruidos anómalos de altos decibeles. “Además, se revisó si algunas de las personas residentes en los alrededores de las viviendas donde supuestamente estaban ocurriendo estos ataques, hubieran sido afectados, atendidos en sus áreas de salud, con resultados negativos”, agregó.
Durante la investigación, se entrevistaron 20 testigos, vecinos de las viviendas de los diplomáticos supuestamente agredidos, quienes manifestaron no haber escuchado ruidos extraños, ni presentado problemas de salud o auditivos similares a los reportados por los diplomáticos de Estados Unidos.
El Jefe de Sección de Investigación Criminal confirmó que todos los testigos fueron sometidos a un examen médico minucioso, y ninguno tuvo afecciones de salud auditiva que pudieran relacionarse con los hechos investigados.
Por su parte la especialista en Audiología, la Dra. Álida Suárez Landrián explicó que como parte del trabajo a los testigos se les realizaron pruebas audiométricas a las personas vecinas de los lugares supuestamente implicados en las afecciones auditivas. “De dichas pruebas auditivas ninguna dio positivo a un trauma acústico, o sea, que esa curva audiométrica fue negativa para trauma acústico. Por otra parte, se realizó también pruebas de reflejo estapedial y todos fueron también negativos”, apuntó.
Para los expertos resulta llamativo que los vecinos del lugar no hayan sido afectados o al menos percibieran los alegados ruidos.
La Dra. Martha Beatriz Martínez Torres, otorrinolaringóloga, afirma que si en el interior de una vivienda o un local hay más de 90 decibeles, el exterior tiene que tener un número mayor en la frecuencia auditiva. “¿Qué es lo que estamos diciendo con esto? Quiere decir que no solamente sería afectada la persona que esté en una vivienda o un local, sino que todo el entorno, todas las personas que están en el medio exterior, también sufrirían”, añadió.
De acuerdo con las normas internacionales, el grupo de expertos en temas acústicos realizó mediciones de ruido ambiental en diferentes horarios y áreas aledañas a las residencias de los diplomáticos estadounidenses, sin embargo no se detectó ninguna anomalía.
Por su parte, el Laboratorio Central de Criminalística del Ministerio del Interior también efectuó comprobaciones prolongadas de vigilancia acústica y realizó grabaciones de ruido ambiente de manera aleatoria, las cuales ofrecieron resultados dentro de los parámetros normales.
Entre las limitadas acciones de cooperación por la parte estadounidense, estuvo la entrega tardía de algunas muestras sonoras vinculadas, supuestamente, con los hechos informados, de ahí que recibieran un exhaustivo dictamen técnico pericial.
En este sentido, el Teniente Coronel Juan Carlos Molina Campos, Ingeniero en Telecomunicaciones, precisó que luego del análisis realizado a las señales de las tres grabaciones entregadas por los estadounidenses, “se puede decir, sin dudas, que las personas que realizaron estas grabaciones no estaban sometidas a un nivel de presión acústica elevado”, pues para que pueda haber daño a las personas deben estar expuestas a “niveles de más de 80, 90, 100 decibeles de señal”.
Por su parte el Dr. en Ciencias Físicas Carlos Barceló Pérez apuntó: “Los niveles que nosotros logramos medir están en el orden de los 74 decibeles aproximadamente, y ese nivel no toma la zona de los daños auditivos traumáticos, porque para que haya un daño traumático permanente, hacen falta niveles sobre los 120, 130 decibeles. Pero a todas luces, lo que está en la grabación, los niveles sonoros no se aproximan, ni remotamente, a los niveles que harían un daño de la audición”.
Los parámetros establecidos por la Academia Estadounidense de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello en relación con los daños en humanos expuestos a armas acústicas, se encuentran en intensidades superiores a los 90 decibeles. En ninguno de los casos, las muestras de audio entregadas rebasaron estos niveles, hecho demostrado técnica, pericial y científicamente.
Si bien no se comprobó el empleo de medios técnicos para realizar estas supuestas agresiones de manera intencional, durante el riguroso análisis, las grabaciones mostraron coincidencias con los sonidos emitidos por algunas especies de insectos, especialmente grillos y cigarras.
El Teniente Coronel Molina Campos reveló lo siguiente: “Hicimos una prueba, tomamos una grabación en un parque de nuestra capital y la caracterizamos.
Aplicamos las mismas técnicas de procesamiento digital que aplicamos con las muestras de audio que nos entregaron, al sonido que grabamos de la cigarra, y coincidentemente pudimos comprobar que también es un sonido que está sobre los 7 kilociclos, que tiene un ancho de banda aproximadamente igual sobre los 3 KHz y que audiblemente es muy parecido. Hicimos también comparación de espectros de todas las señales aportadas con el espectro que grabamos y evidentemente este ruido común es muy parecido al ruido de una cigarra”.
Estos insectos habitan en zonas costeras, rurales y urbanas a lo largo de todo el archipiélago cubano y fueron identificados en la prueba de campo realizada en áreas aledañas a las residencias de los diplomáticos estadounidenses.
Investigadores norteamericanos reconocen que los ruidos causados por un grupo de cigarras pueden alcanzar los 90 decibeles; mientras los producidos por los grillos pueden registrar una intensidad de 95 decibeles.
En ambos casos, la exposición por tiempos prolongados a estos sonidos puede conducir a la pérdida auditiva, irritación e hipertensión.
Los investigadores cubanos demostraron a través de un profundo estudio la similitud entre las muestras sonoras entregadas y el sonido de esos insectos. Este resultado fue presentado a la contraparte estadounidense como la causa plausible de algunos incidentes sonoros reportados.
Hasta el momento, Estados Unidos no ha respondido sobre la información entregada, sin embargo, autoridades de ese país, citadas por medios de prensa internacionales bajo condición de anonimato, han señalado que los presuntos ruidos se asemejan a los sonidos de estos insectos.
RESPUESTA OPORTUNA A LAS “SOSPECHAS”
Dos presumibles ataques acústicos fueron reportados el 25 de abril. Esta vez, los funcionarios estadounidenses informaron a la Cancillería cubana sobre agresiones sónicas en habitaciones del Hotel Capri, lugar donde se hospedaba un diplomático de la embajada y uno de los médicos que arribó a la Isla para examinar a las hipotéticas víctimas de los presuntos incidentes.
Independientemente de que transcurrieron varios días entre los supuestos hechos y la denuncia, las autoridades cubanas realizaron diligencias investigativas de rigor. Se inspeccionaron locales, áreas aledañas y otras zonas distantes, y no se encontraron huellas físicas o evidencias materiales de interés para la investigación.
El personal de administración y servicios, así como varios huéspedes declararon no haber escuchado sonidos extraños o presentar alguna sintomatología por exposición a ruidos.
Niveles de ruido determinado en el interior de una de las habitaciones del hotel Capri en el experimento.
Como parte del análisis, se tomaron muestras de sonido que registraron un ambiente predominantemente silencioso y se comprobó la hermeticidad de los ventanales de las habitaciones. Además, se desarrolló un experimento mediante el cual se emitieron sonidos de mayor frecuencia y potencia que los registrados en las muestras de audio estadounidenses, y se corroboró que no podrían ser audibles en el interior de ninguno de los dos locales.
Al respecto, el Teniente Coronel Ernesto Pico Abello, primer perito criminalista del Ministerio del Interior, explicó: “En el radio de las zonas exteriores a la instalación de hasta 150 metros no existe ninguna edificación al nivel de las habitaciones que permita colocar una fuente sonora incluso a potencia de 120 decibeles que sea considerada dañina para el oído humano, o que pueda llegar a registrarse con la ventana cerrada en estas habitaciones y provocar contaminación acústica dañina para los huéspedes”.
Ante un panorama presuntamente incierto de agresiones contra diplomáticos estadounidenses, se debieron adoptar medidas de seguridad y protección del personal, así como la restricción de movimientos en territorio cubano y la limitación de viajes para funcionarios y familiares a la mayor de las Antillas.
Sin embargo, el comportamiento resultó ser totalmente diferente. Una muestra de ello fue que luego del 17 de febrero, fecha en que reportaron por primera vez los ataques, y hasta el 26 del propio mes, los diplomáticos estadounidenses notificaron a la Cancillería cubana 15 viajes fuera de la capital con fines recreativos. Por otro lado, entre febrero y junio, la embajada de Estados Unidos solicitó un total de 293 visas, de ellas 158 para familiares y amigos de los funcionarios acreditados en la Isla, quienes también se movieron libremente por el país en viajes de esparcimiento.
Ante esta situación el Teniente Coronel Estrada Portales llamó la atención sobre un tema específico. Reveló que “al momento de denunciarse estos hechos por la embajada de Estados Unidos, el Jefe del Departamento de Seguridad Diplomática del MININT llamó a una entrevista al Jefe del Área de Seguridad de esa sede, y al indagar con él sobre la ocurrencia de los hechos, en función de precisar datos para desarrollar nuestra investigación, resultó que este funcionario desconocía la ocurrencia de esos hechos”.
Y agregó: “es muy significativo por dos razones fundamentales: una, resultó posteriormente que ese funcionario Jefe del Área de Seguridad que desconocía la ocurrencia de los hechos, fue reportado como uno de los atacados; y la segunda de tanta importancia como la primera, es que desconocía la ocurrencia de los ataques contra sus funcionarios y familiares, cuando su función en Cuba es, precisamente, preservar a estos funcionarios y familiares”.
OBSTÁCULOS PARA LA INVESTIGACIÓN
Durante este período de investigación se evidenció la falta de voluntad de las autoridades estadounidenses para cooperar en el esclarecimiento de los hechos, pues no facilitaron la entrega de la información necesaria, ni colaboraron con las diligencias investigativas del Ministerio del Interior.
En la práctica, solo se ha experimentado el acceso extemporáneo de los investigadores cubanos a los inmuebles presuntamente afectados y la entrega de nuevas muestras de supuestas agresiones sonoras.
En este sentido, el Teniente Coronel Estrada Portales señaló: “Las autoridades de Estados Unidos responsabilizaron a Cuba con la investigación, determinación y eliminación de estos hechos, sin asumir la responsabilidad plena que le corresponde como país afectado en participar en la investigación. No han dado acceso, ni a los investigadores, ni a los hechos porque lo informaron meses, días y horas después de ocurrido, ni a las víctimas, ni a los testigos. No hay cómo conocer lo que pueda aportar una víctima sin entrevistarla”.
Añadió que “No obstante, a ello, las autoridades de las EE.UU., no han accedido ni a que entrevistemos a las víctimas y tampoco siquiera a aportarnos las declaraciones que se les pidieron que le tomaran ellos, no solo para su utilización en el sentido estricto de la investigación policiaca, sino también para aportarlas a los expertos, a los científicos, a los especialistas que pudieran analizar lo que estas víctimas referían sobre la ocurrencia de los hechos denunciados”.
Los diplomáticos estadounidenses afectados por supuestos ataques acústicos, constituían una evidencia principal a ser evaluada por los expertos cubanos para el esclarecimiento de los hechos. Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos negó el acceso a estas personas y las trasladó hacia su territorio, impidiendo que se les realizara un dictamen pericial.
Estados Unidos tampoco facilitó el intercambio entre científicos e investigadores cubanos y el equipo médico del Departamento de Estado que visitó la Isla para evaluar los presuntos daños ocasionados a los diplomáticos.
“Nosotros estuvimos todo el tiempo dispuestos a atender a esos pacientes, a investigar qué era lo que había pasado. El Sistema de Salud cubano cuenta con todos los recursos, pero realmente la cooperación fue nula y solamente hemos tenido comunicaciones, que en nuestro criterio no son expertas, sobre lo que había sucedido”, dijo el Dr. Manuel Jorge Villar Kuscevic, especialista de II Grado en Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello.
Por su parte, el dictamen médico entregado por las autoridades norteamericanas con la valoración de las 20 personas presuntamente afectadas por la exposición a ruidos intensos, tiene una sola cuartilla, es muy general y carece de los elementos técnicos requeridos en este tipo de informes.
Añadió el Dr. Villar Kuscevic que desarrollaron toda la investigación a partir de datos incompletos. “No hemos tenido realmente una información que sea científica y fidedigna para nosotros poder llegar a una conclusión en cualquier sentido”, aclaró.
Por su parte la Dra. Álida Suárez Landrián, aseveró: “Lo único que hemos recibido de la contraparte han sido dictámenes nada específicos. Se realizaron estudios vestibulares, estudios audiométricos, pero ¿dónde están los estudios?, ¿dónde están los resultados de esos estudios? Si nosotros no vemos los estudios, no vemos el resultado de los estudios ¿cómo podemos hablar que existió tal daño o que no existió? No tenemos una base científica, ni una base sólida para poder dar un diagnóstico”.
“Tampoco hemos tenido la posibilidad de hacerle un examen físico-otorrinolaringológico y además de manera general no conocemos todo el entorno sanitario que rodea a estas personas”, afirmó la Dra. Martha Beatriz Martínez Torres.
También fue recurrente durante todo el proceso la falta de oportunidad para reportar los presuntos hechos por parte de las autoridades de EE.UU. Todos fueron informados de manera tardía a pesar de que el Departamento de Seguridad Diplomática del Ministerio del Interior habilitó cinco números telefónicos exclusivos para que la Embajada de Estados Unidos en La Habana notificara directamente cualquier incidencia.
En este sentido, el Teniente Coronel Estrada Portales comentó: “Las autoridades de los Estados Unidos han informado todos los hechos de manera tardía y parcial. El 25 de abril informaron de un hecho ocurrido supuestamente 30 días antes, el 30 de marzo. El 6 de abril a las 14:00 horas, la embajada informó de un hecho ocurrido supuestamente en horas de la noche del día antes, cuando nuestras fuerzas se personaron en el lugar para realizar la investigación, no les permitieron acceder ni a las víctimas ni al interior del lugar del hecho. Con ello obstaculizaron el desarrollo de las acciones policíacas que corresponden para el esclarecimiento a pesar de lo tardía de la información”.
A pesar de que los supuestos ataques sónicos se vinculan a áreas y tecnologías poco conocidas para Cuba, las autoridades estadounidenses no han accedido a la propuesta cubana de realizar un intercambio técnico a nivel de expertos, ni han facilitado el empleo de sus tecnologías en el campo de los registros sónicos e infrasónicos.
Resulta contradictorio que Estados Unidos no haya querido cooperar plenamente a este nivel, cuando se conocen experiencias positivas en áreas de seguridad como narcotráfico, lavado de dinero y terrorismo, la mayoría en un escenario donde no existían relaciones diplomáticas, lo que evidencia resultados cuando existe voluntad política real.
Ejemplo de ello, fue la colaboración bilateral en el año 2013 en el área de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, cuando se registraron acciones de ciberataques contra instalaciones tecnológicas y militares estadounidenses. En este incidente máquinas cubanas fueron previamente controladas desde el exterior, en función de utilizar las infraestructuras nacionales como puentes y presentar a la Isla como presunta atacante.
En aquella ocasión se realizaron intercambios bilaterales a nivel técnico, operacional y político, que permitieron un rápido esclarecimiento de los hechos e incluso la realización de diligencias investigativas por parte de las autoridades estadounidenses.
Al respecto, el Teniente Coronel Estrada Portales reflexionó: “Como se les ha reiterado a los funcionarios de Estados Unidos, esta es una investigación en pleno desarrollo. Pero para que pueda llegarse al éxito en la misma, es imprescindible la participación plena y responsable de las autoridades de ese país; que permitan el acceso a sus expertos, que han estado participando, según han dicho, en la investigación por su parte; que permitan acceder a la declaración de los testigos, que permitan acceder al dicho real de las víctimas sobre qué ocurrió y cuáles fueron los síntomas y demás detalles que son imprescindibles para las acciones policíacas que deben desarrollarse, además de las acciones a ejecutar por el grupo multifactorial de expertos que está participando en esta investigación”.
En la actualidad, tras reiteradas solicitudes de la parte cubana, solamente se ha podido concretar la cooperación con las agencias especializadas estadounidenses para la investigación de los alegados hechos.
Hasta el momento no ha sido posible el intercambio con el equipo médico que examinó a las supuestas víctimas, ni con expertos en temas tecnológicos y acústicos.
En tal sentido, durante los meses de junio, agosto y septiembre de 2017, se produjeron en la Isla tres encuentros entre especialistas de Estados Unidos y sus contrapartes cubanas. Los intercambios se desarrollaron en un clima constructivo y profesional, en el que la parte estadounidense expresó su intención de cooperar de forma más sustantiva en la investigación de los supuestos incidentes.
Los integrantes de la delegación de Estados Unidos, expresaron que no disponen de evidencias que permitan confirmar la ocurrencia de los citados ataques, y plantearon la inexistencia de hipótesis sobre el origen de las afectaciones de salud referidas por sus diplomáticos.
La propia portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert, reconoció públicamente que su gobierno no ha podido determinar la causa o un culpable de los supuestos eventos sonoros.
Los investigadores estadounidenses señalaron que no descartan la posibilidad de que los síntomas experimentados por los diplomáticos fueran provocados por otras causas ajenas a los llamados ataques acústicos, de ahí que continúen las investigaciones.
Reconocieron, además, el papel desplegado por Cuba en el proceso investigativo.
Concluye el Teniente Coronel Estrada Portales que: “En los intercambios con los funcionarios de los EE.UU., han reconocido que Cuba no tiene responsabilidad alguna en la ejecución de los ataques que ellos están denunciando. Han reconocido además, que Cuba es un lugar donde históricamente han desarrollado su actividad diplomática de manera tranquila y protegida, y que nuestro país siempre ha garantizado las medidas necesarias para el desarrollo de este trabajo por los funcionarios de la embajada de los Estados Unidos”.
CONCLUSIONES PARCIALES DE LA INVESTIGACIÓN
Las autoridades cubanas desplegaron todas las posibilidades investigativas en base a la información aportada por la parte estadounidense.
• Se demostró la inexistencia de evidencias que indiquen la ocurrencia de los alegados ataques acústicos;
• No ha sido posible establecer hipótesis investigativas sobre el origen de estos hechos, que por su naturaleza son eminentemente sensoriales y no dejan huellas, ni rastros, aspecto respaldado por los representantes de las agencias especializadas de Estados Unidos que viajaron a Cuba.
• Tampoco se han identificado posibles autores ni personas con motivación, intención o medios para ejecutar este tipo de acciones. En la labor realizada por el equipo de investigadores cubanos y en la información aportada por los funcionarios estadounidenses no se ha establecido la incidencia de personas o medios sospechosos en los lugares de ocurrencia, ni en sus alrededores.
• El equipo médico y científicos cubanos luego del análisis técnico pericial a las muestras sonoras entregadas por Estados Unidos, certificaron la imposibilidad de que estas causaran las afectaciones a la salud descritas por los diplomáticos.
Durante todo el proceso investigativo, las autoridades cubanas han mantenido actualizadas a sus contrapartes norteamericanas mediante notas verbales entregadas a la embajada de Estados Unidos, y encuentros diplomáticos y de seguridad.
LA MANIPULACIÓN POLÍTICA
La politización de este tema, evidenciada en las recientes decisiones del gobierno estadounidense de reducir al mínimo su personal diplomático en Cuba y solicitar la salida de 15 funcionarios de la Embajada cubana en Washington, sin que esté sustentado en evidencias ni en resultados concluyentes de la investigación en curso, solo beneficia a un reducido grupo de la extrema derecha anticubana, encabezada por el senador Marco Rubio, que persiste en mantener la política hostil contra la Isla, en detrimento de los genuinos intereses nacionales de Estados Unidos y de su pueblo, que han dado muestras de apoyo a la normalización de las relaciones entre ambos países.
Rubio, opositor a cualquier acercamiento con La Habana envió recientemente junto a otros cuatro senadores, una carta al Secretario de Estado Rex Tillerson, en la que pide la expulsión de todos los diplomáticos cubanos en Washington y el eventual cierre de la Embajada de ese país en Cuba, como represalia a los supuestos “ataques acústicos”.
La decisión de reducir el personal diplomático estadounidense en Cuba generó el rechazo de Bárbara Stephenson, presidenta de la Asociación Estadounidense del Servicio Exterior, sindicato que representa a los diplomáticos norteamericanos y agrupa a 16 mil afiliados. La funcionaria manifestó que los problemas de salud alegados no justifican una retirada a gran escala.
Esta posición ha sido respaldada por importantes personalidades y políticos estadounidenses que catalogaron como excesiva y errónea la reacción de la Casa Blanca. Consideraron que ello significaba un retorno a las fallidas políticas de Guerra Fría y que respondía al interés de algunos individuos por interrumpir el proceso de normalización.
La implementación de las citadas medidas, junto a otras como la suspensión por tiempo indefinido de las reuniones bilaterales en la Isla, la visita a Cuba de delegaciones oficiales, las restricciones en la emisión de visas del consulado de Estados Unidos en La Habana y la alerta a los viajeros estadounidenses para que no visiten Cuba, constituyen un retroceso en las relaciones bilaterales, pues perjudican los intercambios y la cooperación en diversas áreas de interés común, especialmente en los limitados vínculos económicos y en el área migratoria.
Esta situación, originada por intereses políticos, pone en riesgo la preservación de la seguridad nacional de ambos países, pues se afectarían los acuerdos en materia migratoria y de aplicación y cumplimiento de la ley, con impacto directo en el enfrentamiento a delitos transnacionales como terrorismo, narcotráfico, ciberataques, tráfico de personas, entre otros.
A lo largo de la historia revolucionaria ha quedado demostrado que Cuba cumple con rigor y seriedad sus obligaciones internacionales, incluida la protección de todos los diplomáticos, sin excepción.
Además, universalmente es reconocida como un destino seguro. Un análisis de la empresa Data World, publicado a inicios de abril de 2017 y basado en las advertencias de viajes emitidas por el Departamento de Estado durante los últimos siete años, reveló a Cuba como uno de los países de mayor seguridad para el turismo estadounidense. En ese período, el Departamento de Estado no dirigió ninguna de sus advertencias de seguridad para nuestro país, ni contempló a la Isla en la lista de las 25 naciones más peligrosas para la integridad física de sus ciudadanos.
En los últimos dos años, a partir del inicio del proceso de normalización de relaciones, se ha incrementado el número de visitantes norteamericanos a Cuba, y solo en este año se registran más de medio millón, sin contar los viajes de los cubanos residentes en ese país que ascienden a más de 320 mil.
La Isla nunca agrediría o permitiría el uso de su territorio para afectar a diplomáticos o ciudadanos estadounidenses, ni de ningún país del mundo.
Sin embargo, contra misiones diplomáticas y entidades cubanas en cerca de 20 países, se han perpetrado más de 150 atentados, entre los que se incluyen la embajada cubana ante las Naciones Unidas y la entonces Sección de Intereses de Cuba en Washington. Estos actos terroristas, ejecutados por grupos asentados en territorio estadounidense, han dejado un saldo considerable de funcionarios diplomáticos muertos o heridos, entre los que sobresale el caso de Félix García Rodríguez, asesinado el 11 de septiembre de 1981 en la ciudad de Nueva York.
Desde el triunfo de la Revolución cubana, la Isla ha sido blanco directo de constantes agresiones de todo tipo auspiciadas por diferentes administraciones estadounidenses, que practicaron el terrorismo de Estado.
Los sabotajes al vapor La Coubre y la tienda El Encanto, el ataque mercenario por Playa Girón, la detonación de una aeronave civil cubana en pleno vuelo y las bombas en diferentes hoteles y centros turísticos del país, entre muchas otras agresiones, marcaron el sufrimiento de todo un pueblo, con un saldo de 3 478 víctimas fatales y 2 099 incapacitados físicamente de por vida.
A pesar de estas agresiones permanentes contra el pueblo cubano, la Revolución ha mantenido como principio el respeto a la integridad física y moral de todos los seres humanos.
Como se ha reiterado en disímiles ocasiones, Cuba tiene la voluntad de continuar las negociaciones de los asuntos bilaterales con Estados Unidos, sobre la base de la igualdad y el absoluto respeto a nuestra soberanía e independencia. Cuba y Estados Unidos pueden cooperar y convivir de manera civilizada, a pesar de las profundas diferencias, y promover el beneficio para ambos pueblos.
(Cubaminrex-Granma)