La estrategia cubana para enfrentar la Covid-19 muestra ya resultados palpables pues al avanzar hacia los cuatro meses de su puesta en práctica, y con un escenario medio en el número de casos positivos, los contagios descienden y solo se localizan ahora en su mayoría en la capital.
Basada en un modelo de investigación-desarrollo (I+D) propio, que integra la gestión de la ciencia, la atención médica y la epidemiológica, según sus desarrolladores, la metodología cubana ante la enfermedad se centra en lo preventivo y terapéutico.
Para lograrlo, gobierno, autoridades sanitarias y comunidad científica echaron a andar desde su aparición en China y con mayor énfasis al llegar a Cuba, una maquinaria que engrana todas las ramas del saber, desde las ciencias naturales, biológicas y exactas, hasta las sociales sin faltar las Tecnologías de la Informática y las Comunicaciones.
Más del 90 por ciento de los pacientes recuperados, una letalidad de 3,7 por ciento, figuran entre las cifras registradas, además de reportes de casos que oscilan entre menos de 10 hace ya varias semanas.
A juicio del Ministro de Salud Pública, José Ángel Portal, la pesquisa activa y el empleo de productos de la industria biofarmacéutica nacional conllevó al impacto positivo en la evolución de la enfermedad en Cuba. Esa es la clave.
Desde los instantes iniciales, el 11 de marzo con los primeros casos positivos, ya diversas instituciones trabajaban para evitar su propagación y jugaron un rol importante las autopesquisas, mediante aplicaciones móviles, y las pesquisas activas a cargo de la Atención Primaria de Salud ejecutadas por los estudiantes de años avanzados de medicina.
Pero la biotecnología, con su arsenal de productos, llegó a los pacientes y a pesar de constituir una enfermedad nueva, con la experiencia internacional y la propia se fue moldeando un protocolo de tratamiento que ya entra en su quinta versión.
Según los niveles de complejidad de los servicios está definida la escalera de atención, con terapias diseñadas en la comunidad, así como los centros de vigilancia a viajeros, los sospechosos, los confirmados y los que transitan hacia estadios graves y críticos.
En cada nivel está presente la industria biotecnológica, con cuatro productos convertidos ya en indispensables: Biomodulina T, el Interferón alfa2B, Jusvinza (CIGB258) y el Itolizumab.
Los dos primeros como reguladores de la respuesta inmune y los últimos empleados en el tratamiento de otras enfermedades y redirigidos a pacientes con Covid-19, a pesar de presentar mecanismos de acción diferentes, pero con un efecto común que contribuye a detener el proceso proinflamatorio que ocurre sobre todo en pacientes graves y críticos.
Con una mirada de largo alcance, trascurridos ya casi cuatro meses, y más de dos mil pacientes recuperados, varias instituciones estudian ahora con profundidad el virus SARS-Cov-2, para una mejor valoración clínico-epidemiológica.
El Instituto Pedro Kourí (IPK), líder en investigaciones de enfermedades tropicales, y pionero en la atención de los primeros casos positivos, logró la secuencia del genoma del nuevo coronavirus que circula en Cuba, vital para conocer su comportamiento.
Es necesario este proceder para seguir de cerca su evolución, conocer cómo se manifiesta en los diferentes pacientes, lugares, en un mismo paciente, en asintomáticos, graves y para buscar además mutaciones, explicó la científica cubana Guadalupe Guzmán.
Investigaciones sobre la persistencia de un PCR (Prueba de proteína C reactiva) positivo entre los 20 y 31 días después de aparecer los síntomas, así como otro sobre las causas que llevaron a la gravedad a un paciente teniendo en cuenta factores como la edad y morbilidades como diabetes, hipertensión arterial o la presencia de más de dos de ellas, lleva adelante la institución.
Otra de las entidades volcadas en los estudios de la enfermedad en Cuba es el Centro de Genética Médica, que centra sus investigaciones en explorar la predisposición genética de los pacientes a llegar a estadios severos, así como comprobar si, presentar grupo sanguíneo A+ puede además conducir a esa etapa, entre los más significativos.
Con el curso del tiempo, y en la búsqueda de casos, la ruta a seguir en su control centra su mirada además en abrir el abanico de estudios.
Más pruebas PCR, y el uso del diagnosticador UMELISA SARS-CoV-2 IgG, un reactivo de tecnología SUMA ( Sistema Ultra Micro Analítico) destinado a detectar anticuerpos generados por el nuevo coronavirus, son aplicadas en diferentes grupos poblacionales. Ambas pruebas, según cifras oficiales, ha llegado a 22,4 por cada mil habitantes.
De ahí que el Centro de Inmunoensayo, adscrito al grupo empresarial BioCubaFarma, y desarrollador del diagnosticador, busque más alternativas para incrementar el monitoreo de posibles personas contagiadas.
Ya trabajan en otras tres pruebas para fortalecer el sistema de diagnóstico. El primero de ellos será un ELISA (técnicas inmunoenzimáticas) para la detección de anticuerpos totales, para identificar individuos que hayan estado expuestos al virus.
El segundo un ELISA para la detección de anticuerpos IgM que permitirá descubrir personas con una infección reciente por el nuevo coronavirus y el tercero concebido para la detección del antígeno del SARS-COV-2.
Un rastreo constante en lo preventivo y la aplicación de productos de la biotecnología para los diferentes tratamientos en los diversos niveles de atención han mantenido a raya el virus en Cuba, una combinación fructífera.
Por: Ana Laura Arbesú (Prensa Latina)