La grandeza de José Martí resulta incuestionable, hombre de una proyección política trascendental, estadista extraordinario, maestro de las letras, aglutinador de masas, y, sobre todo, amigo del más valioso de los tesoros: nuestros niños.
Para ellos tuvo y dedicó tiempo, a pesar de su temprana entrada en la historia. A ellos legó la Edad de Oro, una hermosa e inacabada obra que aún hoy es fuente de sueños e imaginación sin límites.
En ocasión del 122 aniversario de la caída en combate de este hombre universal, los pequeños y jóvenes de nuestra Embajada agradecieron, al creador de sus mejores sueños, de la forma que mejor saben hacerlo: desde su imaginación infinita e inocente creación.
Sin importar edad o estatura, con la naturalidad que solo ellos poseen, justo como lo imaginaban o sentían, todos juntos, tal y como él los soñó, nuestros niños y jóvenes reciprocaron todo el amor recibido. Cada uno hizo patente su manera de ver a Martí: en la bandera, en la estrella solitaria, en la pequeña casita amarilla de la calle Paula, en los zapaticos de rosa, en su amor por “Ismaelillo”, o sencillamente en mentarlo como “el amigo” o “el hombre bueno que quiso mucho a los niños”.
Fue sin dudas una jornada especial en la que Martí volvió a cobijarlos, seguro de que son ellos la esperanza de este mundo nuestro.
EMBACUBA ARGENTINA