El día en que cayó, el 19 de mayo de 1895, en Dos Ríos, Martí se inmolaba por el derecho a la vida de todos los habitantes del planeta. La muerte trágica de Martí privó a los cubanos de la presencia física del héroe. ¿Cuánto más podría haber hecho de haber continuado vivo? Es difícil predecirlo. Pero la muerte solo se llevó al hombre, porque su ejemplo y su pensamiento pasaron a la inmortalidad, no han dejado de estar presentes ni un instante en el quehacer combativo de generaciones y generaciones de cubanos, incluso después de la victoria revolucionaria de enero de 1959 que completó una parte de los sueños del Héroe Nacional, porque todavía queda mucho por luchar, teniendo como paradigma el pensamiento martiano.
Toda su producción literaria y revolucionaria continúa siendo un diálogo cultural, una necesidad impostergable no solo en nuestro país y en América, sino en el mundo entero.
De él aprendimos el infinito valor y la fuerza de las ideas, el patriotismo, y la solidaridad. La inmensa sabiduría de José Martí y sus vínculos con la cultura universal son referentes indispensables para enfrentar los colosales desafíos que la humanidad tiene ante sí.
En este pequeño homenaje, y a los 129 años de su muerte, reafirmamos que las ideas del Maestro persisten en el tiempo y se agiganta la figura del poeta, ensayista y líder político, héroe nacional de la independencia y guía del pensamiento latinoamericano.
Resulta inminente el conocimiento de la vida y obra para las nuevas generaciones de este cubano universal, cuando la desidia, la globalización, las campañas mediáticas y las patrañas imperialistas pretenden agraviar su figura y desestabilizar esta magnánima obra que es la Revolución Cubana.
José Martí Pérez sigue encabezando la lucha de su pueblo que lo tiene siempre presente, no en el mármol lúgubre y frío de una estatua o un monumento, sino en el quehacer diario explosivo y de fuego de una Revolución, la suya, que como volcán esparce las cenizas de su ejemplo por todo el mundo.