Señor Presidente,
La elevada carga de la deuda externa tiene cada año un mayor impacto negativo sobre las economías y las poblaciones de los países en desarrollo, así como en sus esfuerzos por alcanzar el desarrollo y el bienestar de sus ciudadanos.
El actual orden económico internacional ha exacerbado la desigualdad, y son los países en desarrollo los más sufren el impacto de este desequilibrio.
La brecha financiera entre el Norte y el Sur Global ha crecido. No es justo que los países en desarrollo se vean imposibilitados de generar y acceder a los 4 billones de dólares anuales necesarios para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible durante la década de acción restante, mientras el gasto militar mundial aumentó un 9% en 2023, hasta alcanzar la cifra récord de 2,2 billones de dólares.
Del mismo modo, resulta inconcebible que países en desarrollo tengan que pagar tasas de interés más elevadas que varios países desarrollados. Esto solo conduce a reproducir la pobreza en nuestros países.
La arquitectura financiera internacional actual no responde a nuestras necesidades y la carga de la deuda continúa desviando recursos que pudieran ser destinados a la educación, la salud, entre otros sectores de impacto social.
Se deben proporcionar medidas urgentes y ambiciosas de alivio de la deuda a todos los países en desarrollo que no pueden hacer frente a esa carga. Estas medidas deben tener un enfoque a largo plazo, con el objetivo de recuperar los sectores sociales y económicos en nuestras sociedades, y al mismo tiempo podamos invertir en nuestros compromisos para alcanzar un desarrollo sostenible.
Cuba aprovecha esta oportunidad para instar a las instituciones financieras internacionales, a los bancos multilaterales de desarrollo y a los prestamistas privados a que proporcionen un alivio de la deuda a nuestros países, incluso mediante la cancelación, la suspensión y la reestructuración de la deuda.
Consideramos también que esta crisis ratifica la necesidad de abordar cuestiones significativas pendientes desde hace mucho tiempo, en relación con la arquitectura de la deuda internacional y el sistema financiero internacional.
Creemos, además, que las soluciones deben ser inclusivas en su alcance, para no dejar atrás a ningún país necesitado. Observamos, por ejemplo, que muchas de las iniciativas, hasta el momento, se llevan a cabo en el ámbito de las principales instituciones financieras internacionales, de las cuales Cuba no forma parte.
En pocas palabras, la reducción, transformación o condonación de la deuda externa sería insuficiente, si no va acompañada de un rediseño de los actuales patrones de funcionamiento de la economía, el comercio y las finanzas internacionales.
Señor Presidente,
Cuba se honra en presentar anualmente al Consejo de Derechos Humanos el proyecto de resolución titulado “Consecuencias de la deuda externa y de las obligaciones financieras internacionales conexas de los Estados para el pleno goce de todos los derechos humanos, en particular los derechos económicos, sociales y culturales”, que incluye al mandato de la Experta Independiente y constituye un esfuerzo para visibilizar el impacto de la deuda externa en los derechos humanos.
Al respecto, nos gustaría agradecer a todos los Estados que se pronuncian a favor de esta resolución y a las delegaciones de Luxemburgo y Bélgica que, en los últimos años han abandonado una posición retórica y han expresado mediante el voto la importancia de discutir sobre esta cuestión en el marco del CDH.
Cuba reitera que es momento de tomar acciones que cambien la dinámica actual de las relaciones económicas, para lo cual las Naciones Unidas constituyen una plataforma única y esencial. Aprovechemos este espacio para diseñar un futuro mejor para todos.
Muchas gracias.