El 86, 85 % de los electores que depositaron su boleta en las urnas el domingo 24 de febrero –día de aliento mambí– dijo Sí a la nueva Constitución y, con ello, 6 816 169 cubanos patentizaron su apoyo a un proyecto de país que apuesta por el socialismo, el respeto a los derechos, y la inclusión; o, lo que resume todo ello, a la dignidad plena de su gente.
Este respaldo, indudablemente masivo, a un proceso de naturaleza popular, que convirtió a cada habitante en constituyente, adquiere resonancias mayores en el contexto internacional en extremo adverso, donde los imperialistas de siempre, con sus tambores que llaman a la guerra, anuncian el fin de todas las utopías.
Pero la Isla, con 150 años de luchas a sus espaldas, no está dispuesta a doblar la cerviz ante los designios de los «amos del mundo», y apuesta por la soberanía, a pesar de las presiones que vienen en forma de bloqueo económico, financiero y comercial; noticias falsas, amenazas directas o proyectos subversivos. El referendo constitucional, la amplia participación de los votantes, y los resultados, así lo demuestran.
Unidad, conciencia ciudadana, cultura jurídica, reafirmación revolucionaria… son saldos que deja el proceso de reforma constitucional; una vivencia que no terminará para la nación con la proclamación de la nueva y de vanguardia Carta Magna.
Comenzará después el reto tremendo de ajustar las leyes a sus esencias, de instrumentar, actuar y, sobre todo, respetar la letra constitucional, que es sagrada. Que se ponga en práctica cada enunciado, ese es el desafío, uno sobre el que nos alertó Fidel y que se ha asumido en esta ocasión como eje central para pensar la Ley Fundamental de la República.
Con todos y para el bien de todos, para cada ciudadano de Cuba, independientemente de cuál haya sido su voto, será el país resultante de este Sí, uno cada día mejor, siempre en Revolución, donde convivan la voluntad de cambiar lo que deba ser cambiado y la fe en el mejoramiento humano. (Redacción Nacional de Granma)