“En la sede de las Naciones Unidas, escuchamos e hicimos preguntas al diplomático cubano que preside el G77 más China que se reunirá el 15 de septiembre en La Habana
Por Stefano Vaccara
Cuba preside el G77 + China, una coalición de países en desarrollo que pretende crear una mayor capacidad de negociación conjunta dentro del trabajo de Naciones Unidas. Dentro de unos días, del 15 al 16 de septiembre, se celebrará en La Habana la cumbre de la organización, precisamente en preparación de las reuniones de alto nivel de la AGNU78, la Asamblea General que se inaugura el día 19 en Nueva York.
Fundado por el Movimiento de Países No Alineados en 1964, el G77 incluye ahora hasta 134 países, una cifra que representa el 75% de los miembros de las Naciones Unidas y el 80% de la población mundial. Su “peso” en la ONU es considerable, y de hecho el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, participará en la cumbre de La Habana.
El ministro cubano de Asuntos Exteriores, Bruno Rodríguez, al anunciar la participación de Guterres en la cumbre de La Habana a través de X (antes conocida como Twitter), afirmó que ésta estará dedicada a “abordar los desafíos actuales del desarrollo y el papel de la ciencia, la tecnología y la innovación”. Por su parte, Guterres anunció que “llamará a utilizar la ciencia y la tecnología para el bien, así como a garantizar que el multilateralismo beneficie a todos los países”.
El jueves, el representante permanente de Cuba ante las Naciones Unidas, el embajador Pedro Luis Pedroso Cuesta, quien preside el G77 + China, invitó a los periodistas al quinto piso del Palacio de Cristal para una conferencia de prensa sobre los objetivos de la cumbre de La Habana.
Al llegar a una sala vacía adornada con la bandera cubana pintada en un hermoso cuadro detrás del embajador, había muy pocos colegas, pero la reunión fue muy interesante, al menos para aquellos que querían comprender las sensibilidades cubanas ante las diversas crisis en curso, mientras que la El país caribeño todavía enfrenta la larga transición política posterior a Castro.
Pedro Pedroso Cuesta afirmó que la cumbre se convierte en un punto de inflexión para definir las estrategias de los países del “Sur Sur”, ese mundo en desarrollo que, gracias también a China, podrá ahora independizarse en el ámbito científico, tecnológico y de innovación de ciertos países del Norte que, en cambio, les han hecho “pagar” esta dependencia a precios exorbitantes.
En palabras del embajador cubano, mientras la China de Xi Jinping parece ser un socio confiable para los países del Sur, dispuesto a compartir sus tecnologías y ayudar a los países en desarrollo, Estados Unidos y sus aliados son los principales responsables de las políticas que causan inmenso sufrimiento a los pueblos de los países pobres.
El diplomático cubano afirmó que la actual crisis global multidimensional, con un sistema financiero controlado por unos pocos países que con un sistema crediticio “imposible” mantienen a raya a los países en desarrollo, ha llevado a una aceleración de la deuda y por ende de la pobreza, llevando también a la crisis de inseguridad alimentaria y una creciente brecha entre el Norte y el Sur del mundo.
Luego Pedroso Cuesta recordó las medidas coercitivas unilaterales y bloqueos ilegales, como el impuesto por el gobierno de Estados Unidos contra Cuba desde hace más de 60 años, denunciando que ese embargo, agravado por la injusta inclusión de Cuba en la arbitraria lista de Estados patrocinadores del terrorismo, constituye el principal obstáculo a la seguridad alimentaria del pueblo cubano. El embargo estadounidense a Cuba tiene un impacto devastador en todos los sectores de la vida de su población y obstaculiza el desarrollo económico y social y por tanto la implementación de la Agenda 2030. El bloqueo viola grave, flagrante y sistemáticamente los derechos humanos del pueblo cubano, incluidos sus derechos a la alimentación y al desarrollo, insistió la misión de Cuba ante la ONU.
Cuando un periodista de la televisión china preguntó al jefe de la misión cubana ante la ONU qué pensaba de los bloqueos tecnológicos de Estados Unidos contra muchos otros países, el diplomático respondió: “Impedir que los países Sur-Sur se equipen con tecnología sostenible hace vano cualquier intento de lograr la agenda ODS 2030 o los acuerdos climáticos”. Incluso el esfuerzo de la “Cumbre del Futuro” organizada por la ONU en 2024 sería inútil, según el diplomático cubano.
Sin embargo, hay una noticia: la unidad demostrada por el “G77 + China”, según el embajador cubano, está cambiando el desequilibrio global. “Por primera vez puedo ver a presidentes de países del Sur hablando con los líderes del Norte rico, mirándolos a la cara con un nivel de transparencia y honestidad nunca antes visto. Ya no es como hace diez o cinco años, cuando siempre teníamos que aceptar lo que nos ofrecían vendernos. Los países están cansados de ver cómo les despojan de sus recursos sin nada a cambio. El escenario ha cambiado en todas partes, incluso en este Palacio de Cristal. De hecho, por primera vez vemos un secretario general de la ONU atacar, con detalles precisos y análisis profundo, los efectos del actual sistema financiero”. Entonces, ¿todo ya está cambiando este año? Se pregunta el diplomático, que luego aminora el paso: “Es un proceso complicado y llevará más tiempo. Pero el proceso se ha puesto en marcha y ahora los países en desarrollo querrán cada vez más tener voz en las decisiones sobre el comercio internacional y el sistema financiero”.
La sombra oscura de la relación de Cuba con EEUU dominó el encuentro, con el embajador acusando continuamente a Washington de haber obstaculizado incluso la ayuda sanitaria a la isla durante la pandemia de Covid-19 (“Cuando llamamos a una empresa suiza con la que ya habíamos tenido contacto para suministrarnos con respiradores, nos dijeron que ya no podían aceptar nuestros pedidos porque la propiedad de la empresa había pasado a los estadounidenses…”).
Le preguntamos al diplomático cubano si tenía esperanzas de algún cambio en las relaciones entre ambos países, especialmente de cara a las próximas elecciones presidenciales estadounidenses: “No tengo ninguna esperanza de que nada cambie. La administración Biden no ha hecho más que continuar la política de Trump, que había desmantelado los avances logrados durante el gobierno de Obama. El embargo está dictado por leyes del Congreso y obviamente llevaría tiempo cambiarlas, pero todavía se podrían realizar inmediatamente intervenciones a nivel ejecutivo para mejorar las relaciones entre los dos países, como ya ocurrió con la administración Obama. Pero no tengo esperanzas en el actual presidente, quien prometió durante su campaña electoral que devolvería la política hacia Cuba a los años anteriores a Trump, pero no ha cumplido ninguna de sus promesas. Quién sabe qué tipo de agitación política debería tener lugar realmente…”.
En este punto el embajador cubano explicó su idea de lo que podría ser la relación entre EEUU y Cuba: “Durante la administración de Barack Obama, los estadounidenses empezaron a conocer a Cuba y a su gente, a comprender que no somos enemigos, sino un pueblo hospitalario dispuesto a colaborar y trabajar juntos por objetivos comunes. Hay muchas cosas que podemos aprender de Estados Unidos, pero también otras que los estadounidenses pueden aprender de Cuba, en muchos campos incluido el cultural. Precisamente el fin de semana pasado fui a visitar el 'barco de la amistad' ubicado en Connecticut, el barco que transportaba a unos africanos que habían sido esclavizados pero que lograron liberarse en Cuba y luego durante su fuga, en lugar de regresar a África, llegaron a EEUU. Hay una conmovedora película de Spielberg sobre esta historia (“Amistad”), uno de los tantos testimonios de los vínculos entre la historia de Estados Unidos y Cuba. Pero tenemos muchas cosas en común, incluso en la música, como en la literatura, basta pensar en el Jazz y Hemingway. Cuántas iniciativas importantes podríamos desarrollar juntos, especialmente en el intercambio de información entre científicos cubanos y estadounidenses. Creo que habría enormes ventajas para ambos, pero en cuanto a su pregunta, si tengo esperanzas de que las relaciones puedan cambiar pronto, lamentablemente no tengo ninguna. Me encantaría equivocarme, pero esta es mi lectura personal de cómo es la situación hoy. Cuba permanece abierta a cualquier diálogo con Estados Unidos, siempre que se la trate como a un igual. Somos independientes y disfrutamos de los mismos derechos soberanos”.
¿Tiene el presidente cubano del G77 alguna expectativa sobre el próximo G20 que se celebrará en la India? ¿Siguen siendo necesarios este tipo de cumbres?
“El G20, en sus participantes, muestra las tensiones globales del momento, están divididos en todo. Además, ni el presidente de China, Xi Jinping, ni el de Rusia, Vladimir Putin, estarán allí. No me parece que el G20 pueda aportar innovaciones significativas. Lo seguiremos, veremos las conclusiones, pero no hay grandes expectativas sobre las soluciones que puedan surgir del G20. En lugar de ello, necesitamos relanzar el sistema de relaciones internacionales, restablecerlo en la forma en que se toman las decisiones”.
En los discursos sobre tecnología e innovación, el embajador cubano nunca menciona el peso de las empresas privadas, aquellas que avanzan -como está sucediendo en el campo de la Inteligencia Artificial- independientemente de las cumbres y las relaciones entre estados. Entonces preguntamos ¿cómo ve Cuba el futuro que surge de la carrera competitiva global entre empresas tecnológicas privadas? ¿Qué pueden hacer los estados para influir en ello?
“Sin duda es una cuestión clave y la discutiremos durante la cumbre. No hay duda de que las empresas que se ocupan de la IA y otras tecnologías están logrando resultados en muy poco tiempo, pero también es cierto que los estados pueden imponer legislación interna e incluso internacional que regule el sector. Estas tecnologías ya son fundamentales en muchos sentidos para los objetivos de desarrollo, pero hasta ahora existe una falta total de legislación que pueda dirigir estos avances. Esto debe ocurrir por el bien común y para que los beneficios de estas tecnologías se extiendan por todas partes para llegar a todos, en lugar de concentrarse sólo en el 1% que sigue beneficiándose del 90% de los ingresos mundiales”.