Palabras del Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla con ocasión del lanzamiento de la Revista MEDICC. Nueva York, 24 de septiembre de 2019.

Palabras del Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla con ocasión del lanzamiento de la Revista MEDICC. Nueva York, 24 de septiembre de 2019.

Buenas noches, damas y caballeros.

Deseo agradecer a los editores de MEDICC por invitarnos al lanzamiento de este número especial a la vez que me gustaría felicitarlos por su excelente trabajo.

Con todos los avances científicos actuales y la inmensa riqueza acumulada, la mitad de los 7.300 millones de habitantes del planeta siguen sin disponer de servicios básicos de salud. De los 60 millones de muertes en 2016, el 54% fueron causadas por las diez principales enfermedades curables.

Sólo en este año, según la Organización Mundial de la Salud, 5,6 millones de niños morirán antes de cumplir los cinco años. Esto equivale a 15 mil muertes diarias.

En este mismo país, el más poderoso económica y tecnológicamente que haya existido jamás, 28 millones de personas carecen de seguro médico, es decir, se ven privadas de un acceso real a la atención de la salud; mientras la clase política continua los debates sin respuesta en busca de una solución.

Es un drama que no tiene por qué serlo y que, en nuestra opinión, no tiene ninguna justificación. Es también una situación que contrasta con la realidad cubana, que, de manera muy humilde, estamos dispuestos a compartir.

Nuestra experiencia se basa en la idea de que el acceso a la atención médica para todos es un derecho humano, y que garantizar dicho acceso es una obligación de todos los Estados cuando existe un mínimo sentido de justicia social. En nuestro caso, esa obligación está recogida en la Constitución.

Sólo con un compromiso honesto y una firme voluntad política del gobierno puede un país relativamente pequeño, con recursos naturales y riqueza limitados, y que sufre un brutal bloqueo económico, alcanzar los notables indicadores de salud que el mundo actual celebra.

Es la única manera de alcanzar la calidad de la cobertura médica universal reconocida por MEDICC en la edición que hoy se lanza, una que garantice niveles de bienestar e indicadores de salud para nuestros ciudadanos comparables a los de las sociedades más ricas y avanzadas del mundo.

Las políticas que nos han permitido alcanzar estos resultados son las siguientes: la creación de un único sistema público de salud gratuito, accesible y universal; un orden económico que proporciona al Estado los recursos necesarios para los programas de salud; la capacidad de formar y movilizar los recursos humanos necesarios; y la cohesión social en torno a estas políticas a nivel comunitario.

La fortaleza del sistema se fundamenta en tres pilares: en primer lugar, la promoción de la salud y la prevención de enfermedades; en segundo lugar, una sólida estrategia de atención primaria y, en tercer lugar, programas de formación del personal calificado con talento profesional y convicciones éticas de compromiso social.

Para el sistema de salud pública de Cuba, los ciudadanos no son clientes, sino pacientes o individuos sanos cuyo bienestar debe ser protegido y promovido con enfoques de prevención.

De ahí el papel curativo del médico, de las clínicas y de los hospitales no es suficiente. Son sólo una parte de la ecuación. La ciencia, la educación, la protección del medio ambiente y la estabilidad social juegan un papel fundamental en el desarrollo y garantía del estado de salud de la nación.

No creemos que el sistema de salud desarrollado en Cuba deba ser reproducido en otros países. Probablemente no sería posible. Pero la experiencia cubana ayuda a ilustrar algunos conceptos y prácticas de innegables logros que, si se adaptan a las realidades de cada sociedad, ofrecerían mejoras significativas en los indicadores de salud, particularmente en los países en desarrollo.

Un factor adicional y definitorio en la raíz del sistema de salud cubano es la solidaridad. Sin ella, no sería posible explicar la voluntad de varias generaciones de profesionales y técnicos de la salud de ir a prestar servicios de salud en cualquier rincón de nuestro territorio nacional, para cubrir a cualquier comunidad, sin importar cuán remota esta se encuentre y sin importar las dificultades que pudieran encontrar.

Sin un concepto arraigado de la solidaridad, sería aún más difícil explicar la voluntad del personal calificado de la salud cubano de prestar servicios de salud en otras partes del mundo. Más de 400.000 de esos profesionales lo han hecho en los últimos decenios y muchos miles de ellos, lejos de su patria, siguen participando en la mayoría de las ocasiones con las comunidades más pobres de los países en desarrollo sobre la base de acuerdos bilaterales de cooperación intergubernamental. Actualmente, están presentes en más de 70 países.

La cooperación sanitaria internacional que Cuba ha brindado en los últimos 60 años ha beneficiado a millones de personas en 164 países. Se trata de un esfuerzo que se ajusta claramente a las pautas de la cooperación Sur-Sur que las Naciones Unidas han venido promoviendo desde el decenio de 1970.

A pesar de los esfuerzos por desacreditar esta contribución y de las calumniosas acusaciones en su contra, se trata de una cooperación elogiada y reconocida por la comunidad internacional. Es apreciada por las personas que se han beneficiado y que han disfrutado de su valioso impacto. Es un esfuerzo del que nos sentimos muy orgullosos.

Vivimos en un mundo que gasta recursos incalculables en el desarrollo de armas, en la promoción de guerras y en el fomento de patrones de consumo para los pocos que están agotando las fuentes de vida en la Tierra.

Con una fracción de esos recursos, con un poco menos de codicia y un mínimo de solidaridad, se podrían solucionar los problemas de salud que están condenando a partes importantes de la población mundial.

Aprender cómo se hace es muy importante. Requerirá creatividad y humildad. Pero lo esencial es movilizar la voluntad moral que puede dar lugar a la acción política.

Muchísimas gracias.

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