Mientras el emperador Trump se aferra desesperadamente al poder y multiplica los ataques contra la isla socialista al sur de su frontera, al incentivar, en las redes sociales, a través de sus diversas organizaciones fachada, la comisión de actos de sabotaje como incendiar un coche de policía o destrozar un escaparate de un negocio de venta de productos en moneda extranjera, con recompensas de hasta 10.000 dólares, creyendo que podría desencadenar un "golpe suave", el gobierno cubano y sus científicos están trabajando para desarrollar una vacuna capaz de derrotar al covid-19 y salvar vidas.
Recientemente, el profesor y científico Francisco Cavalli, presidente de MédiCuba Europa, ONG presente en trece países, visitó Cuba para tomarle el pulso a la lucha anticovid-19 en este país asediado durante más de sesenta años por la primera potencia económica y militar al mundo.
Primera observación: entre marzo y finales de noviembre, según datos proporcionados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), Cuba deplora cincuenta veces menos muertes por covid-19 que Suiza y casi 120 veces menos que Bélgica. Para una población de casi doce millones de personas, esto representa una tasa de letalidad de 1,18 por 100.000 habitantes. Entre los vecinos de República Dominicana, esta tasa sube a 21,92, mientras que en la próspera Alemania la tasa es de 19,62, en Suiza, 55,53 y en Bélgica, 144,73. Estas cifras hablan por sí solas y pueden explicarse por el hecho de que el Estado se haga cargo, de manera disciplinada y enérgica, de la lucha contra la pandemia, como el constató el eminente científico que llegó a Cuba a conocer también sobre el desarrollo de la vacuna cubana Soberana 1 (Soberana).
Esta vacuna entrará en su tercera fase a finales de año. Si todo va bien, a finales de marzo de 2021, la vacuna estará lista para ser fabricada en grandes cantidades para su posterior administración a la población.
Cuba ha invertido sumas considerables en su industria biomédica durante años y ahora trabajan allí unas 20.000 personas. Recordemos que fue en Cuba donde se creó la primera vacuna contra el meningococo. También se ha demostrado que otros fármacos cubanos son eficaces para tratar la anemia, la insuficiencia renal o la recuperación de la quimioterapia.
Puede que Cuba no sea el primer país en inventar una vacuna contra el coronavirus, pero será, se afirma en altos cargos, el primer país en administrarla gratuitamente a toda su población. También se alega que el gobierno cubano planea exportarlo a bajo costo a países necesitados y sin grandes recursos. Sobre todo, porque la vacuna Soberana 1 está adaptada al clima de la región y no requiere potentes sistemas de refrigeración. Otra forma de ayudar a los necesitados, evitando quedar a merced de los grandes laboratorios internacionales que obtienen miles de millones de beneficios de la salud de las personas.
Cuba ha reiterado, durante todos los años de bloqueo inhumano, que no comparte los excedentes sino lo que tiene en su plato. Esto es lo que hará con su vacuna, mientras el vil Trump busca una forma de asfixiar aún más a la nación caribeña. Sí, el ejemplo cubano es contagioso, pero de un contagio hermoso que no requiere que lo tratemos.
Mientras el emperador Trump se aferra desesperadamente al poder y multiplica los ataques contra la isla socialista al sur de su frontera, al incentivar, en las redes sociales, a través de sus diversas organizaciones fachada, la comisión de actos de sabotaje como incendiar un coche de policía o destrozar un escaparate de un negocio de venta de productos en moneda extranjera, con recompensas de hasta 10.000 dólares, creyendo que podría desencadenar un "golpe suave", el gobierno cubano y sus científicos están trabajando para desarrollar una vacuna capaz de derrotar al covid-19 y salvar vidas.
Recientemente, el profesor y científico Francisco Cavalli, presidente de MédiCuba Europa, ONG presente en trece países, visitó Cuba para tomarle el pulso a la lucha anticovid-19 en este país asediado durante más de sesenta años por la primera potencia económica y militar al mundo.
Primera observación: entre marzo y finales de noviembre, según datos proporcionados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), Cuba deplora cincuenta veces menos muertes por covid-19 que Suiza y casi 120 veces menos que Bélgica. Para una población de casi doce millones de personas, esto representa una tasa de letalidad de 1,18 por 100.000 habitantes. Entre los vecinos de República Dominicana, esta tasa sube a 21,92, mientras que en la próspera Alemania la tasa es de 19,62, en Suiza, 55,53 y en Bélgica, 144,73. Estas cifras hablan por sí solas y pueden explicarse por el hecho de que el Estado se haga cargo, de manera disciplinada y enérgica, de la lucha contra la pandemia, como el constató el eminente científico que llegó a Cuba a conocer también sobre el desarrollo de la vacuna cubana Soberana 1 (Soberana).
Esta vacuna entrará en su tercera fase a finales de año. Si todo va bien, a finales de marzo de 2021, la vacuna estará lista para ser fabricada en grandes cantidades para su posterior administración a la población.
Cuba ha invertido sumas considerables en su industria biomédica durante años y ahora trabajan allí unas 20.000 personas. Recordemos que fue en Cuba donde se creó la primera vacuna contra el meningococo. También se ha demostrado que otros fármacos cubanos son eficaces para tratar la anemia, la insuficiencia renal o la recuperación de la quimioterapia.
Puede que Cuba no sea el primer país en inventar una vacuna contra el coronavirus, pero será, se afirma en altos cargos, el primer país en administrarla gratuitamente a toda su población. También se alega que el gobierno cubano planea exportarlo a bajo costo a países necesitados y sin grandes recursos. Sobre todo, porque la vacuna Soberana 1 está adaptada al clima de la región y no requiere potentes sistemas de refrigeración. Otra forma de ayudar a los necesitados, evitando quedar a merced de los grandes laboratorios internacionales que obtienen miles de millones de beneficios de la salud de las personas.
Cuba ha reiterado, durante todos los años de bloqueo inhumano, que no comparte los excedentes sino lo que tiene en su plato. Esto es lo que hará con su vacuna, mientras el vil Trump busca una forma de asfixiar aún más a la nación caribeña. Sí, el ejemplo cubano es contagioso, pero de un contagio hermoso que no requiere que lo tratemos.