Venezuela ha cometido el «delito» de la insumisión al imperio

Venezuela es una nación de hombres libres, sobre su pueblo se descarga hoy la soberbia de los «dueños de mundo», por no doblegarse, por no bajar la cabeza y aceptar el dogal de la ignominia. Ha cometido el peor delito que un pueblo puede cometer frente a un imperio, el delito de insumisión.

Leo un poema de Rafael Alberti dedicado al Madrid republicano y no puedo dejar de pensar en Venezuela: «Madrid, corazón de España, late con pulsos de fiebre. Si ayer la sangre le hervía, hoy con más calor le hierve». La ciudad roja y rebelde revive en Caracas, corazón de América, de la Patria Grande que, «apretada como la plata en las raíces de los andes», se dispone, bajo el resplandor de los sables de Junín, Ayacucho, Carabobo, «porque es la hora del recuento y de la marcha unida», a defender a su Venezuela, con el mismo valor y entrega que los milicianos republicanos defendieron Madrid de las hordas fascistas.

Martí inevitable acude: «Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con las armas de almohada (…), las armas del juicio, que vencen a las otras».

Venezuela es una nación de hombres libres, sobre su pueblo se descarga hoy la soberbia de los «dueños de mundo», por no doblegarse, por no bajar la cabeza y aceptar el dogal de la ignominia. Ha cometido el peor delito que un pueblo puede cometer frente a un imperio, el delito de insumisión.

El imperio no perdona a los rebeldes, si buscamos en la historia veremos que no hay justicia para quien les desafía. Un representante de otro imperio, el Príncipe Obispo Greifenclau, en la época de las guerras de religión que asolaron Europa, frente a las tropas vencidas en Tréveris, dijo ante una petición de clemencia lanzada por un oficial de su tropa: «No hay perdón, un insumiso que no recibe su castigo deja una simiente que puede retoñar muchas generaciones después».

Un pueblo insumiso no puede esperar justicia del imperio, los poderosos señores dueños del mundo (eso creen), los amos de horca y cuchillo de hoy, nunca perdonarán la firmeza, el valor y la conciencia de los revolucionarios.

«Ya nunca podrá dormirse, porque si nuestra América se duerme, querrá despertarse un día y el alba no vendrá a verle».

«Rondan por tu cielo halcones que precipitarse quieren sobre tus rojos tejados, tus calles, tu brava gente (...) Que cada barrio, a su hora, si esa mal hora viniere –hora que no vendrá– sea más que la plaza más fuerte. Los hombres, como castillos; igual que almenas, sus frentes, grandes murallas sus brazos, puertas que nadie penetre».

De los cerros, silenciosos bajan los soldados de Ayacucho y Carabobo, del llano, de las selvas, de las sombras surgen y se alistan lanzas y monturas, se llenan de viento las velas de Bolívar, pobre del invasor que su planta muestre en este suelo indómito.

«Fuentes de valor y hombría las guardas tú donde siempre. Atroces ríos de asombro han de correr de esas fuentes. (…) jamás olvides que enfrente los ojos del enemigo te echan miradas de muerte».
América toda se apresta:
«¡Los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas!».

En contexto:

El exlíder de Pink Floyd, Roger Waters, ha instado a los internautas a protestar frente a la misión diplomática estadounidense ante la onu. «Detengan esta última locura del Gobierno de ee. uu., dejad en paz al pueblo venezolano», reza el mensaje de Waters, que subraya que en Venezuela existe una democracia real. Asimismo, el exlíder de Pink Floyd criticó a Washington por intentar destruir el país sudamericano con el objeto de que el 1% pueda saquear su petróleo.

 Por  | internet@granma.cu

Categoría
Eventos
RSS Minrex