Venezuela jamás estará sola

La historia guerrerista norteamericana nos revela, con sobrada elocuencia, cuál es su modus operandi. No hay nada nuevo en el guión utilizado esta vez con Venezuela, excepto algunos personajes. Otra vez el disfraz de ayuda humanitaria para enmascarar una intervención.

«Respeto a la paz», «condena al golpismo, a la intromisión», «defensa al derecho de los pueblos de elegir su camino», son frases muchas veces repetidas por estos días en Cuba en centros de trabajo y estudio, en cooperativas agropecuarias y en espacios comunitarios de todo el país, porque Venezuela solo ha cometido un pecado: andar con pies propios y con la cabeza erguida, sin sucumbir ante las pretensiones imperiales. Ha cometido el pecado de ser libre.

«Es inadmisible que el gobierno yanqui se aproveche de la oposición para destruir las grandes conquistas logradas por la Revolución Bolivariana», señaló a Granma la técnica en edificaciones de la Empresa Constructora de Obras de Arquitectura No. 57, de Santiago de Cuba, Miriam Isaac Reginfo.

Quien se desempeñara durante tres años en esa nación hermana como inspectora de la Misión Vivienda, en el Estado de Miranda, refiere que vio levantar miles de inmuebles en los cinco municipios que atendía, todos para damnificados de deslaves, casos sociales y familias humildes en general, muchos de los cuales se entregaban totalmente amueblados.

«Todo eso está en juego ahora –precisa–, y con ello también los programas de salud, de educación, cultura, deporte, ciencias, producción de alimentos, medioambientales y de desarrollo económico, que tanto odian los opositores y la cúpula gobernante de Estados Unidos, porque no les permiten el saqueo de las riquezas a que estaban acostumbrados.

«Por ello, como plantea la Declaración del Gobierno Revolucionario de Cuba, que acabamos de respaldar con nuestra firma, apoyaremos como sea necesario, hoy se requiere de dignidad y de acción, porque así como Fidel dijo que después de Girón todos los pueblos de América Latina fueron un poco más libres, si se pierde el ejemplo de Venezuela peligrará esa libertad.

«Jamás dejaremos sola a Venezuela –enfatizó–, y pienso que el mundo tampoco la dejará a su suerte, porque esos baños de sangre y el retroceso de la historia a que siempre han conducido las intervenciones militares de Estados Unidos apoyadas por algunos gobiernos títeres, no puede ser el destino de los hijos del Libertador Simón Bolívar».

María Cristina Díaz Montalván, bodeguera del consejo popular Sabino Hernández, de Villa Clara, aseguró que estos son tiempos en que se necesita de la unidad de todos para preservar la soberanía y la independencia de esa nación.

Por su parte, Elías René Pérez Molina y Florencio Altunaga López, delegados al XXI Congreso de la CTC, expresaron su condena a la agresividad yanqui, que no pretende otra cosa que apoderarse de los recursos naturales de Venezuela y acabar con la unidad latinoamericana.

Si piensan que vamos a cruzarnos de brazos, están equivocados, dijo Digna Morales Molina, directora del Grupo Empresarial del Comercio y la Gastronomía en Villa Clara, quien recordó la frase de José Martí: «deme Venezuela en qué servirla: ella tiene en mí un hijo», idea multiplicada hoy por millones de cubanos y ciudadanos honestos del mundo que saben muy bien lo que significaría perder la independencia de esa nación.

EN CONTEXTO

El presidente Donald Trump, desde Miami, pronunció un ofensivo discurso en el que confirmó la amenaza de una agresión militar contra Venezuela.

El canciller cubano, Bruno Rodríguez, expresó que es la hora de pronunciarse, por encima de diferencias políticas, en defensa de la paz, e hizo énfasis en que la ayuda humanitaria es un pretexto para una guerra de despojo del petróleo.

Trump ofende la soberanía de Venezuela, cuna de El Libertador y la independencia, con la imposición de un presidente títere inventado en Washington, añadió en su cuenta de Twitter.

Bruno Rodríguez asegura que Trump incorpora el macartismo a la Doctrina Monroe y confirma que contra Venezuela todas las opciones son posibles. «El peligro de agresión militar es real. La historia de Nuestra América lo demuestra».

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