73 AGNU: Intervención de la Delegación de Cuba en el Debate General de la Segunda Comisión. Nueva York, 8 de octubre de 2018.

Señor Presidente:

Cuba se suma a lo expresado por las distinguidas delegaciones de Egipto a nombre del Grupo de los 77 y China; El Salvador por la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC); y Maldivas a nombre de la Alianza de los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo. Es un honor para nosotros tener un representante de nuestra región presidiendo los trabajos de esta Comisión. Le felicitamos a usted y a los demás miembros de la Mesa por su elección y le trasladamos el apoyo de mi delegación en el desempeño de sus funciones.

Señor Presidente:

Cuba participará en las labores de la Segunda Comisión a fin de contribuir a eliminar los obstáculos, brechas y desafíos que en materia de desarrollo afronta la comunidad mundial, que afecta especialmente a los países en desarrollo, en particular aquellos más vulnerables.

Deberán ser premisas de las labores de la Comisión el debate constructivo, el respeto mutuo y la igualdad nacional de cada uno de sus miembros, así como el uso eficaz y eficiente de su agenda, tratando siempre con calidad y profundidad los temas bajo su consideración. Deberemos respetar también las diferentes realidades, capacidades y niveles de desarrollo de cada país, así como salvaguardar el espacio normativo de cada miembro y la observancia del derecho internacional y la Carta de las Naciones Unidas, desterrando las prácticas de imponer propuestas no consensuadas y que sólo representan los intereses de un pequeño grupo de países: los  desarrollados.   

Señor Presidente:

La consecución de la Agenda 2030 para el Desarrollo, la Agenda de Acción de Addis Ababa y el Acuerdo de París, entre otros acuerdos marcos, sólo será posible si todos los Estados miembros demostramos un verdadero compromiso, voluntad política y espíritu de cooperación.

A tres años de haberse aprobado la Agenda 2030, se agrava la desigualdad y polarización social en el mundo, incluido al interior de las propias naciones desarrolladas, cuya opulencia contrasta tristemente con la pobreza en que vive gran parte de la población en los países en desarrollo: más de 767 millones de personas continúan viviendo en condiciones de pobreza; 793 millones sufren de desnutrición y uno de cada cuatro niños en el mundo sufre de desnutrición crónica. La paradoja de esta situación radica en que existen los recursos, la tecnología y la capacidad para eliminar la pobreza y el subdesarrollo, como lo ilustra el gasto militar anual global de 1,7 millones de millones de dólares. Ha faltado la voluntad política y el verdadero compromiso de los Estados más poderosos para cumplir sus compromisos internacionales.

La erradicación de la pobreza en todas sus formas y dimensiones, incluida la pobreza extrema, continúa siendo el mayor desafío global y constituye un requisito indispensable para el desarrollo sostenible. Para lograrlo, debemos poner fin a los conflictos entre los pueblos y eliminar las causas que conllevan al subdesarrollo.

Si queremos un mundo habitable, de paz y concordia entre las naciones, de democracia, justicia social, dignidad y respeto a los derechos humanos de todos, tendríamos que adoptar cuanto antes compromisos tangibles en materia de ayuda al desarrollo y solucionar el problema de la deuda externa ya pagada varias veces. Los países desarrollados deben cumplir con los compromisos internacionales adquiridos en materia de Ayuda Oficial al Desarrollo. Aún están lejos de cumplir el objetivo de movilizar el 0,7 por ciento de su Producto Interno Bruto para los países en desarrollo, incluida la meta de 0,15 al 0,20 por ciento para los Países Menos Adelantados (PMAs).

Se necesita otra arquitectura financiera internacional, eliminar el monopolio tecnológico y del conocimiento. Cuba reitera el imperativo de alcanzar un Nuevo Orden Económico Internacional, basado en la equidad, la igualdad soberana, la interdependencia, el interés común y la cooperación de todos los Estados, cualesquiera sean sus sistemas económicos y sociales. Apoyamos y promovemos la cooperación Sur-Sur, como una muestra de solidaridad entre los países en desarrollo con los limitados recursos de que disponemos y como complemento, no sustituto, de la Cooperación Norte-Sur. Los países hoy industrializados deben aceptar su deuda histórica y ejercer el principio de «responsabilidades comunes pero diferenciadas». La comunidad internacional no puede seguir postergando la consecución  del derecho al desarrollo.

La reforma del pilar de Desarrollo recién aprobado deberá ser universalmente aplicable y pertinente para abordar los retos de alcanzar el desarrollo sostenible, teniendo en cuenta las diversas realidades, capacidades y niveles de desarrollo y respetando las políticas y prioridades nacionales.

Señor Presidente:

El cambio climático y su impacto a nivel global amenaza la supervivencia misma de la especie humana. Si bien consideramos que el Acuerdo de París no es suficiente,  el mismo constituye un punto de partida que debemos preservar y desarrollar si queremos preservar nuestro planeta para  las futuras generaciones. Ningún país debe renunciar unilateralmente a su responsabilidad internacional común, a su responsabilidad histórica, ni olvidar su deuda ecológica con la humanidad y las generaciones futuras.  Se impone que los países desarrollados modifiquen sus irracionales patrones de producción y consumo y hagan efectivos sus compromisos en materia de financiamiento y transferencia de tecnología a los países en desarrollo, bajo el principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas.

Señor Presidente:

La comunidad internacional, en abrumadora mayoría, ha rechazado en innumerables ocasiones la imposición de medidas coercitivas unilaterales que impiden la plena consecución del desarrollo económico y social de los pueblos, particularmente de los países en desarrollo. Cuba rechaza enérgicamente esta práctica e insta una vez más a los Estados a que se abstengan de promulgar y aplicar unilateralmente medidas económicas, financieras o comerciales que no sean compatibles con el Derecho Internacional y la Carta de las Naciones Unidas.

El pueblo cubano ha resistido durante casi 60 años el efecto de la aplicación de estas medidas, como consecuencia del ilegal, inmoral e injusto bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el Gobierno de los Estados Unidos. El bloqueo contra Cuba se continúa aplicando con todo rigor. Aún en medio de circunstancias tan adversas, el pueblo cubano continúa enfrascado en la actualización de su Modelo Económico y Social y la consecución de su Plan de Desarrollo hasta el 2030, que ha decidido de manera soberana, con el fin de construir una nación socialista independiente, soberana, próspera, democrática y sostenible.

Señor Presidente:

El espíritu de trabajar por un mundo mejor, que creemos, posible, continuará guiando la actuación de la delegación cubana al actual período de sesiones. Le reiteramos en ese sentido nuestro total apoyo y cooperación en las labores de la Segunda Comisión.

Muchas gracias.