Señor Presidente:
Cuba se asocia a las intervenciones de las distinguidas delegaciones del Estado de Palestina en nombre del Grupo de los 77 más China; Bolivia por la CELAC; y Belice en nombre de AOSIS.
Le felicitamos a usted y a los demás miembros de la Mesa por su elección para conducir los trabajos de la Segunda Comisión. Confiamos en que su guía permitirá llevar a buen término nuestros objetivos.
Señor Presidente:
Cuba participará en las labores de la Segunda Comisión guiada por el propósito de contribuir a eliminar los obstáculos, brechas y desafíos que, en materia de desarrollo, afronta la comunidad mundial y que afecta especialmente a los países más vulnerables, en particular los países africanos, los países menos adelantados, los países en desarrollo sin litoral, los pequeños Estados insulares en desarrollo, los países y pueblos sometidos a ocupación extranjera; así como las dificultades específicas a que se enfrentan los países de ingresos medios.
Sólo será posible acometer este colosal esfuerzo si reafirmamos entre todos, el compromiso y la voluntad política con la preservación, la promoción y el fortalecimiento del multilateralismo, y la estricta observancia de la Carta de las Naciones Unidas y los principios del Derecho Internacional. La plena y oportuna implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible no será posible mientras persistan acciones unilaterales, proteccionistas y excluyentes que sólo promueven intereses estrictamente nacionales, en detrimento de las necesarias soluciones globales y multilaterales a los problemas y desafíos que enfrenta la humanidad, en particular el mundo en desarrollo.
Debemos respetar las diferentes realidades nacionales, capacidades y niveles de desarrollo de cada país, así como la igualdad soberana de cada uno de los Estados miembros. Debemos impedir que el sistema internacional se convierta en un instrumento de imposición y legitimación de medidas unilaterales de los más fuertes y poderosos sobre otros, contrario al orden mundial multipolar que necesitamos, basado en reglas y normas, justo y equitativo.
Señor Presidente:
La erradicación de la pobreza en todas sus formas y dimensiones, incluida la pobreza extrema, es el mayor desafío que enfrenta la humanidad y su eliminación constituye un requisito indispensable para alcanzar el desarrollo sostenible. Sólo podremos lograrlo si se eliminan las causas que crean y perpetúan el subdesarrollo.
A cuatro años de haberse aprobado la Agenda 2030, si bien se reportan avances en diferentes áreas, persisten o se agravan muchas realidades que son moral y humanamente inaceptables, entre ellas, se acentúa cada vez más la desigualdad y polarización social en el mundo. La opulencia y la concentración de ingresos y riqueza de unas pocas personas y países desarrollados, contrasta amargamente con la pobreza y el subdesarrollo en que vive una gran parte de la población mundial.
Lo más vergonzoso es que existen los recursos, la tecnología y la capacidad para revertir esta realidad. Basta constatar el gasto militar anual de 1,7 millones de millones de dólares, en el que el mayor presupuesto militar a nivel global, el de los EE.UU., impugna a los que afirman que no hay recursos para eliminar la pobreza y el subdesarrollo. Lo que ha faltado es la voluntad política y el compromiso de los Estados más poderosos para honrar sus compromisos internacionales.
La mayor parte de los países desarrollados han incumplido sistemáticamente con los compromisos internacionales adquiridos en materia de Ayuda Oficial al Desarrollo, honrados por sólo cinco de ellos, un tema que cada vez resulta más tabú si se intenta alcanzar el consenso en un documento. Necesitamos otra arquitectura financiera internacional y una solución duradera y sostenible al problema de la Deuda Externa, ya pagada varias veces.
Los países hoy industrializados deben reconocer su deuda histórica y ejercer el principio de «responsabilidades comunes pero diferenciadas», así como fortalecer el tratamiento especial y diferenciado a los países en desarrollo. La comunidad internacional no puede seguir postergando la consecución del derecho al desarrollo.
Señor Presidente:
El cambio climático amenaza la supervivencia misma de la especie humana y el planeta. Si bien el Acuerdo de París y su Programa de Acción no es suficiente, debemos salvaguardar y desarrollar estos compromisos si queremos preservar nuestro planeta para las futuras generaciones. Ningún país, siquiera los EE. UU., uno de los principales contaminantes históricos y globales, puede renunciar unilateralmente a su responsabilidad internacional común, a su responsabilidad histórica, ni olvidar su deuda ecológica con la humanidad y las generaciones futuras.
Se impone que los países desarrollados modifiquen sus insostenibles patrones de producción y consumo y hagan efectivos sus compromisos en materia de financiamiento y transferencia de tecnología a los países en desarrollo.
Señor Presidente:
La comunidad internacional ha rechazado en innumerables ocasiones la imposición de medidas coercitivas unilaterales, incompatibles con el Derecho Internacional y la Carta de las Naciones Unidas.
Durante casi 60 años el pueblo cubano ha resistido el impacto de la aplicación de estas medidas, como consecuencia del ilegal, inmoral, criminal e injusto bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el Gobierno de los Estados Unidos, que se ha recrudecido este año con la activación del Título III de la Ley Helms Burton, rechazado por la comunidad internacional. Aún en medio de tales adversas circunstancias, el pueblo cubano continúa la consecución de su Plan de Desarrollo hasta el 2030, con el fin de construir una nación socialista independiente, soberana, próspera, democrática y sostenible.
Señor Presidente:
El espíritu de trabajar por un mundo mejor continuará guiando la actuación de la delegación cubana. Le reiteramos, en ese sentido, nuestro total apoyo y cooperación en las labores de la Segunda Comisión.
Muchas gracias.