Señor Presidente:
Tomamos nota con satisfacción de los progresos señalados en el informe del Secretario General titulado “Seguimiento de los resultados del período extraordinario de sesiones de la Asamblea General sobre la infancia”; sin embargo, los desafíos aún son enormes.
Cada día mueren unos 15.000 niños, mayoritariamente a causa de enfermedades tratables y otras causas prevenibles; más de 124 millones de niños de edades correspondientes a la enseñanza primaria y secundaria de primer ciclo no están escolarizados. Se calcula que 1,2 millones de niños menores de 9 años seguían viviendo con el VIH en 2017. Aproximadamente 420 millones de niños, casi una quinta parte de los niños de todo el mundo, viven en zonas afectadas por conflictos armados. Para el año 2030, vivirán en la pobreza extrema 167 millones de niños
Los planes y programas que tracemos, los documentos que acordemos, no harán gran diferencia si no se trabaja por el establecimiento de un orden internacional más justo y equitativo, en cuyo centro se ubique, realmente, el ser humano, su dignidad y bienestar.
Señor Presidente,
La Convención de los Derechos del Niño, que arriba a sus 30 años, reconoce que, para el pleno y armonioso desarrollo de la personalidad, el niño debe crecer en el seno de la familia, en un ambiente de felicidad, amor y comprensión. La Convención se ha convertido en el instrumento de derechos humanos más ampliamente ratificado de la historia y ha contribuido a transformar la vida de niños de todo el mundo.
Sin embargo, es lamentable que solo un Estado no la ha ratificado aún: Estados Unidos de América. En lo que constituye una actuación carente de compromiso con la infancia resulta, a su vez, consecuente con su actuar diario.
Y es que, en Estados Unidos, el país más poderoso y rico, las desigualdades son tales que en 2016 un 18% de los niños (13,3 millones) vivía en la pobreza y los niños representaban un 32,6% de la población pobre. Según conservadoras estadísticas, en una noche cualquiera de 2017, cerca del 21% de las personas sin hogar en Estados Unidos eran niños.
Alarma y no dejaremos de denunciar la política de Estados Unidos hacia los niños migrantes, a quienes ha recluido en centros de detención, los ha separado de sus familias y ha causado lamentables fallecimientos. La detención de niños migrantes es una violación del derecho internacional.
Se suma que la retirada del Acuerdo de París constituye un desprecio absoluto por el futuro de los niños y su derecho a vivir en un medio ambiente sano.
Señor Presidente:
Cuba, como Estado Parte de la Convención sobre los Derechos del Niño, ha diseñado planes, políticas y programas nacionales integrando los postulados de la Convención. Estos planes abarcan las áreas de salud, educación, atención a la discapacidad, deporte, cultura, prevención social, promoción y protección de derechos, entre otros. Se trabaja con un enfoque integral e intersectorial.
Contamos con sistemas nacionales gratuitos y universales de salud y educación a todos los niveles, los cuales constituyen pilares esenciales en la materialización de esta prioridad. Téngase en cuenta que el Parlamento cubano destina más del 50% del presupuesto estatal para salud, educación y asistencia social.
Cuba cerró el año 2018 con una tasa de mortalidad infantil de 4,0 por cada mil nacidos. Todos los niños cubanos son vacunados al nacer contra 13 enfermedades transmisibles y se prioriza la detección temprana de dolencias congénitas. Nos enorgullece haber sido el primer país en recibir la validación de la Organización Mundial de Salud por eliminar la transmisión de madre a hijo del VIH/SIDA y la sífilis.
Señor Presidente:
Todos estos logros han sido alcanzados por el pueblo cubano a pesar de las graves consecuencias del recrudecido genocida bloqueo económico, financiero y comercial impuesto por Estados Unidos contra Cuba durante más de medio siglo, el cual impacta con particular crudeza en nuestros niños, niñas y adolescentes.
Señor Presidente,
Hacemos un llamado a la comunidad internacional a aunar esfuerzos para salvar a la infancia, a construir un mundo justo y equitativo, que asegure a nuestros hijos e hijas un futuro mejor.
Muchas gracias.