Sra. Presidenta,
Además de su impacto sanitario, la COVID-19 provocará graves consecuencias económicas y sociales para todos los países. Sin embargo, como siempre ocurre en el injusto orden internacional actual, serán los países en desarrollo quienes paguen los mayores costos.
Debemos evitar que la pandemia haga retroceder los resultados en el desarrollo social; los derechos de la mujer, la niñez y los pueblos indígenas; la libre determinación; la eliminación del racismo y la intolerancia; la promoción y protección de los derechos humanos; la prevención del delito y el problema mundial de las drogas.
Para ello, debemos construir un nuevo orden internacional, justo y equitativo, que no subordine a los pobres y ni privilegie a los ricos. Deben eliminarse las medidas coercitivas unilaterales.
La pandemia no debe ser aprovechada con intereses mezquinos, para hacer avanzar agendas unilaterales ni imponer visiones de un grupo de países sobre otros. No debe haber espacio para prácticas selectivas, enfoques punitivos y dobles raseros, en particular contra el Sur. Cuestiones tan relevantes como los derechos humanos y la protección de los sectores más vulnerables deben abordarse sobre bases objetivas y no politizadas. Debemos privilegiar el multilateralismo, el diálogo y la cooperación.
Sra. Presidenta,
El bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos contra Cuba, en vigor hace 6 décadas, constituye una violación flagrante, masiva y sistemática de los derechos humanos de todos los cubanos. Viola la Carta y el derecho internacional; y es el principal obstáculo a nuestro desarrollo.
En tiempos de pandemia, Estados Unidos ha recrudecido el bloqueo, dificultando los esfuerzos de Cuba para enfrentarla y proteger la salud de su pueblo, lo que confirma el carácter criminal y genocida de esta política.
Para justificar su delictivo comportamiento, Estados Unidos lleva años manipulando contra Cuba la cuestión de los derechos humanos. En clara violación al derecho internacional, financia agendas para subvertir y modificar a su antojo el orden constitucional cubano.
Hace poco, incluyó a Cuba en una supuesta lista de países que violan la libertad religiosa, para lo cual no tiene mandato ni moral alguna. Estados Unidos es el país que ha satanizado el islam y ha violado los derechos humanos, incluyendo la libertad religiosa, de millones de musulmanes en sus aventuras militares y en su propio territorio.
En medio de la pandemia, articula una campaña de descrédito contra la cooperación médica cubana, acusando al país de trata de personas y esclavitud moderna, sin fundamento. Obra de esta manera porque no puede asumir que, a pesar del bloqueo, Cuba haya sido capaz de enviar 52 brigadas médicas a 39 países y territorios, para contribuir al enfrentamiento de la COVID. Al atacar a Cuba en este frente, que es un genuino ejemplo de cooperación Sur-Sur, obstaculiza el acceso de millones de personas en el mundo a servicios de salud de calidad.
El bloqueo afecta los derechos de sus propios ciudadanos, quienes a causa de esta política tienen muy limitada su libertad de viajar a Cuba; y no han podido beneficiarse de la experiencia y productos médicos cubanos, lo cual es particularmente relevante frente a los más de 200 mil muertos que acumula Estados Unidos por la COVID-19.
Estados Unidos no tiene autoridad para enjuiciarnos. Es el país cuya policía ha matado a 164 personas negras en los primeros 8 meses del 2020 (al menos una por semana); y que promueve expresiones racistas y xenófobas contra otras naciones, para desviar la atención internacional de su pésima gestión ante la COVID-19. Su gobierno no condena el supremacismo blanco, que es parte de su base electoral.
El crimen que se comete contra Cuba con esta política hostil, tiene el declarado objetivo de doblegar la voluntad de los cubanos y hacernos renunciar al camino que hemos escogido libremente. Su propósito es castigarnos por la osadía de tener voz propia.
Olvida Estados Unidos que el pueblo cubano no tiene tesoro más preciado que su independencia; que para alcanzarla hemos tenido que derrotar a dos imperios, ellos incluidos; y que hemos desarrollado una cultura de resistencia y una capacidad de sacrificio que no podrán quebrantar. Por tanto, pierden su tiempo y malgastan el dinero de sus contribuyentes.
Cuba continuará avanzando en la senda escogida, perfeccionando su modelo de desarrollo, promoviendo mayor bienestar y construyendo una sociedad cada vez más justa. Continuaremos defendiendo las causas del Sur, y ofreciendo nuestra modesta contribución a quien lo necesite.
Una versión más larga de esta intervención ha sido enviada a la Secretaría.
Muchas gracias