75 AGNU: Intervención de la Delegación de Cuba en el Debate General de la Segunda Comisión. Nueva York, 6 de octubre de 2020

Señor Presidente:

Cuba se asocia a las intervenciones de las distinguidas delegaciones de la República Cooperativa de Guyana en nombre del Grupo de los 77 más China y Belice en nombre de la Alianza de los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo.

Le felicitamos a usted y a los demás miembros de la Mesa por su elección para conducir los trabajos de la Segunda Comisión. Confiamos en que su guía permitirá llevar a buen término nuestros objetivos, en medio de tan complejas y extraordinarias circunstancias. Agradecemos además el espíritu transparente e inclusivo promovido por la Mesa en la organización del presente período de sesiones.

Cuba participará en las labores de la Segunda Comisión guiada por el propósito de contribuir, desde la cooperación, la solidaridad y el multilateralismo, a eliminar los obstáculos, brechas y desafíos que, en materia de desarrollo, afrontan los países más vulnerables.

Señor Presidente:

Cinco años después de la aprobación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y en el comienzo del Decenio de Acción, estamos fuera de rumbo para alcanzar en el 2030 los objetivos de desarrollo sostenible propuestos, un hecho alarmante que precede a la pandemia de la COVID-19. Los impactos socioeconómicos de la pandemia amplificarán esta realidad durante los próximos años, revirtiendo muchos de los progresos alcanzados en la erradicación de la pobreza y el hambre, la seguridad alimentaria, la salud humana, la reducción de las desigualdades, entre otros objetivos.

En un muy corto período de tiempo, la pandemia ha exacerbado y visibilizado grandes desigualdades y diferencias estructurales existentes, al interior y entre los países, entre el mundo en desarrollo y el desarrollado. Cuando los países en desarrollo más lo han necesitado, hemos observado sin embargo un multilateralismo debilitado y amenazado, y una cooperación internacional insuficiente en la respuesta a los efectos de la pandemia actual y los esfuerzos por contenerla, así como para enfrentar los problemas comunes de desarrollo y ambientales que enfrenta la humanidad.

Señor Presidente:

La pandemia de la COVID-19 ha hecho evidente que sólo podremos revertir esta realidad si reafirmamos, entre todos los Estados, nuestro compromiso y voluntad política con la preservación, la promoción y el fortalecimiento del multilateralismo, la solidaridad y la cooperación como base de las relaciones entre las naciones y la estricta observancia de la Carta de las Naciones Unidas y los principios del Derecho Internacional. La plena y oportuna implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la Agenda de Acción de Addis Abeba, el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático y el Marco de Acción de Sendai, entre otros acuerdos marcos, no será posible mientras persistan acciones unilaterales, aislacionistas, coercitivas y proteccionistas, que sólo promueven intereses estrictamente nacionales, en detrimento del resto de la humanidad, en particular para el mundo en desarrollo.

Los problemas globales necesitan soluciones globales, multilaterales, con la participación de todos los Estados y para el beneficio de todos, sin discriminaciones, ni exclusiones políticas, económicas o de cualquier otra índole.

Debemos respetar las diferentes realidades nacionales, capacidades y niveles de desarrollo de cada país, así como la igualdad soberana de cada uno de los Estados miembros. Debemos impedir que el sistema internacional se convierta en un instrumento de imposición y legitimación de medidas unilaterales de los más fuertes y poderosos sobre otros, contrario al orden mundial que necesitamos, basado en reglas y normas, justo, democrático, incluyente y equitativo.

Señor Presidente:

Vemos cómo se agrava la desigualdad y polarización social en el mundo. Las 26 personas más ricas del mundo tienen tanta riqueza como la mitad de la población mundial. Entre 1980 y 2016, el 1% más rico del mundo captó el 27% del crecimiento acumulado total de los ingresos. 783 millones de personas continúen viviendo en condiciones de pobreza y más del 11% de la población mundial sufra aún de pobreza extrema. Antes del inicio de esta pandemia, más de 820 millones de personas ya estaban identificadas como crónicamente inseguras de alimentos. Otros 265 millones de personas podrían enfrentarse a una aguda escasez de alimentos para finales de este año debido a los impactos de COVID-19 y 400 millones de puestos de trabajo ya se han perdido.

Necesitamos no sólo soluciones inmediatas, sino también soluciones sostenibles, duraderas e inclusivas. Lo más vergonzoso es que existen los recursos, la tecnología y la capacidad para revertir esta realidad. Basta constatar el gasto militar anual de 1,7 millones de millones de dólares, en el que el mayor presupuesto militar a nivel global, el de los EE.UU., impugna a los que afirman que no hay recursos para eliminar la pobreza y el subdesarrollo. Ha faltado la voluntad política y el compromiso de una mayoría de los Estados más desarrollados en honrar sus compromisos internacionales.

La mayor parte de los países desarrollados han incumplido sistemáticamente con los compromisos internacionales adquiridos en materia de Ayuda Oficial al Desarrollo, honrado por sólo cinco de ellos. Necesitamos otra arquitectura financiera internacional, y una solución duradera y sostenible al problema de la deuda externa, pagada ya varias veces, cuestión agravada por la crisis aparejada por la COVID-19.

La actual pandemia no puede soslayar el hecho que los países hoy industrializados deben reconocer su deuda histórica y ejercer el principio de «responsabilidades comunes pero diferenciadas», así como fortalecer el tratamiento especial y diferenciado a los países en desarrollo. La comunidad internacional no puede seguir postergando la consecución del derecho al desarrollo.

Señor Presidente:

El cambio climático amenaza la supervivencia misma de la especie humana y el planeta. Debemos salvaguardar y desarrollar el Acuerdo de París y su Programa de Acción si queremos preservar nuestro planeta para las futuras generaciones.  Ningún país puede renunciar unilateralmente a su responsabilidad internacional, a su responsabilidad histórica, ni olvidar su deuda ecológica con la humanidad y las generaciones futuras.  Debemos hacer hincapié en la importancia de movilizar los medios de implementación necesarios para la acción climática, no sólo para la adaptación y la mitigación, sino también para hacer frente a las pérdidas y los daños. Se impone que los países desarrollados modifiquen sus insostenibles patrones de producción y consumo y hagan efectivos sus compromisos en materia de financiamiento y transferencia de tecnología a los países en desarrollo.

Señor Presidente:

La comunidad internacional ha rechazado en innumerables ocasiones la imposición de medidas coercitivas unilaterales, incompatibles con el Derecho Internacional y la Carta de las Naciones Unidas.

Durante 60 años el pueblo cubano ha resistido el impacto de la aplicación de estas medidas, como consecuencia del ilegal, inmoral e injusto bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el Gobierno de los Estados Unidos, recrudecido con la activación extraterritorial del Título III de la Ley Helms Burton, y nuevas medidas aplicadas este año en el contexto de la pandemia de la COVID-19. Aún en medio de tales adversas circunstancias, el pueblo cubano continúa la consecución de su Plan de Desarrollo hasta el 2030, con el fin de construir una nación socialista independiente, soberana, próspera, democrática y sostenible.

Señor Presidente:

El espíritu de trabajar por un mundo mejor continuará guiando la actuación de la delegación cubana. Le reiteramos, en ese sentido, nuestro total apoyo y cooperación en las labores de la Segunda Comisión.

Muchas gracias.