Señor Presidente:
Conmemorar el Día Internacional de Recuerdo de las Víctimas de la Esclavitud y la Trata Transatlántica de Esclavos resulta de vital importancia en el contexto actual, marcado por alarmantes manifestaciones de racismo, discriminación racial y xenofobia en algunas de las sociedades más desarrolladas.
Para Cuba, este tema tiene particular simbolismo, pues nos sentimos profundamente orgullosos de nuestras raíces y herencia africanas.
Como consecuencia del cruel e inhumano comercio cuyas víctimas hoy recordamos, llegaron a Cuba alrededor de un millón 300 mil esclavos africanos, para reemplazar como mano de obra a la población indígena prácticamente exterminada por el colonialismo español.
La nación cubana, su cultura, su idiosincrasia y su religiosidad popular, que son profundamente mestizas, no podrían explicarse sin el aporte africano. En nuestras luchas por la independencia y autodeterminación, los esclavos libertos y sus descendientes fueron actores principales.
Por tanto, al rendir tributo a las víctimas de la esclavitud y la trata transatlántica de esclavos, los cubanos rendimos homenaje también a las raíces de nuestro pueblo.
Señor Presidente:
El crimen de lesa humanidad cometido contra las personas que hoy recordamos está ligado a la situación de desigualdad estructural, discriminación racial, prejuicios y exclusión que continúa afectando, en pleno siglo XXI, a las personas de ascendencia africana.
Como expresara el líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro, en la histórica Conferencia de Durban en 2001: “La inhumana explotación a que fueron sometidos los pueblos de los tres continentes, incluida Asia, afectó el destino y la vida actual de más de 4.500 millones de personas que habitan en los pueblos del Tercer Mundo, cuyos índices de pobreza, desempleo, analfabetismo, enfermedades, mortalidad infantil, perspectivas de vida, y otras calamidades imposibles de enumerar en breves palabras, sorprenden y horrorizan. Estas son las víctimas actuales de aquella barbarie que duró siglos, y los inconfundibles acreedores a la indemnización por los horrendos crímenes cometidos con sus antecesores y sus pueblos”.
La reparación y compensación plena a los pueblos y grupos afectados por este horrendo e imprescriptible crimen es un deber moral. Los países desarrollados y sus sociedades de consumo han sido los beneficiarios de la conquista, la colonización, la esclavitud y la trata trastlántica, y por tanto, son responsables del exterminio a ellas asociado.
Por ello, apoyamos la justa solicitud enarbolada por los Estados Miembros del CARICOM. También sería justo un trato especial y diferenciado para con los países en desarrollo, en particular con África, en sus relaciones económicas internacionales. Como regla, quienes fuimos ayer colonia, estamos sometidos hoy a un orden internal injusto, que habrá cambiado de nombre, pero no de esencia, pues sigue promoviendo la riqueza de unos pocos a costa de la pobreza de las grandes mayorías.
Señor Presidente:
La pandemia de la COVID-19 ha puesto de manifiesto con claridad las desigualdades del mundo en que vivimos. ¿Cuántas dosis de las millones de vacunas producidas han sido adquiridas por países en desarrollo de África, Asia o América Latina y el Caribe? ¿Y dentro de los países desarrollados, acaso tienen igual acceso a estas vacunas las personas afrodescendientes o los migrantes?
El mejor tributo a la víctimas de la esclavitud y la trata trasatlántica de esclavos en el actual contexto, además de la necesaria remembranza, es precisamente la solidaridad internacional con los países de los que esos millones de personas fueron arrancados a la fuerza.
Por esa razón, y sobre la base de nuestra vocación humanista, Cuba ha continuado fortaleciendo sus programas de cooperación internacional en el área de la salud.
A pesar del recrudecimiento sin precedentes del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos contra Cuba, mi país ha podido enviar más de 4900 profesionales de la salud, en 56 brigadas, a 40 países y territorios en apoyo a sus esfuerzos para enfrentar la pandemia. La mayoría de estos profesionales fueron enviados a países y territorios del Caribe, América Latina y África.
Señor presidente:
El tributo que hoy rendimos será una mera formalidad, mientras no abordemos y solucionemos las causas profundas de la desigualdad, la exclusión, el racismo y la discriminación que ha sobrevivido a la esclavitud, y que siguen sufriendo millones de personas, y en particular los afrodescendientes.
Muchas gracias.