Señor presidente,
Además de su impacto para la vida de millones de personas, la COVID-19 está provocando graves consecuencias socio-económicas para todos los países, que hacen peligrar los resultados alcanzados en materia de desarrollo sostenible, incluido en cuanto a la salud.
Los países en desarrollo pagaremos los mayores costos, pues al impacto propio de la pandemia se suman los efectos socio-económicos derivados del injusto orden internacional actual. Poco avanzaremos en materia de salud global, mientras persista un orden que privilegia a unos pocos y despoja a la mayoría.
Al mismo tiempo, es preciso evitar que la urgencia de atender el impacto de la COVID-19 haga perder de vista los retos que ya teníamos en materia de salud global, y que también afectan desproporcionadamente a los países más pobres, como son el VIH/SIDA, la malaria, la tuberculosis y las enfermedades no transmisibles, entre otros.
Constituye una paradoja insostenible que nuestro mundo cuente con tanto desarrollo científico y tantos recursos económicos y que haya millones de personas que mueran por enfermedades curables o prevenibles. Ello también es una consecuencia del actual e injusto orden internacional.
Señor presidente,
Resulta alarmante que el contexto de la pandemia esté siendo utilizado por algunos para recurrir al unilateralismo. Algunos países han desatado una carrera desenfrenada e irresponsable para asegurar, sólo para ellos, los medios necesarios para enfrentar la pandemia, mientras fortalecen la aplicación de medidas coercitivas unilaterales, que son contrarias a la Carta de la ONU y el Derecho Internacional.
El Secretario General de las Naciones Unidas y la Alta Comisionada para los Derechos Humanos han realizado llamados al levantamiento de este tipo de medidas en el actual contexto, pues los países afectados por estas enfrentan dificultades adicionales al resto para poder responder a la pandemia.
Cuba ha tenido que enfrentar, además de la COVID-19, el recrudecimiento sin precedentes del criminal bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos desde hace 6 décadas, reforzado incluso con métodos de guerra no convencional, que constituye una violación flagrante, masiva y sistemática a los derechos humanos del pueblo cubano, y es el principal obstáculo a nuestro desarrollo económico y social.
Sólo entre abril de 2019 y marzo de 2020, el bloqueo ha causado pérdidas a Cuba superiores a los 5 mil millones de dólares, de los cuales más de 160 millones corresponden al sector de la salud. Las pérdidas acumuladas en este sector en 6 décadas de aplicación de esta política superan ya los 3 mil millones de dólares. ¿Cuánto más hubiera podido hacer Cuba en favor de la salud de su población, o en apoyo a los esfuerzos de otras naciones en desarrollo, incluyendo en el contexto de la COVID-19, si hubiera podido contar con todos estos recursos, de los que se le priva ilegítimamente?
El bloqueo niega a Cuba adquirir tecnologías, materias primas, reactivos, medios de diagnóstico, medicamentos, dispositivos, equipos y piezas de repuesto necesarios para el mejor funcionamiento de su sistema de salud pública. No contar con el medicamento o la tecnología idónea en el momento necesario para salvar una vida, causa sufrimiento y desesperación, lo cual no podrá ser cuantificado jamás.
El carácter genocida de esta política ha quedado nuevamente evidenciado en estos tiempos de pandemia. Estados Unidos se ha valido de este contexto para privar al pueblo cubano de ventiladores pulmonares mecánicos, mascarillas, kits de diagnóstico, gafas protectoras, reactivos y otros insumos para el manejo de esta enfermedad, los cuales marcan la diferencia entre la vida y la muerte de los pacientes y del personal de la salud que los atiende.
Por si fuera poco, en medio de la actual emergencia sanitaria mundial, Estados Unidos ha lanzado una cruzada para intentar desacreditar y obstaculizar, sobre la base de falsas y mendaces acusaciones, la cooperación médica internacional que Cuba ofrece, y que constituye un genuino ejemplo de cooperación Sur-Sur.
Al hacerlo, ese país pone en riesgo el acceso de millones de personas en el mundo a un servicio de salud de calidad. Obra de esta manera porque no puede asumir que, a pesar del bloqueo, Cuba haya sido capaz de enviar 52 brigadas médicas a 39 países y territorios, para contribuir al enfrentamiento de la COVID-19.
Señor presidente:
Estamos convencidos de que la solución a los problemas globales del presente, incluyendo aquellos relacionados con la salud de los seres humanos, dependerá de que se privilegie el multilateralismo, la cooperación internacional y la solidaridad.
En los esfuerzos comunes para enfrentar la pandemia de la COVID-19 y los demás retos globales de salud, podrá siempre contarse con la voz y modesta contribución de Cuba.
muchas gracias.