Señor Presidente:
La pandemia de la COVID-19 ha demostrado, una vez más, y con particular crudeza que vivimos en un mundo globalizado donde ningún país escapa a las consecuencias de la crisis económica, medioambiental, energética y alimentaria actual.
El reto es aún mayor para las naciones en desarrollo, que deben enfrentar, además, la desigual distribución de vacunas, la contracción de sus economías, el aumento de la deuda externa, el desempleo, la pobreza extrema y la injusta arquitectura financiera internacional.
Ante esta situación, la Ayuda Oficial al Desarrollo debería constituir el principal canal de cooperación internacional. Sin embargo, los países desarrollados continúan incumpliendo su compromiso de aportar el 0.7% de su Producto Nacional Bruto para contribuir al desarrollo de los más necesitados.
En lugar de tomar conciencia del peligro que representa para la humanidad incumplir con las metas de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, algunas potencias dilapidan billonarios recursos en una desenfrenada carrera armamentista y en la militarización del espacio ultraterrestre, financian la desestabilización de gobiernos democráticamente electos e imponen medidas coercitivas unilaterales contrarias a la Carta de la ONU y al Derecho Internacional.
Muestra de ello es el injusto y criminal bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el gobierno de los EE.UU. contra Cuba por más de 60 años, que se ha recrudecido a niveles sin precedentes en el contexto de la pandemia, con el claro objetivo de rendir por hambre y enfermedades a nuestro pueblo.
Esta política ilegal, rechazada de manera contundente por la comunidad internacional en la Asamblea General de las Naciones Unidas, representa el principal obstáculo para el cumplimiento por mi país de los objetivos de desarrollo sostenible.
Señor Presidente:
Los informes emitidos por este foro en los últimos años han incluido referencias a los desafíos actuales del comercio internacional, pero han hecho caso omiso a la Ronda de Doha para el Desarrollo, iniciada por la OMC hace 20 años, paralizada y muy lejos de ofrecer un trato especial y diferenciado a los países del Sur.
No hay fórmulas mágicas para materializar los compromisos de financiación para el desarrollo, pero sí existen alternativas viables. Los esfuerzos nacionales en el cumplimiento de la Agenda 2030 y la Agenda de Acción de Addis Abeba deben ser respaldados con acciones concretas en materia de acceso a mercados, creación de capacidades, transferencia de tecnologías, financiamiento externo en condiciones justas y cooperación Norte-Sur.
Urge una solución inmediata al problema de la creciente deuda externa, ya pagada con creces, cuyo desmesurado monto lastra los esfuerzos de nuestros países para enfocarse en su desarrollo.
Cuba apoya la convocatoria a una nueva Conferencia de Financiación para el Desarrollo con el objetivo de evaluar los progresos en la implementación de la Agenda de Acción de Addis Abeba y trazar nuevas estrategias que permitan a los países en desarrollo enfrentar los desafíos actuales y lograr el cumplimiento de los ODS. Se requieren soluciones duraderas, que permitan un futuro próspero, equitativo y sostenible.
Las palabras pronunciadas por el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, en el 34° periodo de sesiones de la AGNU mantienen plena vigencia, y cito: “¡Basta ya de palabras! ¡Hacen falta hechos! ¡Basta ya de abstracciones, hacen falta acciones concretas! ¡Basta ya de hablar de un nuevo orden económico internacional especulativo que nadie entiende; hay que hablar de un orden real y objetivo que todos comprendan!”
Muchas gracias