76 AGNU: Intervención de la delegación de Cuba en Debate General de la Tercera Comisión del 76 período de sesiones de la AGNU. Nueva York, 1 de octubre de 2021

Sr. Presidente,

El impacto de la COVID-19 ha sido devastador. Más de 4.5 millones de vidas se han perdido, y muchas otras se perderán todavía. El virus mata, como matan la falta de solidaridad, las medidas coercitivas unilaterales y el egoísmo que impone el injusto orden internacional.

La pandemia ha desnudado las desigualdades de nuestro mundo. Hasta agosto pasado, más del 80% de las 5 mil millones de dosis de vacunas administradas a nivel global fueron aplicadas en países de ingresos altos o medios, a pesar de que representan mucho menos de la mitad de la población mundial. En contraste, cientos de millones de personas en países de bajos ingresos esperan aún su primera dosis, sin la certeza de que accederán a ellas. ¿Acaso no es esto discriminatorio?

Lejos estamos de poder calcular el impacto socio-económico real de la pandemia. Sin embargo, queda claro que la implementación plena y en tiempo de la Agenda 2030 y el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, es cada vez menos probable.

Si queremos preservar los avances registrados a nivel global en materia de protección de la niñez, igualdad de género y empoderamiento de la mujer, eliminación del racismo y la intolerancia, atención de las personas con discapacidad y los adultos mayores, promoción y protección de todos los derechos humanos para todas las personas, prevención del delito y justicia penal, y derechos de los pueblos indígenas y las minorías, resulta imprescindible un cambio de paradigma.

Necesitamos un nuevo orden internacional, más justo y democrático, que se sustente en el multilateralismo, la solidaridad y la cooperación internacional.

Sr. Presidente:

Las medidas coercitivas unilaterales son una afrenta a la libre determinación y tienen un impacto muy negativo sobre los derechos humanos y el desarrollo socio-económico de los pueblos contra los que se aplican.

El caso de Cuba es muy representativo. El bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos contra mi país, constituye una violación flagrante, masiva y sistemática de los derechos humanos de todos los cubanos; viola la Carta de la ONU y el derecho internacional; y es el principal obstáculo a nuestro desarrollo. Durante más de 6 décadas, Estados Unidos no ha cesado en su política de hostilidad y asfixia contra Cuba, recrudecida de una forma oportunista y sin precedentes en tiempos de pandemia.

A 9 meses de la actual administración estadounidense, se mantienen vigentes las 243 medidas adoptadas por el gobierno anterior, incluyendo la inclusión de Cuba en la lista de países que supuestamente patrocinan el terrorismo, para cuya elaboración Estados Unidos carece de moral y mandato internacional.

Estados Unidos ha hecho de la aplicación de estas medidas de coerción un instrumento central de su política exterior, para castigar a quienes no se ajustan a sus intereses. Como expresara el Presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en el debate general de la 76 AGNU, y cito “es un comportamiento asociado a la intolerancia ideológica y cultural, con una marcada influencia racista y propósitos hegemónicos. No es posible ni aceptable que se identifique el derecho al desarrollo económico y tecnológico de una nación como una amenaza; como no es posible cuestionar el derecho de todo Estado a desarrollar el sistema político, económico, social y cultural soberanamente elegido por su pueblo”.

Al mismo tiempo, Estados Unidos aprovecha este contexto para lanzar contra Cuba una guerra no convencional, a la que dedica fondos multimillonarios, para proyectar, mediante campañas de manipulación y mentiras, una imagen falsa de nuestra realidad, sembrar confusión, desestabilizar, desacreditar al país y justificar la doctrina de cambio de régimen. Politiza la cuestión de los derechos humanos, persigue y obstaculiza la cooperación médica que brindamos, y presiona a otros gobiernos para que se sumen a su accionar contra mi país.

La perversidad de la conducta de Estados Unidos respecto a Cuba es incompatible con la democracia y libertad que preconizan, que nuestro pueblo ya conquistó para sí mismo, y continúa fortaleciendo, al precio de grandes sacrificios y no pocos riesgos.

Sin embargo, a pesar del bloqueo y la injerencia, Cuba continúa sin escatimar esfuerzos para proteger a su población frente a la pandemia. Nos enorgullece haber podido crear, en medio de grandes carencias, 3 vacunas y 2 candidatos vacunales propios contra la COVID-19; haber enviado más de 4 mil 900 colaboradores en 57 brigadas médicas a 40 países y territorios para apoyar el combate a la pandemia; y ser el primer país del mundo en lanzar una campaña masiva de vacunación en edades pediátricas de 2 a 11 años contra este virus.

A más de 60 años de aplicar la misma agenda contra Cuba, debiera Estados Unidos haber aprendido que los grandes retos no nos doblegan, ni entregaremos nuestra independencia y soberanía a sus designios imperiales. Seguiremos creando para Cuba y continuaremos avanzando en la senda que hemos escogido libremente, hacia un país cada vez más justo, socialista, democrático, próspero y sostenible.

Muchas gracias.