Señora Presidenta,
Cuba se asocia a las intervenciones realizadas por las distinguidas delegaciones de Pakistán en nombre del Grupo de los 77 más China y Antigua y Barbuda en nombre de la Alianza de los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo.
Quisiéramos aprovechar esta oportunidad para felicitarla a usted y a los demás miembros de la Mesa por su elección para conducir los trabajos de la Segunda Comisión. Confiamos en que su guía permitirá llevar a buen término nuestros objetivos durante esta sesión.
Cuba participará en las labores de la Segunda Comisión con un espíritu constructivo y guiada por el propósito de contribuir desde el multilateralismo y la cooperación a eliminar los obstáculos y desafíos que en materia de desarrollo afrontan los países más vulnerables.
Señora Presidenta,
La pandemia de la Covid-19 ha exacerbado las vulnerabilidades preexistentes en muchos de nuestros países, las cuales han sido, a su vez, agravadas por la persistencia de un injusto orden económico internacional e irracionales patrones de producción y consumo capitalistas.
Los impactos socioeconómicos derivados del impacto de la pandemia, la proliferación del proteccionismo; las medidas económicas coercitivas unilaterales, las desigualdades y el debilitamiento de los acuerdos multilaterales, han dificultado la capacidad de los países en desarrollo de perseguir la plena aplicación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
La pandemia causó un retroceso en los últimos 25 años de constante progreso en la reducción de la pobreza y el número de personas en situación de pobreza extrema aumentó por primera vez en una generación. La tasa de pobreza en el mundo aumentó considerablemente de 2019 a 2020, del 8,3% al 9,2%. Esto eliminó más de cuatro años de progreso constante. El desempleo afectará a 207 millones de personas en 2022, 21 millones más que en 2019 y 773 millones de seres humanos no saben leer ni escribir.
Vemos cómo se agravan la desigualdad y la polarización social en el mundo. Cada 26 horas surge un nuevo multimillonario, mientras las desigualdades contribuyen a la muerte de al menos una persona cada cuatro segundos. Se estima que 1 de cada 10 personas en el mundo padece hambre. Casi 1 de cada 3 personas (2.300 millones de personas) no pudo acceder a una alimentación adecuada en 2021, lo que representa un aumento de casi 350 millones de personas desde el inicio de la pandemia.
A esto se suma la disyuntiva a la que son sometidos los países en desarrollo quiénes deben escoger entre proteger a su población o pagar una deuda externa que ya ha sido suficientemente pagada, y la cual aumentó de 6,5 billones de dólares en 2011 a 11,1 billones de dólares en 2021.
Lo que ha acabado con tantas vidas no es tan solo una enfermedad respiratoria, a eso se ha sumado el virus de la desigualdad. Los datos anteriores nos muestran que necesitamos retomar el camino hacia la consecución de los ODS y eso solo será posible si convertimos en hechos nuestros compromisos con la preservación, la promoción y el fortalecimiento del multilateralismo. Se necesitan soluciones multilaterales, con la participación de todos los Estados y para el beneficio de todos, sin discriminaciones, ni exclusiones políticas, económicas o de cualquier otra índole. Tampoco sin un sistema financiero internacional cada vez más excluyente y donde sólo las élites definen las políticas y toman las decisiones que afectan a la mayoría de la población del planeta.
Apoyamos el reto que lanzó el Secretario General en el segmento de alto nivel de esta Asamblea General cuando llamó a los líderes mundiales a involucrase en un esfuerzo honesto y urgente para reformar el sistema financiero internacional, clamor que por décadas han defendido los países en desarrollo.
Se sabe que ello será un proceso que tendrá poderosos detractores, pero estamos convencidos que no es sólo posible, sino una necesidad imperiosa si queremos asegurar la sostenibilidad del sistema de gobernabilidad global.
El sistema internacional no puede ser un instrumento de imposición y legitimación de medidas unilaterales de los más fuertes y poderosos sobre otros, contrario al orden mundial justo, democrático, incluyente y equitativo que necesitamos.
Señora Presidenta,
No sólo necesitamos soluciones inmediatas, sino también soluciones sostenibles e inclusivas. Sin los adecuados medios de implementación, que incluyen la transferencia de tecnologías y recursos financieros nuevos, adicionales y predecibles en condiciones favorables para los países en desarrollo, la Agenda 2030 y sus ODS corren el riesgo de convertirse en meros enunciados políticos.
La mayor parte de los países desarrollados han incumplido sistemáticamente con los compromisos internacionales adquiridos en materia de asistencia oficial al desarrollo, honrado por sólo cinco de ellos, mientras aumentan de manera escandalosa los gastos militares en el mundo.
El cambio climático amenaza la supervivencia de nuestra especie y el planeta. Debemos salvaguardar y cumplir con el Acuerdo de París y su Programa de Acción. Es hora de que los países desarrollados asuman un liderazgo solidario en la reducción de emisiones y en la provisión de los medios de implementación necesarios para los países en desarrollo, de conformidad con el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas. Asimismo, las pérdidas y los daños están al mismo nivel que la adaptación y necesitan de un esfuerzo especial para la movilización de recursos.
Señora Presidenta,
La comunidad internacional ha rechazado en innumerables ocasiones la imposición de medidas coercitivas unilaterales, incompatibles con el Derecho Internacional y la Carta de las Naciones Unidas.
Durante más de 60 años el pueblo cubano ha resistido el impacto de la aplicación de estas medidas, como consecuencia del ilegal e injusto bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el Gobierno de los Estados Unidos. El recrudecimiento sin precedentes de esta política en tiempos de una pandemia global también sin precedentes, dirigida a asfixiar a toda una población confirma con creces su carácter genocida.
A pesar de esos obstáculos, Cuba no se detiene. Nuestro país avanza con ingenio y creatividad y no cejaremos en el objetivo de construir una nación que asume su compromiso con la Agenda 2030 como una responsabilidad hacia el desarrollo sostenible de nuestro país.
La comunidad internacional no puede seguir postergando la consecución del derecho al desarrollo. La actuación de Cuba continuará siendo guiada por ese objetivo y por la voluntad de trabajar por un mundo más justo, incluyente y equitativo. Finalmente, permítame reiterarle el total apoyo y cooperación de mi delegación en las labores de la Segunda Comisión.
Muchas gracias.