Excelentísimo Señor Wang Yi, ministro de Relaciones Exteriores de la República Popular China y Presidente del Consejo de Seguridad:
Apoyamos la declaración que pronunciará más adelante la República Bolivariana de Venezuela, en nombre del Grupo de Amigos en Defensa de la Carta de las Naciones Unidas.
Valoramos altamente la iniciativa de convocar este debate abierto. Reconocemos el relevante papel de China en la defensa del multilateralismo, la diplomacia, el desarrollo global y la paz.
Próximos a conmemorar el 80 aniversario de las Naciones Unidas, el mundo atraviesa una compleja coyuntura, caracterizada por graves y crecientes amenazas a la paz y la seguridad internacionales y una progresiva erosión de los fundamentos sobre los que descansa esta Organización. La reunión de hoy nos invita a reflexionar sobre su papel esencial en la preservación de la paz y la seguridad internacionales.
Hemos sido testigos de la retirada de la mayor potencia mundial de organismos internacionales, con absoluto desprecio por la importante actividad que estos desempeñan; del apoyo y participación de esa gran potencia, sin reparos éticos ni morales, en la expansión del genocidio contra el pueblo palestino; de las declaraciones sobre planes de usurpación de tierras, limpieza étnica y anexión; de la elevación de la ideología racista y supremacista; de la vulneración de acuerdos ambientales para favorecer a las corporaciones transnacionales, sin tener en cuenta los riesgos para la sostenibilidad de la vida en nuestro planeta.
Ante ese escenario desafiante, reafirmamos la importancia del papel de la Organización de Naciones Unidas como principal baluarte para hacer frente a las amenazas mundiales e intentos de socavar la cooperación y el diálogo internacionales.
El respeto pleno a los principios y propósitos de la Carta de la ONU y de las normas del Derecho Internacional, así como la defensa del multilateralismo, son imprescindibles en este escenario internacional cada vez más peligroso y complicado, en el que la seguridad y el bienestar de nuestras naciones enfrentan retos sin precedentes.
Ratificamos el llamado a emprender con urgencia transformaciones profundas de la Organización, en beneficio de las generaciones presentes y futuras.
De igual modo, nos oponemos a las tendencias hacia la privatización del Organismo y que este se convierta en instrumento representativo de los intereses de las grandes potencias y el gran capital transnacional.
Es cada vez más evidente que el mundo requiere encaminarse hacia la construcción de un nuevo orden internacional, con la participación de todos. Un debate como este puede ayudar y Cuba tiene el compromiso de contribuir.
Ha de ser un orden en el que todas las naciones tengan la oportunidad de aportar y estar realmente representadas en igualdad de condiciones. Debe ser un orden sostenible, que promueva la paz, la seguridad de todos, la justicia social, la prosperidad equitativa, el respeto a la pluralidad cultural, étnica y religiosa; que promueva el acceso democrático a la ciencia y la tecnología, y los derechos humanos para todos, no solo para élites privilegiadas; que se base en la solidaridad, la cooperación y el respeto al derecho de cada país a escoger su sistema político, económico y social sin injerencia extranjera.
Debe revitalizarse y fortalecerse el papel de la Asamblea General, sin intromisiones del Consejo de Seguridad en su labor. Es perentorio reformar el propio Consejo de Seguridad, y convertirlo en un órgano verdaderamente transparente, inclusivo, democrático y representativo, que pueda cumplir con efectividad su responsabilidad primordial de mantener la paz y la seguridad internacionales, y actuar sin dobles raseros, para preservar la credibilidad de las Naciones Unidas.
La presencia de Cuba en la arbitraria Lista estadounidense de Estados que supuestamente patrocinan del terrorismo, y que ese gobierno publica como instrumento de coerción, es un acto de agresión y no en balde provoca el repudio de la comunidad internacional. Es una manipulación grosera de la lucha contra el terrorismo, una forma de atacar a países que identifica como adversarios por el simple hecho de defender éstos su plena soberanía y el derecho a la libre determinación.
Es, además, una manifestación evidente de los problemas del orden internacional actual.
Mientras persista la aplicación de medidas económicas coercitivas unilaterales como vía para alcanzar objetivos de política exterior, y en tanto no cesen los enfoques punitivos contra países en desarrollo, no puede hablarse de un multilateralismo real e inclusivo para todos.
Desde Cuba, hemos apoyado las iniciativas globales propuestas por China, que son expresión de su voluntad de defender la paz en el mundo, el diálogo y la cooperación internacionales, la igualdad entre las naciones y los pueblos, y la complementariedad, así como el rechazo al hegemonismo y las medidas de coerción unilaterales.
La humanidad precisa de más solidaridad, cooperación y diálogo, y menos egoísmo, imposición y coerción. Merece un compromiso firme y renovado con el multilateralismo, para garantizar la convivencia pacífica, preservar la paz y la seguridad internacionales y encontrar soluciones duraderas a los problemas sistémicos.
En este empeño, siempre se podrá contar con Cuba.
Muchas gracias.