El único autor intelectual del asalto al Moncada es José Martí.
Es 21 de septiembre de 1953. A todos los condujeron esposados a la Sala de Justicia. El ruido metálico que sobresaltó al público había sido producido por las cadenas cromadas que aprisionaban más de cien muñecas. Fidel hizo un alto para tratar de hablarle al Tribunal y los guardias, en actitud de zafarrancho de combate, rastrillaron sus armas. Había 200 de ellos dentro de la Sala del Pleno –un aposento rectangular de 15 metros de largo por siete de ancho–, y muchos más afuera.