África agradece a Cuba mucho de lo que es hoy

Addis Abeba (Prensa Latina). Quienes conocen el legado de la Revolución cubana, tienen motivos para festejar su continuidad, y más si es africano como yo, pues nuestro continente le debe a la gesta de Fidel Castro mucho de lo que es hoy.

Así recibe a Prensa Latina Abebe Ayalew Mekonnen, presidente de la Asociación de Amistad de los pueblos de Etiopía y Cuba, graduado de Economía del Transporte 'en un país que nos ayudó a defender nuestros derechos'.

Este 2020 marcó 45 años de relaciones oficiales entre ambos Estados, pero para Ayalew Mekonnen dialogar al respecto supone 'conversar de historia, reclamar el Premio Nobel de la Paz para quien lo merece, hablar de mi formación y condenar el bloqueo norteamericano'.

Fidel Castro, el cuartel Moncada, el desembarco del Granma, la entrada de los rebeldes a La Habana fueron la base de la cooperación con territorios de África, América Latina y Asia, asegura.

Gratitud, respeto y admiración, el mejor premio

Esa pequeña nación es un rayo de esperanza para los pobres y no ahora, hace mucho debió recibir el Premio Nobel de la Paz por su contribución a la formación de miles de jóvenes y por la colaboración médica, argumenta.

¿Quién brinda apoyo desinteresado cuando otros sufren por Ébola, VHI-Sida, huracanes, terremotos, inundaciones y la Covid-19? ¿Quién desarrolla la Operación Milagro y el programa Yo sí puedo?, indaga.

El mundo sabe la respuesta. Si fuera integrante del Comité Noruego del Nobel, Cuba, no solo sus brigadas médicas, habría ganado el Nobel de la Paz hace 40 años, reitera.

'Mi votación, afirma, la habrían apoyado millones de personas de diferentes religiones, razas o posiciones políticas.'

No obstante, considera, ya 'tiene el más grande de los premios posibles: la gratitud, el respeto y la admiración de muchísimos países y personas', cuyo valor, asegura, 'no puede calcularse ni en oro'.

'Somos muchos los que queremos lo mejor para la Revolución en este 2021. Estoy seguro hablo en nombre de los graduados en la nación caribeña, de la Asociación, de millones que estamos agradecidos.'

Soy pinero y santiaguero

Abebe debía ir a Moscú a estudiar, pero su destino cambió para La Habana y, como encontraría 'una tierra de gente blanca con el clima de Etiopía', se alegró.

Cuando llegué, esa imagen desapareció, cuenta. Era julio de 1978, desde entonces su vida cambió y tras 13 años, antes de regresar, 'no era el que imaginé ser, era mejor'.

Según reseña, creció 'como cubano, sin olvidar mi origen', porque recibió clases de historia y geografía etíope, además de amárico (lengua de la etnia amhara e idioma oficial de su país).

'Aprendí a ser independiente, a convivir en sociedad. Me inculcaron valores y conocí otras cosas. Por ejemplo, por primera vez escuché la palabra Nicaragua y vi a angolanos y otros africanos'.

Incluso, subraya, supe de la gran diversidad de mi nación. En la beca había estudiantes de todas partes y nos relacionábamos sin diferencias religiosas o étnicas.

'Salí con 12 años, regresé con 25 y nunca perdí mis raíces, aunque me convertí también en pinero y santiaguero (en alusión a sus estudios en Isla de la Juventud y Santiago de Cuba)'.

Mi historia, comenta, es la de otros africanos y latinoamericanos que recibieron una formación especial. Lo comprobé al regresar, cuando encontramos un cambio político muy grande, hasta vimos niños mendigando, y quedamos impactados.

'A otros universitarios no los golpeó esa situación, a nosotros sí. Teníamos una visión de lo que debía ser una sociedad justa, gracias a Cuba.'

Hay graduados de Alemania, de la antigua Unión Soviética, Bulgaria, Rumanía…, y ningunos tienen vínculos entre ellos o con los lugares donde estudiaron, como los etiocubanos (etíopes formados en el archipiélago caribeño), apunta.

Asociación de Amistad Etiopía-Cuba

Un ejemplo es la Asociación, fundada por quienes nos beneficiamos del sistema educacional cubano y que tiene varios grupos afiliados en Europa, manifiesta.

Durante 2020, explica, celebramos el aniversario 42 de la Victoria de Ogadén, sembramos árboles y donamos sangre por el natalicio del Comandante Fidel Castro, y apoyamos la ayuda de los médicos a personas de bajos ingresos.

Entre otros objetivos, señala, queremos contribuir a fortalecer la amistad de nuestros pueblos, trasmitir a las nuevas generaciones la 'historia etiocubana' y apoyar la cooperación en educación, salud y otras ramas, que pueden ser mayores.

Pero nuestra gran ambición, revela, es construir aquí un hospital donde médicos etíopes y cubanos trabajen y también impartan cursos para capacitar a los doctores de otras regiones.

Bloqueo de Estados Unidos, crimen de lesa humanidad Aunque fue para tratar la enfermedad de su esposa, también etiocubana e hija de mártires de Ogadén, recientemente regresó a su 'segunda patria' y ratificó que tuvo 'mucha suerte de estudiar en Cuba'.

Me reencontré con amigos, recordé mi juventud, la primera vez en una playa y las competencias deportivas y encuentros culturales, relata.

Comprobé, añade, que a pesar de sufrir grandes cambios y de la situación por el bloqueo de Estados Unidos, no pierden su gracia, dignidad y hospitalidad.

La Revolución, dice, no está oxidada, no caerá porque tiene bases sólidas, ha superado grandes obstáculos y cuenta con gran apoyo internacional.

Cuba vive, avanza, resiste contra esa política genocida que le hace mucho daño y también impide que más jóvenes sin recursos puedan formarse allí, como lo hicimos nosotros.

El gobierno de Estados Unidos comete un crimen de lesa humanidad durante 60 años y, aún si quitara el bloqueo ahora mismo, debe responder por los perjuicios causados, apunta.

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