Cada 28 de octubre, desde hace 65 años, se revive la incertidumbre y el dolor por la pérdida de Camilo, el comandante queridísimo, el muchachón de Lawton, el jefe guerrillero osado, el jaranero y disciplinado, el jefe del Estado Mayor, de la confianza de Fidel… El Cessna que salió de Camagüey rumbo a la capital con él y el piloto primer teniente Luciano Fariñas Rodríguez y el sargento Félix Rodríguez, no llegó nunca a su destino. La espera del pueblo tuvo que terminar dolorosamente aquel 12 de noviembre cuando Fidel, tras dos semanas de intensa búsqueda por aire, mar y tierra, compareció por televisión para toda Cuba.
Fidel llamaba al pueblo hace 65 años a no dejarse confundir con las matrices de opinión que intentaba lanzar el enemigo sobre la desaparición de Camilo, y que no se cansa de hacerlo, pero quien conoce bien la historia, fácilmente desmonta las falacias infundadas. Por eso hay que ir siempre a él.
Y Fidel llamaba, además, a tenerlo siempre presente, a no asumirlo como pérdida sino a encontrarlo cada vez que la patria esté en momentos complejos -como los que vivimos hoy-, siempre con la línea invariable de la Revolución de los humildes, y seguros de que como dijera el propio Camilo: La Revolución Cubana no se detendrá nunca ante nada. Si tenemos que llegar a la luna, con un cohete nuestro, a la luna llegará la Revolución Cubana con un cohete también.