De cómo un cubano veterano de guerra quiere hacer la paz, a pesar de las amenazas.
Por Rui Ferreira
Tomado de OnCuba
Érase una vez un cubano que fue a la guerra y que al volver decidió enseñar y pregonar la paz. Sin embargo, su mensaje ha chocado con un muro de intolerancia.
Quiso trabajar como maestro y, además de dar clases de español, decidió intentar que sus alumnos comprendieran el mundo a través de la diversidad y el entendimiento entre las personas de buena voluntad. Comenzó por su propio país de origen, Cuba, la isla del Caribe que ha mantenido una rivalidad de proporciones bíblicas con el país donde vive y asume como una segunda patria.
Carlos Lazo, de 55 años, nació en Jaimanitas y ahora vive en la costa oeste de los Estados Unidos, donde enseña a sus alumnos cómo es Cuba, más allá de cualquier caricatura. Lo suyo, explica a OnCuba, es «una obra de amor».
«Yo creo que el amor lo puede curar todo y por eso estoy en esta obra de amor. El odio no resuelve nada. El amor sí resuelve, no agrava la situación. Yo no quiero ser líder, soy un simple maestro», afirma.
Maestro de una clase en la que los alumnos querían abrirse y conocer el mundo, comenzó a hablarles de sus orígenes; de la cultura cubana, de sus raíces y su gente. Así que cuando Washington comenzó a cerrar lo que se había logrado abrir bajo la administración Obama, después de décadas de total desentendimiento, a Carlos Lazo se le ocurrió una «locura»: viajar a Cuba con sus muchachos, y que ellos mismos vieran, sintieran, olieran, escucharan.
Él sabia que tenían puntos comunes: la música, las artes y la historia. Entonces les enseñó su música, su historia, la personalidad de una isla que no es rica, pero que acoge. Hacer una obra con amor y por el amor. «Les enseñé canciones cubanas, cómo viven los cubanos […] lo primero que aprendieron fue ‘Cultivo una Rosa Blanca’ [el emblemático poema de José Martí]. Les dije que todo el mundo debe creer en sus sueños y luchar por ellos. Así nació Fábrica de Sueños, cuando hicimos el primer viaje a Cuba en 2018. Era como ir a una fiesta de amor, donde te van a dar miles de cosas, sin que pierdas mucho tiempo en explicaciones. Se trata de crear un puente entre las dos naciones», enfatiza.