Los daños acumulados durante estas seis décadas de aplicación de la genocida política de bloqueo, impuesta por EEUU a Cuba, ascienden a 154 mil 217,3 millones de dólares.
Quizás estas cifras para muchos no representen nada, sin embargo, para el pueblo de Cuba se traducen en la ralentización de los procesos de desarrollo económico y social de las familias cubanas.
Ejemplos sobran. Algunos más recientes denotan lo más cruel de esta política. El impedimento para la adquisición de oxígeno y de ventiladores pulmonares en terceros países durante la pandemia, demostró que constituye un acto inhumano en su más grave expresión.
El sector de la salud es uno de los más abatidos por este sistema de medidas coercitivas unilaterales. Si bien Cuba es capaz de producir más del 60% de su cuadro básico de medicamentos, estos niveles no se han podido garantizar durante meses debido al impacto del bloqueo y el pueblo cubano ha enfrentado esta escasez.
Provocar el descalabro económico de la nación caribeña, es sin dudas uno de los propósitos que persigue Estados Unidos. Entre enero del 2021 y febrero del 2022, se registraron 642 acciones directas contra bancos extranjeros que se negaron a operar con Cuba.
Si bien las medidas anunciadas el pasado 16 de mayo por el gobierno de Biden, constituyen un paso en la dirección correcta, pero de un carácter muy limitado, éstas no se refieren a los aspectos más dañinos del bloqueo, ni revierten las medidas más agresivas impuestas contra Cuba por la administración Trump.
En el contexto de crisis global en los sectores sanitario, energético, alimentario y ambiental, Cuba ha debido enfrentar, adicionalmente, el recrudecimiento sin precedentes del bloqueo de los EE.UU. En los primeros meses del gobierno de Biden los perjuicios ocasionados a la Isla representan más de 15 millones de dólares diarios.
Sin lugar a dudas, Cuba tiene derecho a vivir sin bloqueo, tiene derecho a vivir en paz.
Embajada de Cuba en Washington D.C