El 24 de mayo de 1977, Cuba y Etiopía firmaron el primer acuerdo de cooperación bilateral en el área de la salud. Desde entonces hasta la fecha, cientos de profesionales de la salud de nuestro país han prestado servicios en esta hermana nación, contribuyendo a aumentar la calidad de salud de su pueblo y en no pocos casos, proporcionado servicios o implementando procedimientos médicos, inexistentes antes de su llegada.
Uno de estos profesionales es el Dr. Jorge Alfonzo, quien tuvo la gentileza de responder a la convocatoria lanzada por la Embajada de Cuba en Etiopía, para conmemorar el 45 aniversario de las relaciones diplomáticas entre ambas naciones. Con inmenso placer y orgullo, compartimos su testimonio, como integrante de la misión médica cubana en Etiopía entre 1980 y 1982.
“En enero de 1980, después de un prolongado viaje pasando por cinco capitales, llegamos cinco profesores de la Facultad de Ciencias Médicas de Universidad de La Habana: Miriam Berroa, microbióloga; Julián Manssur, dermatólogo; Zamora, cirujano; Zulima García y Armando Peralta, ginecólogos; y yo como especialista de Medicina Interna, todos mediante un convenio entre Cuba y Etiopía para trabajar como profesores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Addis Abeba, ubicada en el Hospital Black Lion, en la propia capital etíope.
En el tiempo que estuve de misión, de enero 1980 a junio de 1982, trabajé como Profesor Titular de Medicina Interna en el servicio del profesor Ademarian Tsega y fui nombrado miembro de la Comisión de Graduados de la Escuela de Medicina de la Universidad de Addis Abeba.
Como además de ser especialista en Medicina Interna lo era de Nefrología (había sido profesor de Nefrología y Sub-director de Docencia del Instituto de Nefrología de La Habana desde 1966), tuve la suerte de introducir la especialidad en dicho hospital perteneciente a la Universidad. En todo el país existían dos nefrólogos, uno etíope y otro holandés en otros hospitales que no hacían ni hemodiálisis ni biopsias renales.
Durante la estancia en Etiopía, se alcanzaron los siguientes logros nefrológicos:
- Fui asesor en la compra de dos riñones artificiales con el objetivo de comenzar la diálisis a enfermos con insuficiencia renal crónica terminal y casos con insuficiencia renal aguda, que hasta esa fecha, tenían que emigrar a otros países o morir.
- Creación de un pequeño servicio de Nefrología en el hospital.
- Inauguración de un laboratorio clínico-neurológico, con técnicas cubanas, para dar soporte a los estudios de enfermos con enfermedades renales.
- Introducción del tratamiento con diálisis continua ambulatoria en casos con insuficiencia renal aguda (apenas nacía esta técnica a nivel mundial). Se trataron 14 casos con un solo fallecido, este resultado fue notorio y presentado durante el Congreso Médico Nacional en 1981.
- Introducción de la biopsia renal por punción para el estudio de las enfermedades glomerulares.
- Diálisis peritoneal en niños.
- Estudio clínico-patológico de enfermos del hospital antituberculoso para el diagnóstico de Amiloidosis, enfermedad que reporté con frecuencia en el país.
- Redacté un glosario de términos médicos práctico para estudiantes y residentes
En la docencia, participé en el perfeccionamiento del plan de estudios de la carrera de medicina, así como en las evaluaciones finales junto a otros evaluadores externos. Creo haber sido útil al respecto, sobre todo en la idea de que aumentaran la matrícula anual, que hasta esos momentos se restringía a solo un poco más de 40 residentes al año. Otro hecho significativo fue introducir a los residentes a dar clases teóricas y prácticas en el hospital.
En las consultas externas, muchas veces nos apoyábamos en dos traductores para poder interrogar al paciente. Uno traducía al idioma amárico o a cualquiera de los idiomas que se hablan en Etiopía y, después, el otro lo hacía del amárico al inglés y viceversa.
Las guardias las hacíamos en casa. Frente a una urgencia nos venían a buscar del hospital a cualquier hora del día o la noche. Como había toque de queda en esa época, era una verdadera pesadilla llegar y regresar del hospital. El pase era ´Cuba bicha´ (solo Cuba).
Nos alojaron en una residencia situada en la carretera que conducía a la “casa de los rusos”, situada en la periferia de la ciudad a un kilómetro del hospital Yekati. No era fácil llegar de noche de regreso caminando, pues el transporte nos recogía a las 4 pm, pero con frecuencia tuve que regresar tarde a causa de actividades docentes o asistenciales. Por las noches, llegaban al jardín toda clase de animales. Por esa causa, un pequeño perro que cuidaba murió y al estudiarlo dio positivo a rabia. Tremendo susto nos llevamos, pues me tuvieron que vacunar por las posibles complicaciones de esa terapéutica. Por lo demás, ninguno de nosotros presentó complicaciones de salud.
Fuimos un apoyo en la asistencia del resto de nuestros colaboradores, civiles y militares, incluyendo los de la embajada, y al comandante Curbelo jefe de la colaboración cubana en Etiopía.
Durante mi misión en Etiopía, publiqué nueve trabajos científicos sobre enfermedades renales. Participé en clases-conferencias, pase de visitas asistenciales diarias, staff meetings, seminarios, etc, propios de la enseñanza médica.
Junto con el resto de los profesores antes mencionados, visitamos parte de las ciudades del país, dándonos la posibilidad de ver parte de las grandes bellezas que tienen, costumbres, forma de vivir, etc.
Comimos con frecuencia ingeras y otras comidas típicas del país
A mi regreso fui sustituido por otros compañeros del Instituto de Nefrología: Sergio Arce, Miguel Almaguer y José M. Dávalos, en ese orden”.
Gracias al Dr. Jorge Alfonzo y síganos para nuevos testimonios, documentales e informaciones de interés sobre las relaciones entre Cuba y Etiopía en estos 45 años.