Addis Abeba, 9 de diciembre de 2025.- Este año se celebra el Jubileo de Oro de la relación diplomática formal entre Etiopía y Cuba, un vínculo establecido en 1975. Este hito de medio siglo no es simplemente un aniversario diplomático; es una conmemoración de una solidaridad profunda, sellada con sangre, que ayudó a preservar la soberanía de una nación.
Los cimientos de esta relación única se sentaron durante la brutal Guerra de Ogadén. El 13 de julio de 1977, Somalia, bajo la presidencia de Ziad Barre, invadió el este de Etiopía para cumplir su ambición irredentista de crear una "Gran Somalia". Los soldados somalíes avanzaron rápidamente, tomando el control de un importante territorio en la región de Ogadén. Etiopía, al mismo tiempo, lidiaba con conflictos internos contra grupos como el EPLF (Shabia), el TPLF y el EPRP, lo que supuso una amenaza existencial para su integridad territorial.
Fue en esta coyuntura crítica que Cuba, bajo el firme liderazgo del presidente Fidel Castro, respondió al llamado. En un impresionante acto de solidaridad internacional, Cuba envió 15.000 soldados a combatir junto a las fuerzas etíopes. En una ocasión, un periodista occidental le preguntó a Fidel Castro cuántos asesores militares y soldados cubanos trabajan en Etiopía. Él respondió: "¿Por qué me piden detalles? No puedo trabajar para la CIA".
El apoyo de Etiopía no fue un acto aislado, sino parte del compromiso más amplio de Cuba con la liberación africana, tras haber apoyado a los luchadores por la libertad en Argelia, Angola, Mozambique, contra el apartheid en Sudáfrica, etc. Como dijo una vez el difunto presidente Nelson Mandela: «Los cubanos están en el corazón de África».
La guerra fue sangrienta y causó un gran número de bajas y desplazamientos. Unos 163 soldados cubanos hicieron el sacrificio definitivo, mientras que otros fueron hechos prisioneros de guerra en Somalia. Su contribución fue decisiva. El punto de inflexión llegó en la Batalla de Karamara, donde las fuerzas conjuntas etíope-cubanas lograron una victoria que finalmente expulsó a los invasores y garantizó la soberanía de Etiopía. Gracias al apoyo de Cuba y otros aliados, Etiopía ganó la guerra, mientras que la ambición de Somalia se desmoronaba. Tras la muerte de Ziad Bare, Somalia se enfrentó al colapso estatal y permaneció así durante décadas.
Esta historia compartida de lucha creó un vínculo inquebrantable. Como dice el refrán, «Un amigo en la necesidad es un verdadero amigo». Para Etiopía y África en general, Cuba pagó un sacrificio desinteresado: una política de «dar» en lugar de «dar y recibir». La relación, como atestiguan muchos veteranos de ambas naciones que aún recuerdan la amistad mutua, estaba cimentada por la sangre.
Los intercambios diplomáticos y personales consolidaron aún más los lazos. Fidel Castro visitó Etiopía en 1978 y asistió a un desfile militar en la Plaza Meskel, sentado en la tribuna donde se ubicaba la antigua oficina del Instituto de Asuntos Exteriores. El presidente Castro también había viajado a Jigjiga para celebrar la victoria. De igual manera, el presidente Mengistu Hailemariam visitó Cuba en marzo de 1978. Durante esta visita, el propio Castro conducía el vehículo para mostrar su solidaridad. Estos gestos subrayaron una alianza basada en valores compartidos y respeto mutuo.
En el corazón de Adís Abeba se encuentra el Parque Conmemorativo de la Amistad Etiopía-Cuba. El parque fue inaugurado en 1984 durante la celebración nacional de los diez años del régimen de Mengistu. Su monumento de 50 metros de altura, decorado con esculturas de soldados etíopes y cubanos entrelazados, es un solemne homenaje a los soldados y asesores militares cubanos que cayeron en suelo etíope. En este parque, se exhiben fotos de cubanos que perdieron la vida en la Guerra de Ogadén. Este parque se ha convertido en un símbolo viviente de gratitud, donde los etíopes se reunieron en 2016 para lamentar el fallecimiento de Fidel Castro, un hombre al que la Unión Africana elogió como "un luchador por la libertad que apoyó las luchas de África". El entonces presidente de Etiopía, Mulatu Teshome, asistió al funeral el 3 de diciembre de 2016 en Santiago de Cuba.
Más allá del campo de batalla, el apoyo de Cuba se extendió a la tarea de nutrir el futuro de Etiopía. En un gesto compasivo de posguerra, cerca de 5.000 niños etíopes que habían perdido a sus padres en el conflicto recibieron becas para estudiar en Cuba. Esta generación regresó como médicos, ingenieros y profesionales. Hoy en día, muchos etíopes graduados de universidades cubanas trabajan en sectores vitales, mientras que la mezcla cultural continúa. Estas oportunidades crearon vínculos interpersonales continuos, incluyendo matrimonios mixtos y comunidades de expatriados cubanos en Etiopía. La cooperación también abarcó campañas sociales. Cuba apoyó la campaña nacional de alfabetización de Etiopía, ayudando a los adultos a aprender a leer y escribir. Y en un intercambio cultural más ligero, pero perdurable, la canción de amor cubana "Guantanamera" se convirtió, y sigue siendo, una melodía popular en Etiopía, una melodía que simboliza la naturaleza cálida y centrada en el pueblo del vínculo.
Mientras Etiopía y Cuba celebran este Jubileo de Oro, la relación se asienta sobre una sólida base histórica, pero se orienta dinámicamente hacia el futuro. Ambas naciones mantienen embajadas en sus respectivas capitales y trabajan activamente para marcar un nuevo capítulo en el marco de la Cooperación Sur-Sur.
La alianza actual se está ampliando mediante diversos Memorandos de Entendimiento (MdE), explorando una colaboración renovada en economía, salud, educación y tecnología. La necesidad de explorar más áreas de cooperación es evidente, aprovechando la excepcional buena voluntad política existente.
Esta relación es históricamente única, arraigada en una lucha compartida por la soberanía y la justicia. Se profundiza gracias a la ascendencia africana de muchos cubanos, un vínculo forjado a través de la trágica historia de la trata de esclavos en el Atlántico y el papel de los afrodescendientes en la propia liberación de Cuba del colonialismo español. Esto crea una relación histórica y de sangre entre África y Cuba que trasciende la diplomacia.
La lección imborrable de los últimos cincuenta años es que la verdadera alianza se basa en principios, no solo en intereses. La decisiva intervención de Cuba fue un testimonio de su compromiso con la independencia y la justicia africanas. La eterna gratitud de Etiopía se evidencia en su recuerdo y su continua amistad.
Al mirar hacia el futuro, ambas naciones se afianzan en sus profundos lazos, alimentados por veteranos, exalumnos, artistas y diplomáticos. El Jubileo de Oro no es solo un hito para reflexionar sobre un pasado heroico, sino una plataforma de lanzamiento para un futuro donde el espíritu de Karamara se transforme en victorias compartidas en desarrollo, innovación y prosperidad mutua. El amigo en la necesidad ha demostrado ser un verdadero amigo.
Melaku Mulualem K., Director General del Instituto de Capacitación de Asuntos Exteriores
(EmbaCuba-Etiopía)
