En Audiencia de Despedida con el presidente de la República de Bulgaria, S. E. Rumen Radev.
Las fotos hablan por sí mismas. Fuimos recibidos con evidente cordialidad y respeto; los sentimientos que inspira Cuba, esa isla pequeña pero heroica.
Agradecimos al Excelentísimo Sr. Rumen Radev su reconocimiento a nuestra labor en pos de la preservación y del fortalecimiento de las relaciones de amistad y colaboración que han existido históricamente entre Cuba y Bulgaria. “Se trata de una herencia que pone en valor la historia común de nuestros dos pueblos”, le expresé a nuestro distinguido anfitrión.
Comentamos con interés que miles de búlgaros trabajaron y vivieron con sus familias en Cuba. Nos ayudaron a construir el proyecto humanista e inclusivo de la Revolución triunfante. Cientos de cubanos vinieron a estudiar o a trabajar a Bulgaria; un país hospitalario y hermoso. Muchos de ellos encontraron aquí el amor, y hoy están rodeados de sus nietos búlgaro-cubanos. “Son vínculos de amistad y de sangre, Señor Presidente, que perdurarán en el tiempo", añadí.
Dimos las gracias en nombre de Cuba a Bulgaria y al pueblo búlgaro por la solidaridad y el voto de condena contra el bloqueo genocida impuesto a Cuba por los Estados Unidos, que durante más de 60 años ha intentado rendir por hambre, calamidades y desesperanza a un pueblo heroico que nunca se ha puesto de rodillas.
Le reiteramos al dignatario búlgaro que su país siempre podrá contar con la amistad y la permanente disposición al diálogo de Cuba. Larga vida a la amistad entre los pueblos de Cuba y Bulgaria, Señor Presidente!. Ese fue nuestro principal mensaje.
Hoy sentimos que hemos cumplido, sencillamente, con Cuba. Somos hijos de un pueblo generoso que sigue pagando un alto precio por su dignidad y su soberanía. Somos soldados de la Diplomacia de la Revolución, que es hija de las ideas y depositaria del principio de continuidad. Son los valores que representamos y defendemos.
Nos honró también con su presencia el Secretario de Política Exterior del presidente Radev, el embajador Rusi Ivanov, un colega a quien conocimos hace años en Dinamarca.

